Hace 75 años que, del 26 de octubre al 3 de noviembre, tenía lugar la I Semana Nacional de la HOAC. Estamos de aniversario. En todo este tiempo no ha sido raro que se pusiera en cuestión la necesidad de un movimiento eclesial, fundamentalmente laical, al servicio de la misión evangelizadora de toda la Iglesia en el ámbito específico del mundo obrero y del trabajo. Casi es consustancial a la historia de la HOAC el constante cuestionamiento que, por unas razones u otras, ha acompañado su vida a lo largo de esta corta andadura.
- ?️ El Podcast de Vida Nueva: Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Hoy, sin embargo, parece que las propuestas concretas del papa Francisco en materia de compromiso político, de la centralidad y la dignidad del trabajo humano, de la enseñanza social de la Iglesia, de la importancia del laicado y su vocación a la santidad, o de la sinodalidad en la Iglesia, suponen un reconocimiento implícito de la trayectoria de este movimiento especializado de la Acción Católica Española. Y no solo un reconocimiento a la trayectoria histórica, sino una apuesta reforzada por apreciar en la Iglesia a los movimientos laicales insertos en la vida social, para construir fraternidad y amistad social.
La aportación histórica de la HOAC y en el momento actual es reconocida por el movimiento ciudadano, por agentes sociales, organizaciones sindicales y políticas, y, cada vez más, por el estamento eclesial.
Experiencia de comunión
Pero hay una aportación que quizá no ha sido nunca suficientemente resaltada, y que hoy es aún más de agradecer, por necesaria. La HOAC es, desde sus inicios, una experiencia sacramental de sinodalidad. Una experiencia sinodal configurada en su modo eclesial de ser, desde su identidad de Acción Católica.
Una experiencia de comunión sustentada sobre la común dignidad bautismal, que confiere a los ministerios eclesiales una misma corresponsabilidad en el cuidado de la vida comunitaria, que se ejerce desde la peculiaridad de cada ministerio-responsabilidad para el cuidado del ser y la misión, para el cuidado de cada persona que forma parte de la HOAC.
(…)