Tribuna

“¿A qué va el Papa a Marsella?”. A despertarnos y que volvamos a ser hombres

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A unas horas de que el papa Francisco llegue a Marsella para participar en los III Encuentros Mediterráneos, muchos siguen entregados a un estéril debate: ¿por qué el Papa insiste en decir que visita en enclave marsellés, pero no se trata de una visita de Estado a Francia? ¿Acaso el sucesor de Pedro ha olvidado a “pulmones de la fe” como Francia, Alemania… o España?



Estas preguntas se repiten machaconamente desde ciertos ámbitos… Pero lo triste es que no se hagan otra. La fundamental.

La oveja perdida

Porque ya no es que Bergoglio haya explicado hasta la saciedad que quiere poner en el centro a las periferias y por eso antepone visitar países como Mongolia, con apenas 1.500 bautizados. Ya no es solo que la oveja perdida valga tanto como las 99 restantes que están en casa.

Es que, en la propia Francia, el líder del partido populista Reconquista, el xenófobo Eric Zemmour, acaba de declarar esto: “Hasta ahora, cuando hablábamos de solidaridad europea, era para distribuir a inmigrantes por toda Europa. Esto debe parar. Toda la solidaridad europea debe centrarse en formas de hacer retroceder juntos a los inmigrantes. Como el 69 % de los franceses, estoy a favor del establecimiento de un bloqueo naval en el Mediterráneo. Quiero que Francia, una gran potencia marítima, lidere tal operación”.

Supervivientes del naufragio en Grecia

Bloqueo naval

El mismo político (¿?) que le afea a Francisco que “no quiere saber nada de los católicos en una Europa descristianizada”, el mismo judío de origen argelino que se proclama baluarte de “los valores cristianos” (qué bella expresión de humanidad si brotara de la fraternidad y no del afán de ideologizar el Evangelio), es quien reclama que, mientras una patera a la deriva puede hundirse y ver cómo mueren cientos de personas, lo que hay que hacer es desplegar un “bloqueo naval” y no un bote salvavidas.

Este mismo discurso se ha repetido estos días, ante una Lampedusa que ha duplicado su población en unas horas ante la llegada de muchas personas marcadas por la desesperación (muchos huyen de una muerte segura en sus países), por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Y lo trágico es que lo hizo ante la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, que le ha prometido que “estudiará” esa propuesta de “bloqueo naval” ante la inmigración “ilegal”

Más muerte

Zemmour, Meloni, Von der Leyen… Todos ellos son políticos (¿?) que se dicen defensores de los “valores cristianos” y que, ante el Holocausto de nuestra era, el que se da en nuestros mares y fronteras, ofrecen soluciones (¿?) que se traducen en “más muerte”.

Por eso ya ni sorprende que, estos mismos días, en la localidad canaria de Mogán, el Ayuntamiento haya anunciado que no se hará cargo de las sepulturas de los inmigrantes ahogados ante sus costas. Onalia Bueno, alcaldesa de la localidad, ha lamentado en ‘TVE’ que cada enterramiento cuesta “800 euros”. Así, le pide al Estado que se haga cargo de este menester, pues “no estamos de hablando de uno, ni de dos, ni de tres…”. Y es que “esos son gastos que yo detraigo de los gastos de mis vecinos”.

La pregunta fundamental

Zemmour, Meloni, Von der Leyen, Bueno… Volvamos al principio de este artículo. Y hagámonos la pregunta fundamental: ¿en qué momento Europa perdió su alma, todo fondo de elemental humanismo?

Entonces, ¿a qué va el Papa a Marsella? ¡A azuzar nuestra conciencia adormecida! ¡A que despertemos y volvamos a ser hombres!