Los temas que más interés despertaron en la primera y en la segunda fase del Sínodo han desparecido de este ‘Instrumentum laboris’. ¿Es esto una mala noticia? La verdad es que no sabría qué decir. Es evidente que esa amplia base del pueblo de Dios que es laicado, ha hablado claro y ha demostrado que sabe pensar, que sabe articular para exponer ese pensamiento, y sobre todo, que va muy por delante de lo que otra parte del pueblo de Dios –porque todos somos pueblo– cree, aunque siga sin hacerle caso.
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Que la sinodalidad ha venido para quedarse es incuestionable. Ahora bien, de cómo vayamos haciéndola realidad en esa Iglesia más inmediata, la del día a día, es decir parroquias y diócesis, va a depender de lo que los laicos decidamos.
La hora de los laicos
Llevamos años escuchando hablar de “la hora de los laicos”, pues bien, ¡aquí está! Vamos a pedir que se desarrolle en nuestras diócesis aquello que aprobamos en las asambleas de donde salió el documento de la fase diocesana. Empezar por ahí es lo importante y hasta vital porque, lo que a todos afecta, por todos debe ser decidió y aprobado como dijo San Cipriano, en el siglo III. Y nosotros vimos lo que nos afectaba en la Iglesia, decidimos, y aprobamos.
Sin miedo y con buenas formas, debemos comprender que ha llegado el momento de ser, de verdad, adultos en la fe. Eso pasa por saber que podemos hablar, convencernos de que la Iglesia somos todos, y que este Sínodo no ha sido una pérdida de tiempo, porque nos ha hecho tomar conciencia de eso. Como pueblo de Dios fuimos convocados y como pueblo de Dios debemos seguir respondiendo haciendo realidad el Reino, pero, sobre todo, sabiéndonos y actuando como adultos en la fe.
No hace falta que me digáis que el ‘Instrumentum laboris’ que acabamos de conocer es aburridísimo. Estoy segura que no ha sido esa la intención de quienes lo han redactado, pero les ha salido aburrido y poco atractivo.
Sin embargo, lo importante es que nosotros podemos y debemos hacer realidad la sinodalidad. ¡Ánimo!