Tribuna

Adviento, también para las instituciones

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Me han pedido que escriba sobre el Adviento mientras estaba leyendo un libro titulado ‘Parenting with presence’ (‘Ser padres con presencia’). Ello me ha hecho reflexionar sobre la “presencia” como una categoría propia del Adviento. Estar presentes, con todo lo que somos, con nuestras convicciones, nuestras formas de entender la vida, nuestras cosmovisiones…

El Adviento se ha entendido siempre como un tiempo de conversión y de esperanza. Durante miles de años se ha predicado la necesidad de conversión personal bajo la esperanza de renovación. Pero desde el siglo XIX, la teología llega a la convicción de que nos encontramos no solo con males personales que necesitan ser desterrados, sino también con pecados institucionales y estructurales.

Hoy somos cada vez más conscientes de los males de la tierra (ecológicos), de la pobreza y la explotación institucionalizada, de la discriminación a las mujeres, de las leyes injustas de nuestro sistema capitalista… Pero el siglo XX no reacciona ante estos males estructurales con rabia o fuerza, sino que la percepción de impotencia generalizada conduce a una especie de ausencia y a perder la esperanza en las instituciones.

Y es ahí donde considero importante unir estas dos cuestiones que parecen estar contrapuestas: presencia (con todo lo que tiene de personal, de familiar, de relacional) e institución (con todo lo que tiene de formalidad y estructura). Porque somos integradamente. Y, aunque estamos viviendo un tiempo de crisis institucional en todos los ámbitos, no paramos de generar estructuras que sean capaces de darnos significados.

Por ello, creo que necesitamos un tiempo de adviento institucional. Un tiempo para revisar cómo estamos presentes y aportando lo que somos en las redes, en los grupos, en el trabajo, en nuestra casa, en nuestras acciones solidarias. Y un tiempo para huir de esa especie de nebulosa en la que nos dejamos llevar por la corriente, pero que, a la larga, nos vuelve invisibles colectivamente.

En definitiva, renovar la esperanza de diseñar espacios colectivos permeables a la presencia y al florecimiento de cada uno.