“Si contagio esta alegría puede cambiar mi vida, porque algo nuevo va a empezar… algo nuevo, algo bendito, algo sagrado, algo maravilloso… Algo nuevo llegará, algo hermoso llegará, algo nuevo llegará” (Sosa, Patricia, 2020)
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1. Catequesis… es un ministerio eclesial
Este mes de agosto vamos hacer una pausa en la meditación de las lecturas dominicales de la liturgia para enfocarnos en una reflexión catequética pastoral sobre la catequesis.
En la celebración del misterio que creemos, celebramos y anunciamos, la fe de la Iglesia nos propone en este mes el día del Catequista en la festividad de Pío X quien se llamara Giuseppe Sarto y fuera obispo de Roma entre 1903 – 1914. Su figura, dependiendo de la perspectiva que se la contemple, puede ser valorada o rechazada. Sin embargo, no se puede negar que es un papado bisagra entre fines del siglo XIX y el siglo XX. En algunos aspectos continúa con el período de transformación iniciado por León XIII y los movimientos de reforma. En otros, mantiene la tradición de la etapa piana de los papas. Con todo ello, es considerado Patrono de los catequistas porque, entre otras cosas, reeditó dos Catecismos y con una metodología acorde al momento histórico que se basaba en preguntas y respuestas. Y, porque es considerado el Papa de la Eucaristía, dado que estableció la comunión a edad de uso de razón (aprox. 7 años) y luego la catequesis. Modificando los criterios de la recepción sacramental: ya no es una sola vez, sino frecuentemente.
Ministerios: identidad eclesial
“Toda la comunidad cristiana es responsable del ministerio de la catequesis” (DPC, 2020)(#111)
En la etapa post conciliar, pasado ya el invierno eclesial, es un tema de debate y constante referencia en la realidad pastoral. Sin embargo, cuando se plantea alguna solución a la falta de ministerios se responde con el mismo esquema de pensamiento que llevó a la decadencia. Dialogar y plantear cuestiones de ministerios en la Iglesia no es un problema “cuantitativo” (faltan algunos ministerios, necesitamos más, etc.), sino una cuestión de identidad eclesial.
Los ministerios en la iglesia surgen de la misma comunidad que percibe y contempla la presencia de la Trinidad que suscita esos servicios para ejercitar la identidad fundamental: servidora de la humanidad. No es un cliché. ¡Es una perspectiva ontológica de la comunidad de fe! Las iglesias surgen como continuadoras de la misión de Jesús: servidor de las personas. Lamentablemente, existieron acontecimientos, personas, corrientes de pensamientos, ideologías, fanatismos, timoratos, jerarquías y laicos, que han optado por otras perspectivas que llevaron a entendernos de otra manera: cristiandad, superiores a las fuerzas políticas, ciudad de Dios, imperio o república cristianos, fuerza militar para reconquistar territorios, aduanas de veracidad doctrinal, sociedad perfecta, etc.
Todo ello, junto con rostros muy notorios y hasta “reconocidos para su devoción”, hemos perdido el sentido del para qué estamos en el mundo, y, por ende, para que están los diferentes ministerios eclesiales.
Recapitulando: todo ministerio es la expresión de la identidad eclesial. Por tal motivo, para hacer un replanteo de los ministerios, y especial el del catequista, necesitamos contemplar qué iglesia queremos ser, desde la Trinidad, para el mundo.
Ministerios: identidad cristiana
“El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu” (1ª Cor. 12, 8 – 9)
Una primera aproximación a los ministerios, en especial el de la catequesis, es que ellos provienen del Dios Trinidad que comunica, por medio del Espíritu, sus dones para el servicio de la humanidad.
Un elemento constitutivo de la fe cristiana es la identidad de ser personas configuradas con Cristo e inspirados por el Espíritu. Por tal motivo, se puede notar una contradicción entre el Código de Derecho Canónico en su canon 759 (que hace referencia a que los creyentes “pueden ser llamados a cooperar con el Obispo y los sacerdotes en el ejercicio del ministerio de la palabra”) con Concilio Vaticano II, por un lado, que afirma que “la vida de Cristo se comunica a los creyentes, quienes están unidos a Cristo paciente y glorioso por los sacramentos, de un modo arcano, pero real. Por el bautismo, en efecto, nos configuramos en Cristo” (Concilio Vaticano II – LG, 1964) (#7). Y, por otro lado, con la teología bautismal, donde el laico no es un “delegado” de la jerarquía, ni es el que llega a los lugares donde los jerarcas no pueden llegar, ni son los que hacen acciones que los pastores no pueden hacer. El laico es sacerdote, profeta y pastor configurado con el único sacerdocio: el de Cristo.
Es decir, que la ministerialidad de los cristianos no es una “colaboración” con la jerarquía, sino una identidad con Cristo por medio del sacramento que, por imprimir carácter, configura, identifica, forma a las personas creyentes en Jesús con él mismo.
En todo caso, si alguno considera que en la iglesia hay ministerios de primera y de segunda, más que un ministerio en sí mismo, tendría que revisar la eclesiología que sostiene esa afirmación. Por tal motivo, la cita del DPC en el #111 posee en sí mismo una perspectiva eclesiológica contraria a la renovación del Concilio Vaticano II: porque cuando detalla “según la condición particular en la iglesia” menciona en este orden: ministros ordenados, personas consagradas, fieles laicos. Evidentemente la perspectiva de la Lumen Gentium todavía no ha impregnado, porque todos los cristianos estamos consagrados, todos los cristianos somos fieles y todos los cristianos estamos ordenados (orientados) al anuncio del Reino y al servicio de la humanidad. Quizás todavía la mentalidad tridentina y estamental del medioevo aún hoy continúe impregnando varias eclesiologías. Y aquí radicaría una de las causas porque todavía “los tiempos no están maduros para una nuevo concilio” como dijera el actual obispo de Roma hace un año atrás (Francisco – Entrevista, 2023).
Catequesis: Ministerio Cristiano y eclesial
En el movimiento catequético y la tradición en los Directorios que hacen referencia a la Catequesis que se publicaron en desde 1971 hasta el 2020, hay una constante identidad del ministerio catequístico con la vocación e identidad eclesial:
- se lo ubica, enmarca, enriquece y se nutre del Ministerio de la Palabra (DCG, 1971)
- se lo considera un servicio eclesial fundamental en la realización del mandato misionero de Jesús (DGC, 1998)
- surge del sacramento del Bautismo y se fortalece con la Confirmación, sacramentos por los cuales el laico participa en el oficio sacerdotal, profético y real de Cristo(DPC, 2020) (#122)
En la tradición del movimiento catequético, el ministerio de la catequesis tiene su identidad con la misión del mismo Cristo que comparte con la iglesia en su totalidad. Por lo tanto, al no ser una delegación de la jerarquía al laicado, no hay subordinación de ministerios ni de identidad en la Iglesia, porque es un ministerio que “hace eco” de la voz del Maestro en un espacio comunitario eclesial (CEA – JEP, 1988).
Ministerio: fuente y carisma
Surgidos desde el seno de la Trinidad, los seguidores de Jesús vivenciamos y compartimos un estilo de vida (espiritualidad) amplio y diverso, donde cada carisma enriquece y nutre la existencia de todos. Cuando nos amurallamos (Francisco, MV, 2015)(# 4) y homogenizamos la propuesta, nuestra evangelización se vuelve estéril y rutinaria (Juan Pablo II – CT, 1979)(#17); (CELAM – DA, 2007)(#278, a).
La Iglesia, guiada por el Espíritu, hace evidente que los ministerios provienen de la Trinidad y que están ordenados a la comunidad y a todas las personas. Es el mismo y único Paráclito quien suscita los carismas, dones y ministerios (Cf. LG 7 – DCP 110). Los catequistas somos ministros de la Palabra para contemplar, rumiar, alentar y vigorizar, desde la acción pneumatológica, la corresponsabilidad “de todos en la misma iglesia, Cuerpo de Cristo, Pueblo de Dios, Templo del Espíritu Santo” (Pironio, Eduardo Francisco, 1991, pág. 74).
La Ruah (Espíritu Santo) que vivimos, profesamos, celebramos y anunciamos “reposa” junto a la humanidad y, los catequistas, como parteros, hacemos surgir esa presencia en el mundo y en la comunidad eclesial. El profeta Isaías menciona que el Espíritu de Yahveh morará sobre el descendiente de la tribu de Jesé (Is. 11, 2), que no es solo descenso, sino presencia y acción permanente. La presencia del Espíritu es una convivencia, porque está junto con quienes han recibido su descenso, y también es “morar y habitar en él” (Pironio, Eduardo Francisco, 1991, pág. 89).
La acción y presencia del Espíritu hace patente que Dios vive, mora y habita junto a y con los seres humanos y ellos viven junto a y con Dios porque, como afirma el mismo Pablo, “en el vivimos, nos movemos y existimos” (Hchs. 17, 18). Por esto mismo, Yves Congar nos recuerda:
“El Espíritu como palabra que desborda todas las palabras, como palabra que alienta la oración, la libertad personal y liberación social, como palabra que se abre por la Iglesia hacia todos los hombres” (Congar, Yves, 2012, pág. 17)
Por esta presencia de la Trinidad, el Espíritu Santo, hace de la Iglesia y todos los miembros, ministros como una expresión y sacramento (signo) de la unidad en la diversidad, pluralidad, variedad de carismas y Ministerios. La catequesis es una expresión de una Iglesia “que viene a presentarse como sinfonía de sonidos, comunidad de personas y comunicación de amor” (Congar, Yves, 2012, pág. 18), al estilo de la Trinidad.
Plegaria
Espíritu, aliento de vida, es bello y necesario, alabarte y darte gracias,
porque con tu acción haces de nuestra vida eslabones de la historia,
porque nos haces partícipes de una dignidad inquebrantable,
somos hijos, hermanos, amigos, imagen y semejanza de la Trinidad.
Te confiamos nuestro ministerio……………. (mencionar la vocación)
para que continuemos haciendo eco de la fe en Jesús,
como amistad, que manifiesta la comunión,
y herencia del proyecto liberador.
Que los ministerios eclesiales sigan acompañando a las personas y comunidades
para encontrarle sentido a la vida desde la ternura del Dios Padre/Madre.
Felices desde la Pascua de la Vida Nueva… (Continuará)
Bibliografía
CEA – JEP. (1988). ‘Juntos para una evangelización permanente’. Buenos Aires: Oficina del Libro.
CELAM – DA. (2007). ‘Documento de Aparecida’. Buenos Aires: Oficina del Libro.
Concilio Vaticano II – (21 de Noviembre de 1964). Constitución Dogmática ‘Lumen gentium’ (LG)
Congar, Yves. (2012). ‘Sobre el Espíritu Santo. Espíritu del hombre. Espíritu de Dios’. Madrid: Sígueme.
Directorio Catequístico General (11 de abril de 1971).
Directorio General para la Catequesis (17 de abril de 1998).
DPC. (2020). ‘Directorio para la Catequesis’. Buenos Aires: Oficina del Libro.
Francisco – Entrevista de Vida Nueva. (04 de Agosto de 2023).
Francisco, ‘Misericordiae vultus’ (11 de Abril de 2015).
Juan Pablo II – Exhortación Apostólica Post Sinodal ‘Catechesi Tradendae’ (CT) (16 de Octubre de 1979).
Pironio, Eduardo Francisco. (1991). Guiados por el Espíritu. Madrid: 1991.