La firma estilística del cine de Alice Rohrwacher es reconocible en el deseo de investigar profundamente el alma humana y lo que trasciende al aspecto material de la vida. Cuatro largometrajes, cinco cortometrajes y tres documentales colectivos conforman una filmografía imprescindible, muy premiada, cuidada y precisa, que expresa no solo una inspirada producción artística, sino una forma de entender la vida cotidiana, en una continuidad entre existencia y representación, entre pensamiento y su expresión. Convicciones que caracterizan la vida y que se convierten en “manifiesto” en las películas de la directora italiana, quizás más apreciadas y reconocidas en el extranjero que en su tierra.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Descargar suplemento Donne Chiesa Mondo completo (PDF)
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Lo sagrado, el otro lado, lo espiritual son los temas que animan sus historias, ya sean largometrajes o cortometrajes. Su mirada va más allá de las apariencias, en un fluir de personas, situaciones, historias y vivencias que a veces peregrinan a un ritmo más ligero y a veces con paso cansado.
La vida de una comunidad parroquial que intenta mantener vivas las formas de lo sagrado, pero pierde su corazón y su sentido, ha sido el eje de su muy feliz y brillante debut con ‘Corpo celeste’, en parte deudor de la colección de escritos del mismo nombre de Anna María Ortese.
Estos temas también los encontramos en el cortometraje que entró entre los cinco seleccionados para los Óscar 2023. En ‘Le pupille’, con ritmo de cuento de hadas, un orfanato femenino se convierte en el teatro donde se escenifica el auténtico sentido de la belleza, la verdad y el bien, la promesa de una bondad deseable que no está sujeta a intereses, jerarquías, reglas, moral, conductas éticas, sino que “se desgasta” en la gratuidad de los corazones sencillos que inmerecidamente la reciben como un don de la Gracia. Una bondad que no puede ser moneda de cambio porque viene del Cielo y es para los más humildes.
La relación entre el hombre y la naturaleza, el camino posible para que el hombre sea protagonista de la Creación, es el hilo conductor del cortometraje ‘Omelia contadina’, una reflexión artística que se revela en perfecta sintonía con la encíclica ‘Laudato si’’ del papa Francisco. La humanidad está llamada a salvaguardar y cultivar ese jardín que es el mundo, como nos dice el libro del Génesis, como lo hace la propia Alice en su querida Umbría entre una película y otra, en ese trabajo ininterrumpido de la existencia que fluye inseparablemente entre la vida y el arte.
Su relación con lo visible es igual a la que tiene con lo invisible. Lo demostró con ‘La Chimera’, el último largometraje sobre la dolorosa búsqueda del contacto entre el mundo terrenal y el de quienes ya no están. Mientras todo está mercantilizado por la sociedad contemporánea y la codicia por el dinero tiene como rehén a la humanidad, la verdadera esencia de cada experiencia humana se revela en la belleza simple y oculta, en el cuidado de las relaciones, en las expresiones artísticas y en la memoria, que no es un simple archivo, sino aquello que dirige nuestra vida.
Películas atemporales
Este significado íntimo que se encuentra en cada una de sus películas fue el motivo que impulsó a la Fondazione Ente dello Spettacolo, junto con el Dicasterio para la Cultura y la Educación y el Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, a concederle el Premio Bresson en 2021. En aquella ocasión ella misma definía el alma de sus obras asegurando que “no son películas abiertamente espirituales, sino intensa y secretamente espirituales”.
Rohrwacher –gracias a sus estudios de Historia de las Religiones en la Universidad de Turín– se pregunta a través de su cine cómo representar y devolver lo sagrado al centro al arte y la sociedad contemporánea. Y lo hace narrando experiencias de vida casi siempre atemporales en un “hoy” que es lugar de la memoria y también en un “siempre”, vinculando su cámara a la tierra y a las tradiciones poniendo en el centro la relación entre las personas.
Como ocurre en ‘Lazzaro felice’, en el contraste entre pobreza y riqueza, entre el egoísmo de los amos y la inocencia de los campesinos. Lázaro es casi un ángel que en su sencillez ilumina a los desheredados. Si en ‘Corpo celeste’ el protagonista con un movimiento interno “vertical” se aleja de la sociedad moderna y, a través de la religión, se aproxima a “lo alto”; Lázaro se mueve “horizontalmente” con un movimiento espiritual y solidario con sus semejantes para no abandonar nunca a aquellos en dificultad. Es la respuesta a una humanidad que ya no sabe comunicarse ni reconocerse.
Un refugio libre
Esa misma humanidad miope la encontramos en ‘Le meraviglie’, en la que las reglas del padre de familia crean una pequeña realidad cerrada y opresiva que entra en crisis con la llegada de un grupo de desconocidos y de la televisión. En la historia, solo el sentimiento y el diálogo pueden conducir a la salvación. La idea de familia que esboza Rohrwacher es la de un refugio, libre y sin rigideces, que todos deberían tener y que todos necesitan, revelando cómo el ser humano es solo una pequeña parte de un universo misteriosamente fascinante e infinito.
Si en ‘Corpo celeste’ la referencia es a la fe, ‘La Chimera’ es una película sobre la capacidad del hombre de ir más allá, de pensar en lo que nos espera después de la muerte. Vivimos en una era en la que prevalece el materialismo, en la que las redes sociales quieren convencernos de que todo debe ser concreto e inmediato. ‘La Chimera’ nos anima a pensar en lo que no es evidente a los ojos. Es una investigación sobre cómo concebimos lo invisible. En el filme, los ladrones de tumbas violentan el pasado y rompen el vínculo de respeto con el más allá. La memoria se abre paso, nace una oración sobre el respeto. La invitación a las nuevas generaciones es a reflexionar sobre lo que desean ser y lo que desean dejar atrás.
Rohrwacher también cuestiona a los jóvenes, como lo hizo cuando participó en ‘Futura’, el documental filmado junto a Francesco Munzi y Pietro Marcello. El suyo es un viaje a través de los sueños y miedos de cada generación, sin olvidar cierto toque romántico. Quizás la gran pregunta de nuestro tiempo ya se encuentre en su último título: ¿qué son las quimeras hoy? Todo lo que no se puede lograr, el espejismo de un horizonte mejor por construir. Para Alice Rohrwacher, la realidad no debe tender a una perfección artificial, geométrica y formal, a pesar del riesgo de parecer “desequilibrada”, sino que debe transfigurarse en cuento de hadas y en posibilidad de una reflexión universal sobre aquel lugar que da significado a las experiencias y es capaz de remodelar su forma.
*Artículo original publicado en el número de julio de 2024 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva