El Ramadán, “Ramaḍān”, es un tiempo muy especial para vivirlo en Medio Oriente, cada país, cada ciudad, tiene sus particularidades. Desde el bullicio celebrativo, a la puesta del sol, en El Cairo, con sus faroles, “fānūs”, millones de bombillas y adornos luminosos, sus dulces, “qatāyef” o “basbūsa”, o las calles inundadas de mesas interminables donde, literalmente, millones de personas comparten comida; a las celebraciones más tradicionales de Siria, con los “Masharāti”, quienes hacen sonar el tambor para despertar a los vecinos y que puedan tomar una comida, el “suḥūr”, cuya palabra española es “zahora”, servida antes de que la luz de la aurora extienda el tiempo de ayuno.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- EDITORIAL: Conversión a un nuevo orden mundial
- A FONDO: Cristianos y musulmanes: la alianza de los dátiles
- ENTREVISTA: Antonio Navarro: “Felicitar el Ramadán no implica claudicar de la fe”
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Pero en las escuelas de Tierra Santa, los jóvenes y los más pequeños viven también ciertas particularidades que acompañan este tiempo. Los franciscanos tenemos más de 14.000 alumnos entre Chipre, Líbano, Jordania, Palestina e Israel. Grandes colegios como Ammán, Jerusalén, Belén o Nazaret, algunos más pequeños como Keren Heller o Acre, y algunos apenas reformados y ampliados como Jericó y Caná, o los Jardines de infancia en Damasco, Beirut y Emaús. En definitiva, un rosario de centros de enseñanza, con algo más de un 55% de alumnos musulmanes, y en algunos casos, como Acre y Jericó, con un 80 y un 95% respectivamente. Alumnos con escolaridad entre los 3 o 4 años, hasta los jóvenes de 17, pendientes del equivalente a la EVAU.
Esta composición multireligiosa en las escuelas, con niños, niñas y jóvenes, católicos, ortodoxos, armenios, siriacos, coptos, sunníes, drusos; alawíes y chíies en la Trípoli del Líbano, o algún Bahai en Haifa, hacen que sean inesperados crisoles sociales, verdadera muestra de la riqueza de Medio Oriente, pues, además del hecho religioso, también está el hecho étnico, kurdos, armenios, árabes, arameos, dependiendo donde se encuentre la escuela.
Por estas razones, la vivencia religiosa es muy compartida, porque la Navidad, la Cuaresma, el Ramadán, la Fiesta del Sacrificio, o el Naw Rúz de los Bahiim, son fiestas, o tiempos fuertes, con vocación de ser compartidas con los compañeros de clase. Y, es ahí, que radica una particular belleza, ya que los niños son capaces de compartir aquello que les hace felices.
En todas las escuelas de la Custodia, los alumnos se reúnen en los patios, forman filas, por clases, y, cada día, uno de los profesores se dirige a ellos antes de permitirles el ingreso en las aulas. Es difícil saber, a tenor del discurso, si el profesor o la profesora son cristianos o musulmanes; pues las alocuciones expresan los valores que los diferentes tiempos fuertes de las diversas religiones quieren transmitir al ser humano. Este es el mensaje de las escuelas de Tierra Santa, vivir juntos, no vivir los unos al lado de los otros, pero dándonos la espalda.
Por esta razón, la llegada del Ramadán también se deja sentir en las escuelas. Se organizan diversos actos: jornadas lúdicas, recitales de poesía clásica, concursos para memorizar la mayor cantidad de versos posibles, poesía de composición propia. Concurso de dibujo, dejando ver como los más pequeños plasman las reuniones familiares, las cenas de ruptura del ayuno, el “Iftār”, o los regalos que suelen recibir los niños musulmanes por estas fechas, no en vano, lo zocos se llenan de juguetes para los más pequeños.
La búsqueda de Dios
En las escuelas cristianas del Medio Oriente, en todos los países, los niños de todas las religiones van juntos a clase, en 1800 se matricularon los primeros musulmanes, únicamente se separan para la clase de religión, donde cristianos tienen catecismo y musulmanes el estudio de la “sunna”, la tradición. Es en estas clases, donde los profesores musulmanes hacen hincapié en el significado del ramadán, sobre todo en su sentido más espiritual y profundo. El primer pilar de la celebración del ramadán es la intención: tener presente una intención, que puede ser para cada día o durante todo el mes lunar. Esta intención debe meditarse durante toda la jornada, llevada en la mente y en el corazón antes del “faŷr”, el inicio de la primera oración del día. A ello se une la búsqueda de un estado de paz que promueva el estado de conciencia divina. Después vendrá el ayuno, como instrumento para alcanzar el domino de sí, y elevar la mente hacia el propósito y la intención fijada.
El ramadán no es sólo ayuno, es la búsqueda de Dios más allá de los sentidos físicos, como lo es la cuaresma cristiana. Son caminos para transcender la materialidad del mundo, de los sentidos, del consumismo actual, y así encontrar el sosiego, la serenidad del espíritu. En definitiva, la comunión con Dios.
Este año, es un poco especial, pues el ramadán comenzó el 1 de marzo y se prolongará hasta la luna del 29. La cuaresma, católica y ortodoxa coinciden, y comenzaron el lunes 3 del mismo mes. Sí, digo bien, en Oriente todo se anticipa, y la ceniza se impone el lunes anterior al Miércoles de Ceniza. Con lo cual durante este mes, musulmanes y cristianos realizamos juntos ayuno, abstinencia, presentamos intenciones que llevamos en nuestra mente y nuestro corazón, realizamos obras de caridad, nos mostramos generosos con quien se encuentra en necesidad… y rezamos por la Paz, sobre todo rezamos por la PAZ.
En las escuelas, se ha determinado comenzar una hora más tarde. Los directores han acordado dar más tiempo a las madres de familia musulmanas, para preparar la comida anterior al ayuno y la cena de su ruptura, y la “muŷaddara” u otros platos de lentejas y verdura, a las madres cristianas, pues en Oriente, los cristianos suelen abstenerse de comer carne, huevos, pescado y productos lácteos, con lo cual el ayuno consiste en frugales comidas de verdura o la “muŷaddara” de lentejas y cebolla.
Y de esta forma, con algo menos de tiempo lectivo, con concursos poéticos, de dibujo, compartiendo dulces, juguetes nuevos, con paciencia, respeto, y con la intención en el corazón de seguir trabajando por la convivencia, el conocimiento mutuo y sobre todo por la paz en esta tierra, la paz en las familias y la paz en las conciencias, pasamos Cuaresma y Ramadán todos juntos. Decimos: Ramadán Karim (Ramadán generoso/ te sea generoso), y respondemos: Allahu Akram (Dios es el más generoso).
(…)