ANTONIO PELAYO | Corresponsal de Vida Nueva en Roma
Hace algunos meses llegó a Roma Aurelio García, sacerdote de Valladolid que entró a prestar servicio en la Congregación para el Culto Divino. Con su cara de no haber roto nunca un plato, Aurelio es un liturgista de primera y muy apreciado en su día (cuando fue a Roma a estudiar) por Piero Marini, que hubiera deseado que permaneciese en la Ciudad Eterna; pero él prefirió volver a su diócesis de origen, donde ha sido un magnífico rector del seminario.
Su entrada en la congregación ha sido bien acogida porque ese dicasterio está dirigido por un prefecto, Robert Sarah, que reconoce que de liturgia no sabe mucho y tiene como secretario a un obispo emérito inglés que tampoco anda muy sobrado de conocimientos sobre “el culto divino y la disciplina de los sacramentos”. Ahora ya tienen de quién echar mano para no cometer más deslices, como el recientemente lamentado.
Publicado en el número 3.007 de Vida Nueva. Ver sumario