Tribuna

Bahrein: un oasis de compleja convivencia

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Francisco vuelve a visitar el Golfo, a un país musulmán, y vuelve a situar la cuestión de la fraternidad universal como uno de los elementos clave de su pontificado. Lo hace después de una reciente visita a Kazajistán (70% población musulmana) y de las significativas visitas a Irak y Emiratos Árabes. Pero, ¿qué país se ha encontrado? Estas son las 5 claves fundamentales desde donde leer este viaje.



1. Un país de petróleo y finanzas

Vive de los hidrocarburos (un 19% del PIB) pero, como los Emiratos, ha hecho un esfuerzo enorme por convertirse en una plaza financiera (17% del PIB) para diversificar su economía cuando finalice la era del petróleo. Este hecho le ha atraído una gran cantidad de extranjeros que le suponen el 50% del total de habitantes, 1.472.204 (2020).

2. Un país mezcla de Occidente y de tradicionalismo árabe

Tal cantidad de extranjeros supone un reto descomunal para poner a convivir personas con valores éticos y principios religiosos muy diferentes: supone intentar mezclar estilos de vida occidentales con tradicionalismos árabes. Pocas sociedades han visto cambios tan drásticos en cuanto a formas de vida en tan poco tiempo como Bahréin y Emiratos, donde los abuelos eran sencillos pescadores y los nietos nadan entre petrodólares, donde los primeros vivían en sencillas casas de adobe y cañas y los nietos en rascacielos o palacios.

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3. Un país con retos sociales de gran envergadura

El sector de la construcción supone un 8% del PIB del país, necesario para la construcción de grandes rascacielos y mansiones de lujo. Para estas tareas, así como para los servicios, se requiere una ingente cantidad de mano de obra barata que se consigue fácilmente en países orientales. La mayoría de estos expatriados provienen de India, el 42,98%; de Egipto, el 11,49%; y de Bangladés, el 11,13%. Le siguen Pakistán, Filipinas e Indonesia. Sus condiciones de trabajo son pésimas así como sus derechos.

4. Un país que abandera la tolerancia religiosa

Un país con una población de tantos orígenes tiene que plantearse necesariamente un modelo de (al menos) tolerancia religiosa. Aunque la libertad religiosa supone ir más allá de la simple tolerancia, esta última es lo mínimo exigible para un país que tiene una población estable multi-confesional. El cristianismo supone un 10% y el hinduismo en torno a un 1,5%. Por ello, Bahréin ha querido abanderar la tolerancia respecto al cristianismo. El 10 de diciembre 2021 se inauguraba, aunque lejos del centro urbano, una gran catedral consagrada a Nuestra Señora de Arabia.

5. Un país con una complicada convivencia sunismo-chiismo

El mayor reto del país es el de la gobernanza entre sunitas y chiitas. No se trata necesariamente de un problema religioso, sino de un sentimiento de poco reconocimiento de la comunidad chiita, un 70%. La monarquía sunní gobierna con mano de hierro ante los riesgos que supone tal desproporción. Por todo ello, el papa Francisco no ha pasado por alto esta cuestión, proponiendo no solamente un diálogo interreligioso, sino también entre estas dos confesiones.

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