Tribuna

Bienaventurado quien combate la pornografía

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“En el pasado, los sacerdotes podían afrontar la pornografía como otros pecados; con Internet ahora existe la complejidad de la dependencia. Es evidente una falta de formación en la Iglesia en aquellos que deben ayudar a las personas a liberarse de esto. A veces la confesión no es suficiente: se necesita algo más fuerte y más duradero”. En esto insiste Puros de Corazón, una asociación fundada hace tres años, según cuenta Tebaldo Vinciguerra, “de una serie de reuniones entre personas que, entre Estados Unidos, Francia e Italia, cada uno en su propio rincón, estaban preocupados por la pornografía. Por ejemplo, yo había publicado un volumen sobre la enseñanza de los pontífices: ‘Pornografía. Lo que dice la Iglesia’, publicado por San Pablo”.



Uno de los principales problemas, explica, “es que la pornografía es un tabú. Hay quienes dicen mira, nosotros en la diócesis estamos trabajando en la familia, no tenemos tiempo para trabajar la pornografía. Pero la Iglesia es como un hospital de campaña: si hay una persona herida, las heridas deben tratarse de inmediato, no empezar curando el colesterol. Para aquellos que tienen este problema, no se puede hablar de comunicación en la pareja o de teología del cuerpo, si la herida no ha sido curada antes. De lo contrario, se está construyendo sobre la arena”.

Según Vinciguerra, “quizás no se ha afrontado como se debía el tema de la formación de los sacerdotes en afectividad, así como los temas de la castidad y de la abstinencia, conceptos a menudo confundidos”. Como dice el padre Sean Kilcawley, un sacerdote de Nebraska que colabora con Puros de Corazón, “si un sacerdote dependiente de la pornografía se confiesa con otro sacerdote dependiente de la pornografía, no van a ninguna parte”. El cristiano, especifica Vinciguerra, “religioso o laico, también casado, debe vivir la castidad serenamente sin ser sometido a una lucha interna. Poder mirar al otro con pureza, como en el Génesis: estaban desnudos y no había vergüenza. En cambio, la pornografía contamina los ojos”.

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La Iglesia no debe limitarse a reaccionar: “A una estructura de pecado, debe oponerse una estructura de gracia que contemple la prevención, la conciencia, la protección, la denuncia, el acompañamiento, la curación y el testimonio”. Se necesita la ayuda de todos, y “la combinación entre guía espiritual y terapeuta es indispensable. El apoyo de la fe es algo más amplio, pero el acompañante espiritual no puede ignorar o contradecir a quienes trabajan con la psique, los traumas, las adicciones y su parte fisiológica, hormonal y emocional”.

La pornografía ‘online’ “es tan impactante porque es barata, facilita anonimato y desinhibición, está siempre a mano y nunca dice no, al contrario que una persona real”. No siempre es fácil reconocer necesitar ayuda, y sin embargo esta ayuda debe ser calibrada por cada persona. Se desarrollan recorridos para adultos, pero “algunos terapeutas pueden testimoniar de chicos de 14 años que ya son consumidores habituales y continúan hundiéndose en la pornodependencia”. Es importante no minimizar: “Quien ha sido atrapado con el sexting o sufre pornovenganza vive situaciones gravísimas”. Padre de tres hijos, Vinciguerra se preocupa de la vulnerabilidad de los jóvenes, si bien “no es un problema solo para los jóvenes o menores de edad: también adultos, religiosos y esposos lo sufren”.

De la pornografía al horror

La Iglesia insiste en una sana antropología, y Vinciguerra percibe “un campo de batalla, el de la Ecología Humana: en el párrafo 155 de ‘Laudato si’’, el Papa Francisco evoca el cuerpo humano y sus significados”. La pornografía es “contaminación humana, a menudo es violenta sobre todo en relación con la mujer, promueve la irresponsabilidad, el sexo con cualquier y de cualquier manera, sin cuidar el respeto por el otro, es más, instrumentalizándolo. Es incompatible con el don de sí mismo, con el respeto de la dignidad humana. He hablado con carabineros, sacerdotes, analistas de internet: el consumidor es llevado por algoritmos para ir a la búsqueda de experiencias nuevas, del efebo, del adolescente, hacia grados crecientes de horror”.

Además, “aumenta la cantidad de pornografía pensada para el consumo de mujeres o producida por mujeres: quizá precisamente para formatear a las mujeres como la industria pornográfica las quisiera”. Tebaldo Vinciguerra es secretario y cofundador de Puros de Corazón, pero “lo esencial del mérito de la fundación es de nuestro presidente Luca Marelli, dirigente empresarial”. Los jóvenes responden bien a los tour y a los encuentros: “Al final, siempre hay alguno que nos sigue para pedirnos ayuda. Siempre”.

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