Villa Cura Brochero, nuevo destino de turismo religioso
¿Ser o no ser? La pregunta en boca de Hamlet sirve para graficar el estado de situación de Villa Cura Brochero, el pueblo de la provincia de Córdoba donde desarrolló la mayor parte de su labor pastoral el beato argentino que será proclamado santo el próximo 16 de octubre por el papa Francisco en el Vaticano.
Llamado a convertirse en uno de los principales destinos del turismo religioso en el país, el pueblo de siente mil habitantes ubicado en el Valle de Traslasierra, en el oeste de Córdoba, todavía no definió su perfil en relación al singular hecho de ser la “casa” del Cura Brochero y, por ende, el potencial lugar de destino de miles de peregrinos provenientes de otras latitudes.
“La transformación que se está dando es muy importante, puede cambiar nuestra realidad, en consonancia con el espíritu brocheriano”, afirmó a Vida Nueva el intendente de la localidad, Gustavo Pedernera. “Brochero ya tiene un perfil turístico, familiar”, sentenció.
Marcelo Arture, ex presidente del Centro de Comercio local, aporta su mirada crítica desde el sector privado. “Somos un pueblo turístico, pero nadie está convencido de ello. No hemos decidido qué queremos ser”. El ex responsable del Tribunal de Cuentas asegura que el perfil al que alude el intendente “todavía está en gestación”.
Su lugar en el mundo
Ambos entrevistados reconocieron que la canonización del Cura Brochero representa una oportunidad única para el pueblo que lleva su nombre. “Tenemos marketing gratuito, porque nuestra localidad está siendo mencionada todo el tiempo gracias al beato. Pero la cuestión es qué hacemos para que los turistas y peregrinos se queden en nuestra villa. Hasta ahora no hemos tenido un movimiento comercial que nos dejara algo, económicamente hablando”, explicitó Arture.
La ubicación geográfica de la ex Villa del Tránsito tiene sus bemoles. Aunque situada a tan solo 150 kilómetros de Córdoba capital, el atravesamiento de la Pampa de Achala presenta inconvenientes, ya que el Camino de las Altas Cumbres no está transitable durante todo el año –en invierno muchas veces se cierra por la nieve o el hielo– y muchos turistas prefieren evitarlo por los efectos de la altura –algunos tramos alcanza los 2.200 metros sobre el nivel del mar–. Por otra parte, no hay transporte directo desde el aeropuerto de Pajas Blancas y el servicio de micros a localidades cercanas como Villa Carlos Paz, por ejemplo, es deficitario. Desde Buenos Aires existen cinco servicios de ómnibus diarios, pero el viaje dura lo mismo que un vuelo a Madrid, 12 horas.
Pese a ello, la afluencia de peregrinos de otras provincias ha ido in crescendo en los últimos años, claro que, por lo general, bajan de un micro de turismo, visitan el santuario del “Cura Gaucho” y, en seguida, parten a pernoctar en otros sitios de las sierras cordobesas o puntanas, o en sus lugares de origen. Eso pudo constatarse el día de la beatificación, pese a que unas 180 mil personas participaron de la ceremonia. “A nadie de los que invirtieron y colocaron puestos para vender comidas o productos le fue bien, porque la gente vino apenas por unas horas y hasta se trajo su propia vianda”, recuerda el ex titular del Centro de Comercio.
La deuda interna
Villa Cura Brochero es un pueblo apacible y encantador, con mayoría de calles de tierra, ideal para pasar unas vacaciones veraniegas en familia. Arture describe sus puntos fuertes más allá de la atracción que ejerce el inminente santo. “Tenemos un río hermoso, unas sierras maravillosas y una gastronomía que no está explotada, con especialidades como el chivito, los alfajores, los pastelitos…”
Sin embargo, la infraestructura del lugar no seduce suficientemente a los visitantes, a excepción de la temporada alta. Uno de los motivos se encuentra en que la capacidad de alojamiento es insuficiente: hay muchas cabañas en la zona, pero prácticamente no existen hoteles –recientemente fue inaugurado uno de cinco estrellas, perteneciente a un sindicato– y las hosterías escasean. En este aspecto saca amplia ventaja la vecina Mina Clavero. En el Valle de Traslasierra en conjunto son alrededor de 40 mil plazas, “igual cantidad que en toda la ciudad de Salta”, de acuerdo a la comparación de Arture.
Una recorrida por la villa basta para observar que tampoco abundan los restaurantes, no existen centros comerciales y el edificio de la terminal de ómnibus –baños incluidos– deja mucho que desear. Eso sí, está a apenas una cuadra del santuario y de la hermosa plaza central, que fue remodelada íntegramente en vísperas de la beatificación de Brochero en 2013.
“La plaza es lo único que se hizo desde entonces, además del asfaltado de algunas calles”, subraya Arture, quien hace unos años dejó su actividad al frente de una hostería para dedicarse a un trabajo más redituable: reparar fotocopiadoras a tiempo completo.
El intendente Pedernera, quien milita en el Frente Cívico –agrupación afín al oficialismo nacional– y ocupa el cargo desde 2007, reivindica otras obras realizadas en los últimos años, como el cableado subterráneo y los desagües, y el mantenimiento de las fachadas en el casco histórico. El sitio web de la localidad también luce renovado. [sitio web: www.villacurabrochero.gov.ar]
Con todo, el mandatario reconoce que queda mucho por hacer para “captar mejor este momento”. Apunta a la capacitación en materia turística, a una matriz de crecimiento urbano ordenada, a la preservación del río Panaholma, a la construcción de cloacas y a la llegada del gas natural, además de la puesta en valor de la costanera y la construcción de un espacio para eventos y espectáculos. “Queremos que sea un proyecto sustentable a largo plazo, que convierta a Villa Cura Brochero en el primer destino de turismo religioso del país. Pero para realizar esas obras necesitamos contar con recursos económicos por parte de la Provincia y la Nación”, explicó.
¡Argentinos, a las cosas!
Pedernera admitió además que hasta el momento pocas veces han confluido en un trabajo conjunto el gobierno y el sector privado. Arture, por su parte, entiende que el puntapié inicial lo debe dar la municipalidad. A su juicio, uno de los problemas es que en la zona existe profusión de intendentes y jefes comunales, quienes “no se ponen de acuerdo con sus agendas y prioridades para concretar proyectos”. El ex presidente del Centro de Comercio destacó que Santiago Olivera, obispo de la diócesis de Cruz del Eje, ha sido “el principal motor” de varias de las obras realizadas en el pueblo.
Precisamente, deponer actitudes individualistas y ampliar la mira considerando a la región como una única “casa grande” –las localidades de Nono, Arroyo de los Patos, Mina Clavero, Villa Cura Brochero y San Lorenzo están separadas por apenas diez kilómetros–, son actitudes imprescindibles para el crecimiento, según argumentó Romina Durá, propietaria del restaurante El Patio del Abuelo, uno de los más frecuentados. La joven, en diálogo con Vida Nueva, sostuvo que en el pueblo “no hay capacidad de recibir a la gente, y ni siquiera se ofrecen paquetes turísticos integrados” a quienes visitan el lugar.
Oriunda de la zona, Durá está feliz por la próxima canonización del Cura Gaucho. “Más allá de lo comercial en sí, es una gratificación muy grande para los lugareños”, señala mientras una gigantografía de Brochero domina la escena en su restaurante. La misma imagen se repite en cada negocio de la villa: el primer santo ciento por ciento argentino está omnipresente, en forma de letreros, afiches o estatuillas.
Siendo que en vida el Cura Brochero bregó incansablemente por el desarrollo social y económico de una región tan postergada, las autoridades y los distintos sectores del pueblo homónimo están en deuda: la bendición de tener un santo entre ellos no se traduce aún en una mejora de la calidad de vida de sus habitantes.
MARCELO ANDROETTO