Tribuna

Cercanía… entre los sacerdotes: fraternidad diocesana y misión apostólica

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Ala luz de lo que el papa Francisco dijo sobre la “cercanía entre los sacerdotes”, me referiré, sobre todo, a esa cercanía entre los que comparten el mismo presbiterio diocesano. De entrada, hay una pauta al respecto que me parece importante: la fraternidad sacerdotal hay que vivirla en lo concreto, ceñidos a la realidad diocesana, cuidando mucho los pequeños detalles. El n. 8 del decreto Presbiterorum ordinis (“Unión y cooperación fraterna entre los presbíteros”) lo deja muy claro. Habría que leer este número repetidas veces para ver por dónde andamos.



Hace unos pocos años, en septiembre de 2018, en un retiro al inicio del curso pastoral, aquí en nuestra Diócesis de Palencia, nos hacíamos esta pregunta: si nos miramos a nosotros mismos, los presbíteros de esta hora, ¿cómo nos vemos? La respuesta era unánime: “Somos menos, más mayores y con más responsabilidades”. Y así seguimos. No quiere esto decir que andemos desmotivados o pastoralmente perdidos; pero el cansancio existencial se va acumulando, sobre todo cuando se suman nuevas tareas a las que ya se tienen.

No “ir por libre”

Bien es verdad que la razón última de la fraternidad diocesana no radica en ser más útiles o empresarialmente más eficaces; pero ni siquiera en que, al ser menos, nos necesitamos más. La razón última de la fraternidad diocesana hay que ir a buscarla a la misión apostólica. Los presbíteros, más allá de las tareas concretas, tenemos una misma missio apostolica, y los diocesanos la tenemos volcada en esta parcela de la Iglesia que es la diócesis. Lo cual nos exige compenetración, identidad de miras y no andar cada uno por su lado. Nuestra missio es co-missio (misión corresponsable). Por tanto, no debemos “ir por libre”, cultivando cotos privados o actuando como “llaneros solitarios”.

A

Desde nuestra experiencia diocesana, cada mes, nos centramos en tres momentos de la vida personal y pastoral:

  • En primer lugar, cuidamos los retiros, bien preparados y motivados. Con espacios comunes de oración, reflexión y silencio. Después, compartimos algunos problemas puntuales, buscando respuestas o pistas que nos ayuden a ver claro y a unir esfuerzos. En algunos arciprestazgos solemos concluir con un ágape fraterno.
  • En segundo lugar, en otro encuentro mensual, revisamos nuestro trabajo pastoral, buscando converger, corregir fallos y aunar esfuerzos.
  • Tenemos, en tercer lugar, nuestra permanente formación teológica y apostólica, además de cursos específicos sobre temas actuales y otras charlas o conferencias con motivo de acontecimientos eclesiales y diocesanos.

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