Seguimos en 2020. Aunque haya gente deseando ya arrancar la primera hoja de 2021, todavía quedan varios meses. Casi nunca hemos sabido qué iba a pasar la semana que viene, pero hoy somos más conscientes de ello. Nuestras sociedades, y nosotros con ellas, hemos descubierto el valor de muchas personas que teníamos cerca. Lo vivido nos ha enseñado cuánto dependemos unos de otros, qué grande es la deuda que nos tenemos, qué verdad es eso de que vamos todos en la misma barca.
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Los aficionados de un equipo de fútbol suelen recordar de memoria personas, momentos y alienaciones. Y defienden sus argumentos con pasión. “La mejor delantera fue la de la final de copa del 64”, “la que le hizo tantos goles a…”.
Los buenos fichajes
Los españoles (imagino que las gentes de otros lugares también) hemos comprobado estos meses qué buenos fichajes hay en los centros de salud y los hospitales, las comisarías y cuarteles, las cajas de los supermercados y al volante de los camiones, entre los cuidadores de las residencias de ancianos y las escuelas… Los puntos suspensivos hablan de la generosidad callada de miles de personas, muchas de ellas cristianas, que han estado en la primera fila del cuidado, del cariño, del sacrificio.
Hace unos días los católicos hemos recordado el valor de la vida contemplativa, de los hermanos y hermanas que se dedican a la oración, a la intercesión por todos. ¡Qué defensa de primera!, ¡qué apostolado de vanguardia! En torno a la fiesta del Corpus, un año más, vamos a recordar todo lo que Caritas significa. ¡Titulares indiscutibles! Hermanos y hermanas de todas las edades que meten los mejores goles, los de la caridad. Goles que a veces entran por la escuadra de quien estira un euro hasta convertirlo en diez; de quien se las arregla para encontrar siempre tiempo, hueco y sonrisa para los otros; de quienes ya estaban ahí cuando nadie sabía qué era un corona-virus y lo seguirán estando cuando los bichos ya no sean noticia en el telediario.
Con todos
Cáritas, Cáritas en el campo y en la ciudad. Con los mayores y con los jóvenes. Con grandes familias y con quienes viven solos. Con blancos, negros y gente de otros colores. Con las cajas de leche y alubias y con los serios estudios de previsión económica y análisis social que desenmascaran con más profesionalidad que nadie los rostros de la pobreza. Cáritas Internacional y Cáritas diocesana; Cáritas arciprestal y Cáritas parroquial. Un sitio en el que se te pregunta quién eres, pero para llamarte por tu nombre. Un lugar en el que se te pregunta de dónde vienes, qué necesitas, qué puedes compartir.
¿Qué sería de muchos de nosotros sin el ejemplo de Cáritas? Mil cosas pasarán: partidos, gobiernos, colores, trifulcas, programas, espectáculos y fuegos artificiales, pero en silencio, sin llamar la atención, acompañando y acariciando, Cáritas seguirá en su sitio. ¡Muchísimas gracias!