Como no existe una mujer sino muchas mujeres, en contextos diferentes, voy a presentar sobre ellas pequeñas pinceladas, a modo de cuadro impresionista que no pretende describir con detalle los desafíos sino evocarlos, provocar una primera impresión que nos acerque a la gran riqueza de matices de esta realidad.
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Si pienso en mujeres del Sur global, una primera pincelada evocaría la imperiosa necesidad de que hablen desde lo que viven y de que, quienes vivimos en otros hemisferios, estemos dispuestas a escucharlas; que el acercamiento entre Norte y Sur exprese con viveza el compromiso de Jesús de Nazaret por una Iglesia fraterna, hermana.
Si pienso en mujeres muy mayores que pueblan las parroquias en cualquier ciudad o pueblo de nuestra geografía, que siguen yendo a misa y al rosario todos los días, las pinceladas irían por reconocer en ellas a expresiones vivas de Ana en el Templo de Jerusalén, de fidelidad extrema, formando pueblo, y no reductos de especies en extinción, reconociéndonos con ellas pueblo vivo y activo.
Si pienso en mujeres jóvenes que viven su pertenencia eclesial desde variados planteamientos feministas, que entienden lenguajes que a las anteriores mujeres les resultan totalmente crípticos –orientación sexual, identidad de género, LGTBIQ+, etc.–, las pinceladas irían por hacer de la Iglesia un espacio inclusivo, abierto, enriquecido por múltiples identidades.
Si pienso en mujeres pensadoras de los más variados ámbitos del pensamiento –filosofía, teología, psicología, biología, astronomía, política, literatura, etc.–, las pinceladas irían por hacer posible que la Iglesia acompase sus pasos al de los nuevos horizontes abiertos de la mano del pensamiento, la crítica, la reflexión, la investigación, el arte hoy.
Denuncia del abuso
Si pienso en mujeres maltratadas–violadas, atemorizadas por maridos y por varones célibes abusadores que detentan abusadoramente el poder–, las pinceladas irían por la denuncia sin miramientos ni tapujos de estas situaciones, por un compromiso activo en el desvelamiento de tanto rincón oscuro y devastador que continúa haciendo de las mujeres tierras arrasadas.
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