Tribuna

Cuando los trazos del Evangelio son trozos de vida

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Al acercarme al libro ‘Trazos de evangelio, trozos de vida’ (PPC), de José Moreno Losada, he podido saborear cada palabra, frase, párrafo y capítulo. Literalmente he  ido descubriendo los trazos de Evangelio que nos presenta, con sus comentarios y trozos de vida. Es ahí donde todos mis recuerdos vuelven a la memoria. Al comienzo de todo, el primer día que lo conocí.



Exclamó Jesús: “Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla” (Mt 11, 25-27). Es así como me siento, el encuentro con Pepe fue la relevación de la Buena Noticia. Recuerdo el primer día de clases con él, para los que no lo sepáis me dio clases en la universidad. Y pensé, como mola este dando las clases, no solo porque es alegre y transmite vida sino porque todo lo que nos contaba era lo que hoy se refleja en el libro: un Evangelio encarnado en la realidad. Siempre me acuerdo de una frase que él me dijo en esa época: No sólo pases por la Universidad, sino que deja que la Universidad pase por ti. Esa frase la llevo a cualquier ámbito de mi vida.

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”. (Jn 15:16)

Es ahí donde me sentí llamada a participar en un encuentro de jóvenes, la JEC. Actualmente lo pienso y no lo elegí yo, sino que Él me eligió.  Fue en ese momento donde comencé a descubrir a ese Jesús pequeño y encarnado, a observar a mi alrededor con los ojos de un Dios misericordioso, a confirma que el Evangelio está vivo en nuestro día a día y donde ponemos nombres, rostros, vidas… e historias de personas desconocidas pero que no me son ajenas, de personas cercanas e incluso propias.

Luz, sal y hogar

En todo el camino que he recorrido, Pepe ha sido siempre un referente porque me ha enseñado a pararme, a saborear cada momento y a observar el mundo con otra mirada. Y no con palabras sino con sus propias acciones, con su propia vida.  Agradezco al Padre que lo haya puesto en mi camino para que me acompañe y estoy segura que para cada trocito de vida que cuenta en su libro él ha sido luz, sal, hogar, acogida, puente, belleza, cuidado, descanso… y mucho más porque creo que con su ejemplo es puente de comunión y de fraternidad entre Dios y las personas que se encuentra en su camino.

Librojosemorenolosada

En cada historia, en cada rostro y en cada vida que he ido leyendo me ha hecho darme cuenta que todos vivimos en nuestras debilidades y fragilidades pero que es ahí cuando Dios está más presente que nunca y donde somos más fuerte, junto con otros, creando puentes. Que el amor venció a la muerte. Qué Él se hizo pequeño y de carne para estar entre nosotros. Que la vida es un regalo y debemos aprovecharla al máximo.

Yo hoy me siento afortunada por formar parte de una comunidad con muchos referentes (donde Él es uno de ellos) y con unas herramientas como la Revisión de vida, el Proyecto Personal de vida y Acción, la Lectura Creyente que me han ido ayudando a caminar con otros para transformar la realidad en la que vivimos para que exista una sociedad más justa y fraterna.

Desde la verdad

Al leer el libro he podido sentirme parte de él, he sentido como el Evangelio es verdad porque es vida. Podemos ver como se encuentra con niños, con jóvenes, adultos y ancianos, con religiosas y obispos, con inmigrantes y extranjeros, con personas sin hogar, personas con diversidad funcional… con tantas personas que estoy segura que se siente privilegiado, pero aún así él entra descalzo en cada una de esas vidas para acoger, cuidar y acompañar.

“Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis” (Mt 10,8)

El otro día me encontré con un compañero, Agustín que al presentarme a su novia le decía ella es Carmen, una compañera que siempre estaba para los 80 compañeros de clase, siempre estaba dispuesta a ayudar a todos. Y me decía: me acuerdo mucho de Pepe y de ti. ¡Qué bonito es saber que lo que recibes gratis es porque lo has dado gratis!

Me gustaría acabar con un texto de Eduardo Galeano que creo que refleja muy bien a Pepe y un pequeño poema:

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo” (Eduardo Galeano)

 

Que tus ojos me miren,

tus oídos me escuchen,

tus labios me besen,

tu aliento me aliente,

tus manos me acaricien,

tus brazos me abracen,

tus pies me acompañen,

tu boca me llame,

con ese nombre profundo

que sólo Tú conoces

y que tú mismo grabaste a fuego,

desde siempre,

en el hondo de mis entrañas.