Tribuna

Cuerpos y milagros

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El misterio de la encarnación es la esencia misma de la fe cristiana: un Dios que se hace carne, que toma un cuerpo mortal y recorre los caminos de la humanidad. Es la novedad inaudita y revolucionaria que el cristianismo introduce en la historia. Y a esto le sumamos la forma en que esto sucede: una virgen se encuentra embarazada por obra del Espíritu Santo y da a luz un hijo, que es el Hijo de Dios, sin haber conocido varón alguno. Un hecho imposible de explicar y que solo puede abrazarse con fe, un acontecimiento que comúnmente llamamos “milagro”.



Un milagro es “algo maravilloso que hay que admirar”, y de hecho se aplica a obras de arte, a paisajes naturales impresionantes y a fantasías extrañas y sorprendentes. Y es con el cristianismo que el milagro trasciende a un acontecimiento que supera las leyes de la naturaleza y revela el poder de Dios. Y los milagros más evidentes –aquellos que a lo largo de dos mil años de historia cristiana han cuestionado, provocado y acrecentado una literatura compuesta de leyendas y hechos reales– son los vinculados al cuerpo humano, a las curaciones prodigiosas. El cine ha contribuido al relato de milagros de esta magnitud, ligados a la corporalidad humana, muchas veces a la femenina, más fácilmente asociada que la masculina a los conceptos de gracia, sensibilidad y fragilidad.

Y cuando hablamos de curaciones milagrosas, la asociación mental inmediata nos lleva a Lourdes, a ese pueblo del sur de Francia que se hizo famoso gracias a las apariciones de la Virgen a la pequeña Bernadette en 1858. Hoy es destino de numerosas peregrinaciones, especialmente de enfermos que buscan allí una cura milagrosa bebiendo o bañándose en los baños alimentados por los manantiales que brotan de la gruta de la aparición. Se estima que en 150 años se han declarado 7.500 curaciones milagrosas, de las cuales solo 70 han sido reconocidas por la Iglesia católica como milagros y, de ellas, ocho de cada diez son de mujeres.

Premiada por la crítica

‘The Miracle Club’ (2023) cuenta el viaje a Lourdes en busca de un milagro de tres mujeres irlandesas que nunca han salido de Dublín. Interpretadas por Maggie Smith, Kathy Bates y Laura Linney, logran hacer realidad su sueño. Lejos del tono ligero y melodramático de Lourdes (2009), escrita y dirigida por la austriaca Jessica Hausner, fue presentada en el 66º Festival de Cine de Venecia donde recibió tanto el Premio Signis, otorgado por la Organización Católica de Cine, como el Premio Brian otorgado por la Unión de Ateos y Agnósticos Racionalistas. En la película, la joven Christine, atrapada en una silla de ruedas debido a la esclerosis múltiple, participa en una peregrinación a Lourdes. Allí se recupera de su enfermedad y esta situación repentina e inesperada, en lugar de poner en duda el origen milagroso del acontecimiento, pone de relieve las reacciones de los demás participantes en el viaje.

Hausner, con un estilo casi documental e inspirado en Aki Kaurismäki y Jacques Tati, indaga en el alma humana que se enfrenta a lo desconocido y a lo irracional y lleva al espectador a adentrarse en el cuerpo y la mirada de Christine, una sublime Sylvie Testud, premiada como mejor actriz con el European Film Award.

Sylvie Testud en ‘Lourdes’ de Jessica Hausner

Es un personaje que se hace querer y casi cómico por su mezcla de dulzura y reserva que asocia a su bloqueo físico. Es una mujer que no pide ni espera nada de nadie, pero que se deja vivir en la desesperación. Aunque reza mucho menos que los demás y participa en peregrinaciones solo porque es la única manera de salir de casa, es ella quien experimenta el milagro y con él una aparente felicidad, baila y se enamora. Luego vuelve a tener dudas y caer en el absurdo cotidiano de la vida.

La protagonista de ‘Piccolo corpo’ (2021), la ópera prima de Laura Samani, premiada como mejor directora debutante en los David di Donatello y en los Premios del Cine Europeo, parte de una historia completamente diferente. Aquí Ágata, una joven de un pequeño pueblo pesquero de finales del siglo XIX, no puede resignarse a la idea de que su hija nacida muerta esté en el Limbo porque, según el Derecho canónico, no puede ser bautizada. Al enterarse de que en las montañas nevadas de Val Dolais hay una iglesia en la que se despierta a los niños que nacen muertos el tiempo suficiente para tomar el aliento necesario para el bautismo, Ágata emprende un arduo viaje lleno de obstáculos, en el que la acompañará Lince, personaje ambiguo y enigmático que conoce todos los secretos de la montaña. En este caso, la protagonista busca desesperadamente el milagro, que para ella equivale a esa esperanza indomable que le da vida.

Su cuerpo joven y pequeño, herido por la muerte y marcado por la leche que su pecho sigue produciendo, guarda la caja de madera que contiene los restos del niño fallecido, casi un tabernáculo que para ella representa “la presencia real” que sostiene cada uno de sus esfuerzos. Ágata, en contra de la opinión de los propios mineros, decide cruzar los oscuros y estrechos túneles de una cueva de la que nadie regresa jamás. Es la imagen misma de la fe que busca un milagro y a él se aferra, capaz de moverse e intentar superar caminos difíciles de transitar.

Celeste Cescutti en ‘Piccolo corpo’ de Laura Samani

‘Les Innocentes’ (2016) dirigida por Anne Fontaine está dedicada al milagro de la vida, capaz de vencer incluso la violencia más siniestra y brutal. En 1945 una joven estudiante de medicina francesa se encuentra en un convento polaco donde varias monjas se quedan embarazadas tras haber sido violadas repetidamente por soldados soviéticos. El terrible hecho, superada la amargura de los escándalos, se convertirá en una oportunidad para acoger también a los huérfanos del país y generar y regenerar la vida. Una novicia víctima de violencia sexual es también la protagonista de ‘Miracle’ (2021), presentada en Venecia. En la película de Bogdan Apetri un milagro resuelve la historia, a la manera de los misterios populares, pero no ofrece respuestas certeras. Lo que sucede podría ser una intervención desde arriba o un simple deseo hecho realidad.

Lo que une a todas las mujeres protagonistas de estas películas es, quizás, el valor de buscar el milagro o de sufrir las consecuencias, unido a una fina sensibilidad para leer la realidad. Lo cual entonces, tal vez sea precisamente la condición necesaria para que se reconozca un milagro, real o presunto.


*Artículo original publicado en el número de julio de 2024 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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