Tribuna

Cuidar de nuestros mayores, una prioridad para la vida religiosa

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El Grupo de reflexión sobre asuntos económicos creado por la CONFER recientemente tuvo su primer espacio de reflexión en las cuatro jornadas celebradas en marzo para estudiar y dialogar sobre la Gestión sostenible de los Institutos, en las que se pusieron sobre la mesa distintos bloques de temas significativos que requerían una planificación a medio y largo plazo. El primer asunto cuya problemática y posibles soluciones hemos querido enfrentar por su actualidad y apremio, ha sido el de la atención y cuidado de nuestros mayores. A tal fin, se han celebrado en la CONFER dos jornadas en la segunda semana de junio con la asistencia de cerca de 60 superiores mayores de distintos Institutos, para buscar respuestas entre todos a una realidad que se hace cada vez más presente en la vida religiosa: la acumulación de personas mayores y enfermas en nuestras comunidades debido al aumento de la edad media.

Realidad que tiene dos raíces principales. La primera, la gran explosión vocacional que se produjo en España a partir de los años 40 y 50, en la que los ingresos en los noviciados fueron muy numerosos (las crónicas hablan de promociones de hasta 200 y 300 miembros). Y segunda, el brusco cambio de tendencia a partir de los años 70 y 80, en los que los ingresos se han ido reduciendo a mínimos, o ninguno. Para intuir la situación, bastará observar que quien hizo sus primeros votos con 20 años en 1950 hoy tiene 90. Sin olvidar otro motivo muy real como es el aumento de la esperanza de vida de la sociedad española.

mayores ancianos

Pero ahora, las gracias a Dios por todas esas vocaciones a lo largo de todas estas décadas deben ir acompañadas por criterios, proyectos, fórmulas y procedimientos concretos que atiendan debida y fraternalmente a todos esos mayores, que después de una vida entregada, empiezan a llenar nuestras casas, nuestras enfermerías para atender integralmente su salud (sea física, cognitiva, emocional, relacional, social o espiritual), y que requieren de equipos de profesionales preparados y formados que se integren en el marco propio del mundo religioso. En dichas jornadas se habló de posibles fórmulas estructurales: residencias institucionales específicas, residencias intercongregacionales, residencias mixtas para religiosos y laicos, enfermerías, y otras posibles combinaciones. Sin olvidar el importante capítulo de la financiación de todos estos proyectos y estructuras, que como se puede suponer, incrementan enormemente el normal mantenimiento de una persona adulta con salud y necesidades habituales estándar.

Es fácil colegir que, estas primeras reuniones han sido insuficientes para abarcar, y menos dar soluciones concretas, a una problemática tan amplia y diversa. Con todo, su resultado ha sido muy positivo, pues se ha podido poner nombre a las posibles soluciones, precisar por dónde encontrar las respuestas, cuantificar, al menos aproximadamente, las necesidades físicas, estructurales y económicas, y, sobre todo, dar el primer paso en la solución de una situación excepcional en la Vida Religiosa española actual.

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