Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios culturales y profesor de la Universidad de las Artes de Berlín. Ha publicado una serie de libros que han sido ampliamente comentados y criticados por diversos sectores de la academia. Uno de ellos se llama El corazón de Heidegger – El concepto de ‘estado de ánimo’, publicado al español por la Editorial Herder en 2021. En el libro comenta que “la sentencia bíblica ‘Cuida tu corazón más que otra cosa, porque él es la fuente de la vida’, que hoy sigue colgado en la puerta de la casa de Heidegger, tendrá que haber sido el lema de su pensar. El arte de la vida o el arte amatorio de Heidegger consistió en preocuparse con todo su afán por el ser o por el todo”.
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“Cuida tu corazón más que otra cosa, porque él es la fuente de la vida” (Pr 4,23) Efectivamente, el corazón es el espacio íntimo en el cual se concentra todo el valor y sentido de la vida humana. “Como en el agua el rostro corresponde al rostro, Así el corazón del hombre al del hombre” (Pr 27,19). También Pedro nos recuerda lo fundamental del corazón en la vida humana al advertir que nuestro atavío sea “el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3,3-4). Por ello, solicitamos siempre a Dios que nos dé un corazón limpio para que renueve un espíritu recto dentro de mí (cfr. Sal 51, 10).
Pero ¿qué es el corazón?
El poeta Paul Celan escribe que “quien de noche se arranca el corazón del pecho y lo lanza a lo alto: ese no yerra el blanco”. Vaya que Celan supo de estas cuestiones, pues su corazón tuvo que beber lo amargo de la leche negra del alba. El corazón es un recinto sagrado para todas las espiritualidades en todo tiempo y espacio. No se trata de esa fuente donde mana sangre, sino de un símbolo que representa lo más íntimo del ser humana, efectivamente, fuente de vida, donde se definen las acciones humanas. “El corazón te late, nacimiento del ritmo, más allá de las oposiciones, del adentro y del afuera, de la representación consciente y del archivo abandonado”, resaltará Derrida.
En el corazón, como espacio íntimo del hombre, cobra forma la primera ley que, como señala Antonio Rosmini, “es la primera idea o noción con la que formamos los juicios morales”. Espacio donde se forja la subjetividad. Donde la palabra ser toma alas para significar la primera actividad y toda actividad (Rosmini). Por ello, se volvió el lugar donde María guardaba las cosas importantes, es decir, toda la luz del Evangelio que primero estuvo en su vientre. Espacio vital sobre el cual Cristo advirtió que no era dañino lo que a él entrara, sino lo que de él saliera (cfr. Mt 15,18).
Lo que de él sale
En ¡Qué significa pensar?, Heidegger escribe que pensamiento significa, originalmente, el ánimo, el corazón, “el fondo del corazón, lo más íntimo del hombre, que está lo más lejos hacia fuera y que alcanza lo más extremo”. Lo que hay de principal en el alma humana no lo coloca Jesucristo en el cerebro como hará Platón, sino en el corazón y según esta opinión, como resaltará San Jerónimo, “son reprensibles los que opinan que todos los pensamientos son resultado de las sugestiones del demonio y no de la propia voluntad del hombre”. Precisamente por ello, el papa Francisco solicita al cristiano aprender a cuidar su corazón de las pasiones y de los ruidos mundanos, para estar atento y poder acoger en cada momento la gracia de Dios.
El papa nos recuerda que siempre “existe un momento favorable” para acoger el don gratuito de la gracia de Dios, y ese momento es ahora. El cristiano, tiene que ser consciente y por lo tanto tener el corazón preparado para recibir este don, un corazón libre del “ruido mundano” que es “el ruido del diablo”. Nos lo recuerda con su palabra, pero también con su ejemplo. Cuidar el corazón implica mantenerlo ajeno de las pasiones, alejando de nosotros cada ruido que no viene del Señor, alejando las cosas “que nos quitan la paz”. “El corazón es custodiado por la humildad, la mansedumbre, nunca por las luchas, las guerras”. Aprendamos a cuidar nuestro corazón. Paz y Bien.
Por Valmore Muñoz Arteaga. Director del Colegio Antonio Rosmini. Maracaibo – Venezuela