Tribuna

Dar lo mejor de uno mismo

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Aprovechando el éxito de la gran deportista Teresa Perales y algunas de sus declaraciones, nos queremos sumar al reconocimiento mundial de esta gran atleta, al mismo tiempo que resaltar el esfuerzo efectuado por todas y todos los atletas participantes en los Juegos Paralímpicos de París 2024.



Frater es un movimiento laical y de apostolado de personas laicas con discapacidad que dirige en Castellón un Centro de promoción personal e inclusión social que desde sus orígenes ha considerado la importancia del deporte entre otras muchas de las actividades que realiza con sus participantes, todos ellos con discapacidades muy importantes. El deporte es fuente de motivación y promoción de la salud, conduciendo siempre a la persona que lo práctica, con discapacidad o no, a superar la pasividad, ponerse en marcha, motivado siempre por la acción.

Y esta no tiene por qué estar siempre orientada a la transformación de la realidad. La persona puede crearse o recrearse en el ocio, en la contemplación, en el conocimiento de uno mismo y sus límites, en el contacto con la naturaleza, en el compartir experiencias con el otro, en dejar que pase el tiempo de forma pausada o rápida, no importa, cuidarse para cuidar; en definitiva, el deporte (como recoge el Documento sobre la perspectiva cristiana del deporte del Dicasterio para los Laicos –01/06/2018–) proporciona a la persona la oportunidad de Dar lo mejor de uno mismo.

Ilustración de tres deportistas en sillas de ruedas. Juegos paralímpicos

El ejercicio físico, más o menos intenso, es siempre fuente de vitalidad. La práctica de una rutina de acciones orientadas a un fin que no tiene por qué ser competitivo dentro de un plan más o menos continuado en el tiempo, es capaz de generar en nosotros el efecto de pequeñas píldoras de la felicidad que introducen en nuestra conciencia estados de bienestar, ganas de vivir, ilusión, fortalecimiento de la voluntad y otros muchos elementos esencialmente buenos, de forma saludable. En nuestro Centro, la boccia, la natación, los circuitos, etc. son esos deportes inclusivos que practicamos a diario sin mayor pretensión que llenarnos de vida. No es poca cosa.

Fortalecer la autoestima y la confianza

La vida misma es como una carrera, para nosotros llena de obstáculos que superar. Pretendemos conseguir la conservación y mejora de las capacidades físicas y mentales, fortaleciendo la autoestima, aumentando la confianza en capacidades y competencias. Todo ello nos permite profundizar en la socialización e inclusión comunitaria. Para un deportista con discapacidad, el reto siempre es conseguir el mayor éxito, que en las competiciones es traducido en medallas, para nosotros, además, el desafío es superarnos día a día y competir también buscando dar visibilidad a nuestro colectivo. Y para nosotros, como creyentes, todas las metas conquistadas, todas las medallas y triunfos conseguidos se convierten en signos que iluminan también nuestro caminar interior hacia la meta más alta, el encuentro con Jesucristo que llena nuestro corazón de alegría. Como decía san Pablo, también nosotros aspiramos a poder gritar un día: “He concluido mi carrera, he conservado la fe” (2Tim 4,7).

Queda todavía mucho por conseguir para que la inclusión sea efectiva. Seguimos relegados tanto en los medios de comunicación como en la sociedad, aunque es importante reconocer todo lo conseguido por nuestro colectivo en poco más de 40 años de lucha de reivindicación por nuestros derechos y de participación a todos los niveles. Años de esfuerzo que van dando sus frutos y que no podemos conformarnos con lo conseguido, porque la experiencia nos demuestra que lo nuestro, nuestras conquistas, están siempre en peligro. La lucha ha de continuar con la esperanza puesta en que algún día ambas competiciones, las olímpicas y las paralímpicas, compitan en el mismo plano y al mismo tiempo.

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