“La libertad es difícil,
eso dicen los cobardes.
Amigo, no es lo que cuesta,
es mucho más lo que vale”.
Los primeros achaques, las primeras dolamas, los exámenes, diagnósticos y las advertencias de que ya no eres tan joven, son como presagios de que a la vuelta de cualquier esquina llegará la vejez a darte los buenos días. Es una experiencia común para quienes pasan de cierta edad y, usualmente, toma por sorpresa. Pero, la verdad sea dicha, estoy muy bien, gracias. ¿Y ustedes? Déjenme saber.
- OFERTA: Esta Navidad, regala Vida Nueva: la suscripción a la revista en papel para todo el año por solo 99,99 euros
- PODCAST: La Iglesia transforma su voluntariado
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Para Juan el Bautista, la oportunidad de tener la experiencia personal de la dureza de la vejez no ocurriría. Completamente joven y vigoroso, curtido en el desierto, esa vivencia no ocurriría. Para él sería la muerte violenta, caer víctima de las intrigas de palacio y del odio que provocaba en algunos su entrega a la profecía. Pero él tenía una misión, un propósito y no había poder humano que le detuviera en su afán por “allanar el camino” para la llegada del Mesías. Desde la cárcel, donde le aguardaba el hacha del verdugo, era un hombre libre. Desde allí envió a sus discípulos a ver a Jesús y les instruyó para que le preguntaran si era Él quien tanto esperaban o si tenían que seguir aguardando. Juan el Bautista era libre y con esa libertad era que tenía el valor de cumplir su misión hasta el último momento y dictar a sus seguidores el camino de las grandes luchas hacia la salvación.
Cumplir con nuestro deber
Pienso que vale la pena que, en el tiempo de adviento, cuando nos preparamos espiritualmente para la llegada del Niño Dios, reflexionemos sobre la libertad. Ese don divino que nos permite cumplir con nuestro deber, aunque estemos pasando por las peores dificultades. Allanar el camino de la redención, para nosotros y nuestros hijos, debe partir desde la lucha por la libertad. Por mucho que nos cueste ser libres, lo importante es lo que vale. Las tentaciones, los miedos, los dolores del alma, nos llaman a la cobardía. La voluntad de ser libres, nos animan a ser valientes, a transformarlo todo.
Todavía yo era muy joven cuando se puso de moda la canción en homenaje a los luchadores de la libertad centroamericana ‘Máximo Chamorro’, compuesta por el compatriota, Catalino ‘Tite’ Curet Alonso y popularizada por Ubaldo ‘Lalo’ Rodríguez, quien falleció en días recientes. De esa canción he tomado los versos que sirven de motivo en esta reflexión. ¡Gracias Tite, gracias Lalo, y mil gracias a los héroes centroamericanos que inspiraron con su valentía y compromiso por la libertad esta canción!
Soy de una pequeña nación caribeña esclava en la que se propicia que se hable mucho de la libertad, siempre y cuando no sea en serio. Se toma a la ligera la libertad para referirse a hacer lo que a uno le venga en gana, o, mejor dicho, para ser esclavo de las ganas.
Pero si el cura habla de la libertad de verdad, de cumplir el deber de caminar con el pueblo para romper las cadenas de la opresión y tomar conciencia de su dignidad entonces ya es algo muy difícil, ya anda el cura metido en política. Pero, amigo, la libertad no se mide por lo que cuesta, sino por lo que vale.
Les animo con todas fuerzas de mi corazón a que construyamos la libertad desde el cumplimiento del deber. ¡Juan Bautista fue gran testigo! Preparemos juntos el camino…