En septiembre de 2014 en Brasilia se conformaba la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) con la participación de muchas personas, espacios y entidades de Iglesia, entre ellas Sebastián Mora, secretario General de Cáritas Española por entonces.
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Cáritas, desde tiempo atrás, venía acompañando y haciendo presente su colaboración en múltiples lugares de la Panamazonía; incluso participó de las manos de Eva Cruz y Mª José Nieto (Pepa) en la primera semilla precursora de Puyo, Ecuador; donde estos días estamos celebrando el Comité Ampliado de los 10 años de la red.
Nacía así, casi a la par que el pontificado de Francisco, una propuesta de otra Iglesia que se había unido desde lo territorial y desde los carismas (Conferencias Episcopales, congregaciones religiosas y Cáritas) para compartir los dolores de las personas invisibilizadas, de las descartadas, en todos los países que conforman la Panamazonía: Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Suriname, Guayana Francesa y Guayana. Preferencialmente los de los pueblos y comunidades ancestrales, dada su extrema vulnerabilidad ante un mundo de extracción voraz y contaminación de la tierra, el aire y el agua.
Sus dos rasgos más relevantes fueron la escucha del territorio (referencia del caminar común); y la sinodalidad (Iglesia circular, pueblo de Dios). Y desde su experimentarlo, encauzarlo (proceso de escucha para el Sínodo de la Amazonía) y estructurarlo; ha sido crisol para muchos otros procesos y espacios (Sínodo de la Sinodalidad, REMAM y REDCHAG).
“El verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”. El grito de las mujeres, de los ríos, los acuíferos, los árboles madre, los niños y las niñas, los ancianos y ancianas sabias… hicieron posible la REPAM, la habitaron, y le dieron el sentido y mandato para su misión samaritana y profética: defenderla y protegerla.
Red de iguales: agua y tierra fecunda
“En una red todas y todos somos iguales y todas y todos podemos/debemos aportar al sueño de otro mundo posible, y de clausura del sistema actual de muerte y dolor”.
Esta fue mi primera “clase” sobre la REPAM con Luis Ventura, otro de mis compañeros que desde Cáritas impulsó la interrelación y articulación de las entidades internacionales que decidieron apostar por esta nueva forma de hacer cooperación internacional: ser miembro, parte y corresponsable de la propia red.
Y así ha sido en cada espacio de encuentro, en cada Comité Ampliado, en las reuniones de Asesores de la Presidencia y la Secretaría Ejecutiva donde participo desde hace dos años. En las acciones de incidencia política internacional en Ginebra, Nueva York o Washington, en las escuelas de derechos humanos desde la primera de 2016 en Coca, Ecuador; o al hacer informes que visibilizaban la violación del derecho humano al agua, al territorio, al medio ambiente limpio, a defender los derechos humanos…Cada persona ha sido parte esencial, voz y propuesta. Y sólo una preferencial: la del territorio, la de las personas, comunidades y naturaleza vulneradas.
Cáritas Española inundándose de ecología integral
Ana Cris García, compañera de ‘caminhada’ amazónica, abrió mi corazón a la ecología integral; a percibir en cada vulneración de un derecho humano, el desastre de una naturaleza gritando de agotamiento, de indignación, y de desesperanza. Hilos entrelazados, imposibles de separar.
De su mano pude ir vislumbrando que, al lado de la violación de los derechos de las personas, de su colectividad y vida en común, y de su entorno; siempre hay un resquicio de respuesta. A veces casi inaudible, pero firme y fuerte como las manos de las campesinas y lideresas indígenas y afrodescendientes de las riberas de los ríos amazónicos.
Y de tantos nombres, y desde la apuesta institucional que hacía de la debida estrategia y análisis técnico, vida encarnada en proyectos, encuentros, documentos, grupos de trabajo… Nos hicimos practicantes y predicantes de la ecología integral como una de las líneas estructurales e identitarias de nuestra organización.
La REPAM se tornó en “prueba viva” de las propuestas de la Laudato Si con su nuevo paradigma de la ecología integral. Para Cáritas ha sido también sendero de aprendizaje y adaptación. De mixtura entre las herramientas para la defensa y la resistencia ante las vulneraciones de derechos con procesos para la esperanza.
Natalia Peiro, en su intervención ante el Comité Ampliado estos días en Puyo, lo concretaba en tres claves: semilla, articulación y sinodalidad. Como guía para nuestros próximos diez años como parte de la red y como resumen de los diez que ya hemos vivido.
Amazonizarte la vida para organizar la esperanza
El vaso está casi vacío cuando te sitúas desde los dolores y desde la indignidad que intenta hacerse vestimenta habitual de muchos pueblos y comunidades que habitan nuestro planeta. Las consecuencias de un modelo que invisibiliza a las personas y destruye la naturaleza sin muchos ambages ni vergüenza.
Aprender a dejar de analizar la vida desde los logros y la inmediatez han sido mis grandes aprendizajes (aún lo son). Aprender que lo que considero mejoras o conquistas pueden ser avances sin consecuencias reales para las personas que sufren, otro. Comprender que mi desesperanza es un triunfo más del sistema anti Reino de Amor, Justicia, Paz y Libertad… la cuarta.
Y, finalmente, haber confiado en que es desde la esperanza crítica, propositiva, participada e igualitaria, que se puede “cambiar el mundo”; el regalo que cada día recibo al participar de esta compleja apuesta de nuevo paradigma eclesial.