Tribuna

Diplomacia sinodal: noviolencia, diálogo interreligioso y multilateralismo desde abajo

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¿Es posible pensar y llevar a la práctica una diplomacia sinodal? ¿Qué implicaría el desarrollo de esta diplomacia en clave sinodal? ¿Puede la noviolencia, sus herramientas, estrategias, experiencias y conocimientos contribuir a esa misión?



En 2016, el papa Francisco aceptaba las credenciales de los nuevos embajadores ante la Santa Sede instándoles a adoptar tácticas de noviolencia a nivel político. En esa misma audiencia, el papa Francisco señalaba que “esto no equivale a debilidad o pasividad, sino que presupone firmeza, valentía y capacidad de afrontar las cuestiones y los conflictos con honestidad intelectual buscando verdaderamente el bien común por encima de todo interés partidista, ya sea ideológico, económico o político”.

El viaje apostólico del Papa Francisco estos días por Asia y Oceanía es un ejemplo de esta misma diplomacia noviolenta a la que instaba a los embajadores ante la Santa Sede ya entonces.

La próxima asamblea del Sínodo se acerca. Y si la sinodalidad aspira a ser “el ‘modus vivendi et operandi’ específico de la Iglesia, Pueblo de Dios” y esta “debe expresarse en el modo ordinario de vivir y trabajar de la Iglesia”, debemos pensar también en un modo de diplomacia que nos permita caminar juntos dentro y fuera de la Iglesia ante los conflictos, la violencia y la guerra.

El Pueblo de Dios, esos embajadores

Una diplomacia en perspectiva sinodal convierte, por definición, a todo el Pueblo de Dios en embajadores, en artesanos de una diplomacia que se construye no solo en las altas esferas sino en cada hogar, en cada familia, en cada barrio y comunidad en la que ese mismo Pueblo de Dios está presente. Se trataría así de una diplomacia multinivel y multidimensional que no solo contribuye a los esfuerzos de esa diplomacia que consideramos de alto nivel entre líderes políticos o religiosos sino que se realiza de manera ordinaria, cotidiana, persistente y constante, invisible en muchas ocasiones pero, precisamente, posibilitadora de esa misma “alta diplomacia”.

Una diplomacia en clave sinodal entiende así que la paz se construye en todos los rincones y que todos hemos sido llamados a contribuir a la misión de la paz. Para ello, ofrece testimonio y ejemplo, abre “túneles de la amistad” y puentes de encuentro y fraternidad donde nadie podría si quiera imaginarlo. Es diplomacia interconectada en la vulnerabilidad compartida de toda la familia humana, diplomacia de proximidad y acogida. Dicho de otro modo: la diplomacia sinodal es el Pueblo de Dios en acción poniendo los recursos espirituales y materiales al servicio del mensaje de amor del Evangelio.

La noviolencia a la que hacía referencia el papa Francisco ante los embajadores ante la Santa Sede ofrece una extensa red de herramientas para hacer efectiva esa diplomacia sinodal, ya que se trata precisamente de una noviolencia enraizada en el propio Evangelio como espiritualidad, modo de vida y método para la transformación y el cambio. Su testimonio está además presente entre nosotros.

MEETING WHITH SCHOLAS OCCURRENTES

Encuentro del papa Francisco con Scholas Occurrentes

De hecho, el papa Francisco con su viaje y su presencia lo que ha hecho precisamente es poner en valor esa misma diplomacia sinodal noviolenta existente pero invisible en las periferias. La ‘Declaración de Istiqlal’, realizada en conjunto en Indonesia el pasado 6 de septiembre por el papa Francisco y el gran imán Nasaruddin Umar, ofreciendo al mundo una herramienta noviolenta específica de diplomacia sinodal, el diálogo interreligioso, es un ejemplo. Pero no es un ejemplo de la mejor diplomacia vaticana que, por supuesto, también la ha habido, sino precisamente de diplomacia sinodal noviolenta en acción. Esta declaración y todo el viaje apostólico del papa Francisco por Asia y Oceanía ha sido en realidad un alumbrar la existencia previa de un testimonio de la noviolencia del Evangelio, de diálogo interreligioso y encuentro, construido durante mucho tiempo en esos mismos lugares desde Singapur a Timor Oriental, Papúa Nueva Guinea o Indonesia, a pesar de las enormes dificultades. La ‘Declaración de Istiqlal’ y los innumerables gestos de este viaje aspiran a visibilizar, reforzar y ayudar a seguir construyendo ese trabajo realizado durante tanto tiempo. En su homilía en el estadio Gelora Bung Karno, en Yakarta, las palabras del papa Francisco llamaron la atención sobre ese reconocimiento: “… No se cansen de soñar y de seguir construyendo una civilización de paz. Con la Palabra del Señor, los animo a sembrar amor, a recorrer confiados el camino del diálogo, a seguir manifestando vuestra bondad y amabilidad con la sonrisa típica que los caracteriza, para ser constructores de unidad y de paz”.

Si la ‘Declaración de Istiqlal’ ofrece al mundo la herramienta del diálogo interreligioso, el campo de estudio y acción de la noviolencia ponen a nuestro alcance otras herramientas y experiencias desde esas mismas periferias, como los diálogos restaurativos, las mediaciones, los procesos de construcción de resiliencia frente al trauma, los programas de desescalada, desarme y desmilitarización, los procesos de memoria, verdad y justicia, la educación para la paz, los movimientos de protección y defensa civil no armada en zonas de conflicto armado, los mecanismos de común.

Si unimos la llamada a la sinodalidad y la llamada a la noviolencia (“Que la noviolencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas”, Papa Francisco, ‘La noviolencia: un estilo de política para la paz’), el reto ahora es a que todo el Pueblo de Dios aprenda y adopte esas mismas tácticas noviolentas haciendo de todos y cada uno de nosotros sus embajadores.

El Papa, con el imán de Yakarta

El papa Francisco, con el gran imán de Istiqlal

Para llevar a cabo esta misión sinodal de la mejor manera posible, necesitamos dotar a todo el Pueblo de Dios -y no solo a cuerpos especializados y técnicos- de herramientas y metodologías eficaces para transformar los conflictos de manera noviolenta, prevenir la violencia y restaurar las relaciones dañadas y las heridas y traumas causados cuando la violencia ya ha hecho su presencia.

El diálogo interreligioso como herramienta de diplomacia sinodal noviolenta es la muestra de un camino a seguir. Sistematizar y estructurar los múltiples testimonios, experiencias y herramientas de diplomacia noviolenta diseminados por el mundo a todos los niveles, desde lo micro a lo macro para ponerlos al servicio de la construcción de una diplomacia sinodal es clave. Recoger los frutos de ese ‘saber, saber hacer y saber ser’ de tantas semillas y convertirlos en conocimiento transmisible, capaz de ser mostrado y enseñado a un mundo que busca esperanza en forma de metodologías y herramientas eficaces para transformar la polarización, la violencia y la guerra en convivencia pacífica, diálogo, encuentro y proyecto humano común compartido, sería hoy toda una teología de la esperanza. Quizás, ahí esté precisamente la contribución que la noviolencia puede hacer a una Iglesia sinodal en misión. Existen grandes ejemplos de estos intentos de sistematización como el de María Stephan y Erica Chenoweth que muestran al mundo que la noviolencia, además de una elección vital, una propuesta ética y una espiritualidad, es una metodología efectiva frente a la violencia y la guerra.

Estos días hemos podido asistir a una lección compartida de esta diplomacia de la noviolencia puesta en práctica por el Pontífice. Y no es extraño que esto se haya producido en esos lugares que parecen lejanos desde la perspectiva de una diplomacia todavía con centralidades que están en crisis. En el libro ‘Soñemos juntos. El camino a un futuro mejor’, el papa Francisco también lo señalaba: “Para encontrar un futuro nuevo hay que ir a la periferia”. Y en la reciente exhortación ‘Laudate deum’ nos convocaba a trabajar precisamente en un “multilateralismo desde abajo y no simplemente decidido por las élites del poder”. Ahí están las claves de una diplomacia sinodal en construcción: noviolencia, diálogo interreligioso, multilateralismo desde abajo.

Caminar juntos

En el lugar de la periferia existencial, donde la oscuridad parece hacerse omnipresente a través de las múltiples violencias, hombres, mujeres, niños, jóvenes, ancianos y comunidades enteras prenden la luz de la esperanza con herramientas, técnicas y metodologías de la noviolencia aprendidas y compartidas en un caminar juntos por un futuro en paz. Ellos son los embajadores sinodales de la diplomacia de la noviolencia que atiende a todos los lugares de la vida humana donde se produce violencia: desde el patio de una escuela, el hogar de una familia, los territorios en disputa, o las rutas de la migración global y las fronteras, hasta los conflictos medioambientales o las guerras.

Ahora el reto, el llamamiento, es caminar juntos en esta conversión y aprender y adoptar esta misma diplomacia sinodal noviolenta a nivel de toda la Iglesia católica, en todos los ámbitos, en todos los niveles y ante todos los conflictos en todos los lugares de la Creación.


*Nicolás Paz Alcalde, mediador, responsable del programa Iniciativa Católica por la Noviolencia de Pax Christi Internacional y profesor asociado de la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia de Salamanca