El 17 de agosto quedará marcado en el recuerdo de todos los que creemos en una sociedad donde la convivencia de culturas, religiones, manera de pensar, es posible. Barcelona es una de las ciudades cosmopolitas donde todos caben y Las Ramblas, el lugar emblemático donde pasear y verse, compartiendo la diversidad. Uff! que difícil es poner palabras ante lo ocurrido y lo que seguimos escuchando en los medios de comunicación.
Silencio, oraciones, reuniones, manifestaciones pacíficas, tertulias improvisadas, etc. Todos nos hemos volcado para expresar lo que sentimos ante este acto. Me ha emocionado el puesto de post-its que se ha ido creando; el mejor “puesto de flores” que jamás he visto en Las Ramblas para expresar los deseos de esperanza; el mejor regalo.
Y en Cambrils, donde el terror se apoderó de los que gozaban del descanso a orillas del mar, se encendían luces de esperanza rechazando tales acciones y manifestando con el minuto de silencio que nos hermanamos con todos los que en estos momentos están sufriendo las consecuencias del terrorismo y manifestando que apostamos por un mundo donde la paz, la libertad, el diálogo y la fraternidad son posibles.
¿Cómo contar, cuando nos pregunten los más pequeños, que estas actuaciones pueden suceder y que hay que protegerse? Me parece muy fuerte utilizar la palabra blindarse. Yo no sé hacerlo, creo que querría terminar pronto diciendo: esto no se debe hacer, nos tenemos que querer todos.
Son muy necesarias todas las reuniones que se están generando para hacer frente a estas actuaciones, pero también creo es urgente apostar por una educación preventiva; un minuto de silencio al día para interiorizar lo que vemos que no se debe hacer, porque no hace felices a todos y dialogar para poder ver la posible solución puede ayudar a cambiar mentes y corazones para vernos todos hermanos.