Entrar en el dolor provocado por la injusticia de la explotación y de la trata de personas es siempre un gran desafío, en el cual somos invitados a aventurarnos pidiendo permiso y dejándonos conducir –más allá de los prejuicios– por aquellos que llevan en el propio cuerpo, vida, mente, memoria y alma, las heridas de este gran mal. Son entre los 21 y los 45 millones las personas en situación de explotación y trata, la mayoría mujeres y niños (72%) con el cuerpo y el alma marcados por cicatrices y arrugas profundas, quienes tatúan en el ser de la humanidad la fatiga de la violencia sufrida cotidianamente.
La exposición fotográfica ‘Nuns Healing Hearts’ es un camino para recorrer juntos, a través de las imágenes de la fotógrafa Lisa Kristine, que cuentan la esperanza que renace del encuentro, cuando las tramas de vida de las supervivientes a la trata o de las monjas de Talitha Kum se cruzan en la cotidianidad de gestos sencillos. La exposición, presentada por el Papa Francisco el 10 de mayo, es una de las actividades previstas para la celebración de los 10 años de Talitha Kum.
En cada foto, una historia
Una imagen cuenta la vida de B., una adolescente que ha sobrevivido a la trata. “Soñaba con convertirme en médico; un día una familia me dijo que estaba buscando una chica para llevar a Europa, y pensé que esa era mi oportunidad. Como muchos jóvenes, pasé meses en los campos en Libia. He sufrido hambre, nostalgia de casa. He sido explotada y abusada. La primera barca en la que logré subir se hundió. Vi a otros pasajeros ahogarse. Al llegar a Sicilia me llevaron a un CAS (Centro de primera acogida) y después al centro gestionado por las monjas. Me están enseñando a hacer pizza y pasta. Ahora tengo un trabajo”.
La foto de quien tiene las “manos en la masa” Son manos de mujeres que trabajan juntas, ensuciándose y dando ritmo al movimiento. Tienen unida la levadura con tres tipos de harina, para que la masa, con gestos firmes y rítmicos, fermente (cfr. Mateo 13, 33). Es una imagen que deja transpirar la sabiduría de la economía sostenible y solidaria, que valora el trabajo y la vida: es el enfoque de sor Rosalía Caserta, en su compromiso por la reinserción e integración social.
La trata de personas radica en la antigua esclavitud, adquiriendo connotaciones propias, resultado de patrones injustos de desarrollo y asimetrías de poder. En el mundo globalizado, está caracterizada por modos diferentes de explotación: sexual, laboral, servicio doméstico, matrimonio forzado, mendicidad, adopciones ilegales, actos criminales o tráfico de órganos. La trata es un crimen que limita gravemente la libertad, manteniendo a las personas en situaciones de gran vulnerabilidad, principalmente a quien emprende caminos migratorios.
Un fondo difuso
Otra imagen nos lleva a Los Ángeles. Las protagonistas son una joven superviviente de la trata y sor Kathleen Bryant, comprometida en acompañar a las chicas en su cuidado, reinserción social y laboral. El lugar: la playa donde la joven había sido explotada durante años. La escena repite el gesto que Jesús tuvo hace dos mil años con sus discípulos: el lavatorio de pies. Un gesto de hospitalidad que correspondía a los esclavos, a las mujeres (cfr. Juan 13, 4-15).
La foto captura un detalle de este encuentro: un pie, un recipiente, las manos que sostienen la jarra de la cual sale agua cristalina, en contraste con la inmensidad del océano desenfocado de fondo. La jarra donde en la superficie se refleja la imagen de la chica. Esta imagen me recuerda cómo las imágenes nítidas de los testimonios contrastan con el fondo, que cada vez más se presenta confuso y desenfocado, como el océano.
La exposición fotográfica es un mensaje de esperanza, de resistencia, de bien. Una invitación a no tener miedo frente al mal. Son gestos sencillos, que nos donan la valentía cotidiana para “no dejarse vencer por el mal, sino vencer al mal con el bien” (Rm 12, 21). Esto solamente podemos hacerlo juntos. Esta es, en síntesis, Talitha Kum.