Querer expresar la solidaridad desde la parábola de la buena voluntad, basta para empezar a pensar porque queremos realizar, desde esta mirada, no es sólo el buen samaritano, sino todos “nosotros” que vivimos y convivimos en una casa comun, expresión del papa Francisco, casa viene del griego Oikos, que es el espacio vital, porque no hablar de la casa comun: cosmos, mundo, sociedad, ciudad, hogar, Iglesia. Donde todos compartimos parte de ese espacio en fraternidad de hermanos y amigos.
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En la parábola del buen samaritano, aparecen los personajes por el camino, son varios tipos o prototipos de personajes de todos los tiempos, no solo estamos hablando de un relato anacrónico a nuestra realidad, sino de una parábola que nos comunica un mensaje, más allá de los personajes anacrónicos, es importante analizar detenidamente las actitudes de cada uno de los mismos en el relato biblico.
Los pasos del buen hombre que va por el camino, o del buen samaritano que tiene compasión del hombre, en palabras del Siervo de Dios Rafael García Herreros: “amar a Dios y mi hermano el hombre”.
Los asaltantes
Son aquellas personas y estructuras económicas, sociales y políticas del neoliberalismo y del populismo, corporaciones y multinacionales que producen víctimas, desigualdades, descartados, refugiados, guerra y armamentos nucleares, muertos de hambre, marginación de mujeres, de ancianos y niños, trata de personas, los que no respetan la vida, provocan hambre y paro juvenil, traficantes de órganos, mafias que explotan a los migrantes, empresas nacionales y multinacionales que destruyen la naturaleza, construyen muros contra los migrantes y les cierran sus puertos, no les dan papeles ni los reconocen como ciudadanos, no ayudan a que todos tengan techo, trabajo y tierra, fomentan la ideología del mercado y el consumismo, y todo ello con una globalización que destruye culturas locales, busca únicamente el lucro, ganancias, bienestar material, sin ninguna sensibilidad por los que quedan al margen.
Se fomenta la violencia, la venganza, el odio, no hay diálogo ni perdón. En palabras de Salvador Dellutri, el pensamiento se vuelve antropocéntrico, es el hombre queriendo escalar una cima que lo ponga por encima de Dios. La antigua tentación persiste con su fascinación de antaño: “Seréis como dioses…” vuelve a susurrar la serpiente y siempre encuentra voluntades dispuestas a responder su propuesta. En palabras del papa Francisco: “la Biblia plantea el desafío de las relaciones entre nosotros, Caín destruye a su hermano Abel (Gn 4,9). La respuesta es la misma que frecuentemente damos nosotros: “¿Acaso yo soy guardián de mi hermano?
El levita y el sacerdote
Pasan de largo, porque tenían la concepción de lo puro e impuro, van directo al culto y no pueden detenerse, porque tenían que guardar las 24 horas sin tocar sangre (símbolo de impureza), por mínimo, antes de celebrar o ejercer sus ceremonias. Ambos, tanto el levita como el sacerdote pasan de largo.
Son dirigentes políticos, sociales y también religiosos que no se comprometen, se limitan a pronunciamientos, buscan sus intereses nacionales y populares, se dejan corromper, cierran los ojos a los desastres de las multinacionales, no cumplen lo prometido, creen que la situación no es tan grave, que la ciencia y la técnica todo lo arreglará, o por el contrario, que todo está tan mal que ya no hay remedio, no hay nada que hacer, el problema es tan grande que yo no puedo hacer nada: Pasaron varios a su lado, pero huyeron, no se detuvieron. Eran personas con funciones importantes en la sociedad, que no tenían en el corazon el amor por el bien común.
¿Quién es el buen samaritano?
Ahora tenemos el buen samaritano que es el mismo Jesús, quién cura las heridas, con el vino y el aceite, el uno desinfecta y el otro evita que se llene de infecciones. Jesús es el buen samaritano, porque él tuvo compasión (sufrir con, tener entrañas de misericordia, porque sabe del sufrimiento y lo comparte o mejor aún lo asume), Jesús miro con ternura la humanidad caída en la profunda herida del pecado y sus terribles consecuencias.
El samaritano sintió compasión. Es ponerse en el lugar del otro, el hombre está medio muerto porque fue golpeado, apaleado por unos bandidos. Aquí las consecuencias del pecado, de la maldad, están dibujadas en el rostro, pero sólo el samaritano sintió compasión. Ni el sacerdote ni el levita, por sus respectivas preocupaciones de llegar a sus lugares de culto, no quieren mancharse, ni hacerse impuros…en cambio la actitud del buen samaritano, ve al herido del camino, siente compasión por el hermano. Es fácil juzgar y decir cosas de los demás.
¿Dónde está la caridad cristiana?
El verdadero servicio del samaritano, como su actitud, está en las siguientes acciones: Comprendió el Sufrimiento del “Otro” La misericordia samaritana no se reduce a un mero sentimiento empático, incluye además la acción por aliviar el sufrimiento del otro y el riesgo de compartir su destino. El término griego (esplagchnisthe) elegido por Lucas, significa abrazar visceralmente, con las propias entrañas, los sentimientos o la situación del otro. No se puede confundir compasión con lástima.
Es importante, tener la fe “renovada” o actitud de echarle aceite a la herida -que servía para curar- y el vino -para desinfectar-. Es la Iglesia que llega al sano equilibrio entre asistencialismo y promoción. Una pastoral samaritana es una pastoral que venda la herida, conoce sus necesidades y hace su plan estratégico, que tiene sus momentos entre crisis (herido, apaleado del camino) e indiferencias (sacerdote y levita que dan un rodeo y siguen su camino); y la clave del buen samaritano (que es solidario, venda, cura y lo monta en su propia cabalgadura y lo lleva a un sitio seguro).
¿Quién es compasivo hoy?
La compasión comparte el sufrimiento del otro: padece-con. El fruto de esta relación es el amor reciproco: “hoy por ti, mañana por mí”. Nuestra sociedad ante las crisis humanitarias es muy eficaz organizando mercados solidarios, teletones… Todo ésto está bien en cierto sentido, pero lo que debe marcar la compasión es ver el trasfondo o lo que se encuentra en la raíz misma de las situaciones adversas.
Hacer una colecta para las personas que perdieron todo por el río u otros fenómenos naturales está bien, pero preguntémonos mejor ¿qué hacemos nosotros o las instituciones para evitar o mitigar las catástrofes?
Basta ver la realidad que presentamos y que nos habla a diario, para darnos cuenta de las vendas que de una u otra manera tenemos o somos participes pasivos. Tal vez son vendas en heridas que no sanan, tal vez sean vendas de sistemas o ideologías pasadas que están anquilosadas en nuestras pastorales, por enumerar algunas: la venda de la complejidad (la economía del mercado basa su dinamismo entre la oferta y demanda), la complejidad de la globalización en el sistema neoliberal, las noticias son un ejemplo; lo que sucede en ´rinconcito´ lo sabemos de inmediato como noticia que afecta y por ende duele, sobre todo cuando muestra algún sufrimiento humano o las necesidades básicas no cubiertas o las victimas de nuestras comunidades eclesiales…
La lectura clave de la hospitalidad
La Hospitalidad de las Comunidades Sigue siendo vigente en la vivencia de la fe que no todas las comunidades dan muestras de solidaridad con el necesitado. Muchas son implacables en reducir o no contar con el “otro” como persona, como igual ser humano, porque nos deshumanizamos y caemos en críticas negativas, nos creemos con derecho a juzgar, pero Jesús dijo: “no juzguéis y no seréis juzgados” (Lucas 6,37).
Esta debería ser la pastoral samaritana, un modelo ejemplar en nuestras parroquias hoy, ser solidario en la acogida a todos, la comunidad fraterna que incluye a todos los hermanos en la fe. Jesús es el maestro por excelencia, son muchas situaciones que nos hablan de su punto de partida y punto de llegada. Es un proyecto ambicioso que anuncio en todo momento y tuvo que enfrentar por el anuncio del reino, que es el mayor castigo cruel de su momento histórico: la muerte en cruz. Jesús rompió con su propia familia para promover la “nueva familia” querida por Dios. Yo diría la familia samaritana que acoge a cualquier herido del camino.
El compromiso de la vida
El compromiso de la vida es sobre las situaciones que se presenten en el camino, ante una realidad violenta como la que vivimos en nuestras calles, en nuestras ciudades: cuántas personas son asaltadas en el camino, robados, heridos, ante la indiferencia de la sociedad, todos los sentimientos de puro e impuro se ven a diario en muchos caminos, hoy se refleja en la incapacidad de colaborar y ayudar al “otro” a mi hermano el hombre, asumiendo su pecado, incluso su impureza ritual, porque nosotros no somos quien para juzgar a nadie por su credo o religión. Todos nosotros no somos infalibles e incluso somos el sacerdote o el levita que pasamos indeferentes ante la víctima o somos el buen samaritano del camino que ayuda al “otro”, lo asume, tiene compasión y le alivia el dolor, sanando la herida.
En fin, Jesús es el buen samaritano del camino que pasa por nuestras vidas y nos ayuda a ser misericordiosos como Él. Tener sus mismas actitudes y sentimientos de Jesús. En útimas ser otro Jesús para mi hermano(a) del camino. Queda el reto para nuestras pastorales, como en diferentes parroquias, comunidades, planes diocesanos donde encontramos una pastoral samaritana para acoger, ayudar a sanar y curar las heridas del corazón y poder seguir adelante en el camino.
Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios