Somos quienes creemos que la política es vocación de servicio y como tal supone un llamado. El papa Francisco nos llama a recomenzar y hacerlo con la mejor política, ponderando a la misma como máxima ciencia arquitectónica, sabemos que es nuestro instrumento de transformación pacífica de la realidad.
En nuestro continente la pandemia nos va a dejar un mayor nivel de desigualdad: 30 millones de personas más por debajo de la línea de pobreza como consecuencia de los estragos económicos que deja el Covid-19.
Los presidentes del G20 y del G7, en el año 2008, se reunieron para resolver la crisis financiera que azotó al mundo en ese entonces, pero la política mundial fue ineficaz de dar una respuesta a esta pandemia.
El rol de los católicos con responsabilidades políticas
La crisis de la política es crisis del sentido de existencia. Los cristianos que asumimos esta vocación política tenemos la obligación, porque así lo exigen las sociedades, de oler a pueblo, a dolor, a angustia. Y allí surgirán las posibilidades de rehabilitación y construcción de horizonte común: desde el corazón de nuestro pueblo.
La cultura del diálogo nos demanda un nuevo acuerdo global con capacidad para resolver las consecuencias de la crisis sanitaria y reiniciar la postpandemia centrando los objetivos en la reconstrucción económica, la agenda para el cambio climático, la lucha contra la desigualdad y la pobreza.
En ese sentido, la Argentina conformó el Consejo Económico y Social para el diseño y la planificación de las políticas públicas vinculadas el empleo, la educación, la ciencia y tecnología, y el desarrollo territorial. El diálogo como iniciativa y el acuerdo social como propósito para reconstruir una sociedad argentina más democrática, más justa y más inclusiva.
Escrito por Julián Domínguez. Miembro de la Academia de Líderes Católicos, ex ministro de Agricultura (2009-2011), ex presidente de la Cámara de Diputados (2011-2015) de la República Argentina