Mis amigos judíos, Tamara Stenberg, Marcelo Polakoff, Beatriz Grinberg, Andrea Orlando, Pablo Kaplan entre varios, es uno de los regalos que el Padre Dios me ha hecho. También me nutro de los escritos de Marcos Aguinis, Alejandro Borensztein y Santiago Kovadloff.
Gracias a ellos participo de la Celebración de Iom Kippur. Es el día del arrepentimiento, considerado el más santo y solemne del año, destinado al perdón y la misericordia de Dios. Aunque ya se van acostumbrando a mi presencia, no deja de ser un espectáculo una religiosa en una sinagoga llena de judíos, rezando en hebreo (ellos, yo hago lo que puedo con el libro de oraciones traducido al español y escrito de derecha a izquierda).
En el último Iom Kippur, el 9 de octubre, golpearon más fuerte en mi corazón los signos que tiene la celebración. Pensé ¿y si aplicamos el modelo judío? Se los cuento.
Recién, en la celebración de Iom Kippur en Halle (Alemania), hubo un atentado a la sinagoga con al menos dos muertos. La comunidad judía es, desde siempre, sistemáticamente agredida, echada, matada, perseguida, descalificada hasta de modo torpe e impune. Quizás se nos viene a la memoria el Holocausto de la segunda Guerra Mundial, pero más cerca en el tiempo y el espacio tenemos en Argentina, los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA. Aún sin justicia y con un fiscal judío, Alberto Nisman, muerto sin explicaciones el día antes de contar su investigación ante el Parlamento. Una herida vergonzosa en la historia argentina. Herida que sigue sangrando.
Con este contexto, los judíos no toman represalias, no agreden. Siguen alabando, pidiendo perdón, anunciando a Dios. En definitiva, siembran la paz, comparten su sabiduría de más de 5000 años. Valoran su historia, se miran en ella.
Les comparto lo que viví en el Iom Kippur sin considerar creencias. Los jóvenes tienen un lugar de responsabilidad, son los portadores de la Torah, la palabra de Dios; los niños entran con luces en sus manos simbolizando el futuro y son recibidos por los abuelos, quienes les hacen un puente con los Talit (manto de oración) y les cantan una canción para que ellos, después se las enseñen a sus descendientes; al finalizar comparten torta de miel y manzana deseándose Dulce año; rezan una bella oración del año nuevo que entre otras frases dice: Padre, si en este año me das enfermedad dame fortaleza, si me das dolor dame consuelo, si me das éxito dame humildad, si me das bienes dame generosidad. Sigo contando, vi un lugar importante para las mujeres en la liturgia y en la organización; el presidente de la sociedad israelí, quien rindió cuentas de su gestión, les dijo que no pueden dejar a ningún niño, de la comunidad o no, sin educación, y algo que suena a Francisco: “no podemos resolver hoy los problemas de mañana, con recetas de ayer” y para seguir insistiendo con la paz terminó con una frase de Chesterton “si has salvado una vida, has salvado a la humanidad”. Justo antes de que suene el Shofar, el cuerno que indica el fin del ayuno y la llegada del perdón, el rabino Polakoff dijo que su sentido es sentirse solos, débiles, inseguros, sucios; ése es el pecado que dimensiona la presencia de Dios, así el corazón se conmueve por la inmensidad del tiempo y el misterio de la vida y sale al encuentro del otro. ¡Ah! No se puede usar celular para que el pensamiento esté por encima de la imagen[1]
Por estos días, se discute con más fuerza cuál es el mejor modelo para gobernar la economía (no la totalidad de un país) el de derecha, el de izquierda, el uruguayo, el del FMI, el chileno, el capitalista, el socialista y hasta el nazi. ¡Yo propongo el modelo judío! Es integral y fácil de entender y aplicar, eso sí debemos ponernos de acuerdo de que es el mejor y seguirlo con determinación.
Antes que todo debemos apropiarnos de la historia. Argentina es un país que tiene poco más de 200 años y yo puedo contar, por mi edad, la cuarta parte de esa historia. Recuerdo nítidamente, con 7 años, hablar con mi compañera de banco ¡sobre la crisis de 1970!, las cosas que aumentaban de precio y guerrilleros enfrentados con militares. Tenemos un país “montaña rusa”, con subidas y bajadas abruptas y con una extraña manía: no querer ver la historia o de usarla sólo como excusa para resolver problemas. Hablando de historia, un país que demoró 43 años en organizarse[2], es un país que trae en su génesis la dificultad de ponerse de acuerdo. Y como si fuera un TOC[3] seguimos con la antigua y fracasada receta de enfrentarnos y descalificarnos. Invito a darse una vueltita por las redes sociales, o pararse en un semáforo unos minutos para escuchar el modo cómo nos tratamos o nos juzgamos ¡no pensemos sólo en los políticos!
El modelo judío
El modelo judío sería más o menos así:
- Ver piadosamente la riqueza de la historia pero con sentido de futuro, asumiendo que tenemos “un problema de chasis de fábrica”: la dificultad para ser comunidad y desde allí repararnos sin venganzas ni afán de poder. Dejar de mirar afuera, de pensar en los otros modelos; que son parciales, quieren ser aplicados fuera de contexto y ya tienen el destino de fracasar. Construir desde lo que fuimos, somos y queremos ser.
- Darle un lugar destacado a los jóvenes como portadores de lo más valioso de la sociedad: la sana tensión entre pasado y futuro.
- Considerar la riqueza de los mayores para transmitir las tradiciones y la cultura a los más chicos. Considerar a la educación, como lo fue en los comienzos, como un derecho y un deber de todos.
- ¡No olvidarse de la mujer! Y apagar celulares cuando estamos ante lo sagrado: la vida del otro y la presencia deslumbrante de la Creación.
- Pedir que ante el éxito o la prosperidad seamos humildes y generosos. También tener la capacidad de pedir ayuda en la dificultad.
- Las autoridades deben rendir su gestión honestamente y ante todos. También dar mensajes de unidad y esperanza.
- Recién aquí empecemos a hablar (no a agredirnos) de economía, política y demases.
Éste es mi humilde modelo, el que me mostraron mis hermanos mayores. Parece que da resultado. Siguen unidos caminando y repartiendo paz desde hace 5870 años.
[1] Palabras más, palabras menos, lo dijo Mario Vargas Llosa en la presentación de su último libro.
[2] El primer gobierno fue en 1810 y en 1853, la Constitución.
[3] Trastorno Obsesivo Compulsivo.