En estos días, el papa Francisco nos ha pedido reflexionar sobre el papel de la mujer en la Iglesia y en nuestras comunidades, queriendo ser fiel al mismo discurso, en estos días santos de nuestra Semana Mayor, he reflexionado profundamente sobre su importancia en la resurrección de Jesús.
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María Magdalena, qué junto con la Virgen María, la madre de Jesús es la primera discípula, ella se convierte en el primer apóstol de la resurrección, porque juega un papel importante en ese contexto, san Mar 16, 9 y san Lc 8,2 se refieren a María como aquella de la que expulsaron siete demonios, llevando a la conclusión de que era una mujer que necesitaba que su dignidad fuera restaurada. La misma de la que fue liberada de siete demonios, la misma que ante el misterio del resucitado se convierte en protagonista y testigo porque se encontró con Él resucitado, el viviente.
Recordemos que hasta la primera mitad del siglo XX, María Magdalena era descrita como una prostituta. Algunos autores la asociaban con “Miriam Megaddela” a quien se le refiere como una “estilista”, descripción connotada como prostituta o con una profesión de poca reputación. Hoy en día esta confusión ha sido superada ya que se ha restaurado su dignidad como mujer, en su mala imagen ya superada por los teólogos y biblistas de nuestra época. El papa Francisco la llama como el Apóstol de la esperanza.
Por eso, queriendo ser fiel a su testimonio, quiero resaltar algunos pasos del encuentro con el Maestro de esta mujer que se convierte para todos nosotros en apóstol del resucitado, en aquella que debe llevar esta noble tarea misionera de ser la pregonera del resucitado a todas las naciones, junto con otras mujeres y los apóstoles.
1. El encuentro con Jesús: “…y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades:
María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; Juana, la mujer de Cuza, administrador de Herodes; Susana, y muchas otras. Ellas les servían con sus bienes” (san Lc. 8, 2-3).
Asociando este encuentro con Jesús, es de resaltar que esta mujer al igual que las otras fueron sanadas por Jesús, de toda esclavitud, no quiere decir que sea prostituta como lo quisieron ilustrar los primeros iconos en su momento, hoy en día no es clara su profesión, pero sí es claro el poder de Dios sobre esta mujer, la liberó de siete demonios, siendo el número siete un número simbólico, pero si la libera es para que recupere se dignidad de mujer. Para que Jesús liberó a estas mujeres de toda esclavitud, para que sirvan con sus bienes.
Parece que el relato tiene un giro al final, no insiste en los demonios como esa fuerza del mal, insiste en la libertad para prestar el servicio con sus bienes. Creo que ese es el milagro más grande de Jesús: libera toda opresión o esclavitud del mal para ser libres y poder así servir con los bienes al evangelio.
– La influencia de la cultura
El arte encontrado en la arqueología revela una influencia grecorromana en el entorno cultural de lo que era Magdala en los tiempos de Jesús.
Los galileos del primer siglo habían ya visto la caída de la dinastía asmonea usurpada por el dominio político romano.
– La profesión de los habitantes de Magdala
Muchos galileos eran granjeros y pescadores, por lo tanto, muchos de estos podían prosperar en un lugar como Magdala, ya que la ciudad era un centro comercial con una gran industria pesquera, exportando su pescado hasta lugares como Roma.
– Centro religioso de influencia greco-romana
Se puede apreciar el Talmud, ya que reconoce a Magdala como una ciudad próspera, y de reputación inmoral, por lo que muchos ven su caída en el año 67 d.C. A manos de las tropas romanas como un castigo por su maldad.
La gran pregunta de fondo sería: ¿Cómo este contexto cultural pudo haber influenciado la imaginación de las mujeres del primer siglo? ¿Cómo María Magdalena tenía siete demonios o una legión de influencia negativa sobre su vida? ¿Eran las mujeres jóvenes, como María Magdalena, atraídas por la pagana cultura romana con todas sus esclavitudes e inmoralidades (una vida materialista, relajada e incluso de maldad)? Todas estas preguntas siempre van a ser resueltas porque ellas, se encuentran con Jesús y su vida les cambio para el bien de sus vidas.
2. El encuentro con el Jesucristo – resucitado:
Es importante llorar, Jesús llora la muerte de Lázaro, las hermanas se encuentran al lado de la tumba llorando… María Magdalena llora la muerte de Jesús. “La de María Magdalena es una búsqueda del Resucitado, particularmente fatigante. Como puede notarse en la repetición cuatro veces del verbo “llorar” (Jn 20,11.11.13.15), María aparece como una mujer sensible, llena de afecto.
Frente al sepulcro vacío, ella aparece sobrecogida por una fuerte tensión emotiva, y “llora” (20,11). Llora porque le hace falta la profunda experiencia de amistad que la unía a su Señor. Llora porque ni siquiera puede sentarse al lado del cuerpo muerto de su Jesús. Entonces María se pone a buscar al Maestro, pero sus sollozos, sus lágrimas, parecen nublarle la vista y el corazón impidiéndole reconocer al Señor que está vivo y de pie delante de ella (Jn. 20,14)” (Cfr. P. Fidel Oñoro, cjm).
¿Qué paso en el corazón de María Magdalena?
Claro que es difícil saber qué pensaría exactamente María Magdalena, luego que fue liberada, ella seguramente quedo llena del amor de Dios, ese es su motor que la mueve a ir a la tumba vacía, ya no está aquí… ella pregunta: ¿Dónde lo han puesto? Dudas, incertidumbre, expectativas inconclusas, nada la llena, porque el amor traspasa los límites temporales -del tiempo-espacio-, de la finitud de la muerte, incluso ella sabe que el amor supera la muerte, ella tiene en el fondo esperanza, al igual que las otras mujeres.
El dolor de la ausencia-presencia de Jesús
Es el dolor de la despedida de un ser querido, parece una montaña rusa de sentimientos encontrados, porque nuestros sentimientos como los de María Magdalena pasan por la tristeza de perder un ser querido, en este caso a Jesús, el ausente en el espacio y el tiempo, pero presente en la eternidad, pero también por el agradecimiento de haber estado a su lado y los recuerdos que nos recrean una y otra vez, porque nos confrontamos con el momento presente, tenemos en el fondo, miedo a estar solos, esa es la raíz de toda confrontación con la muerte y la pérdida de un ser querido.
María Magdalena, de la que salieron siete demonios y ha sido trasformada por Jesús para amar, ahora solo la mueve ese amor, ahora solo el motor de su vida está en el centro: Jesús la llena, nadie más, ni siquiera ningún recuerdo la llena, porque Jesús sano su corazón herido en el amor.
¡Jesús está vivo!
Solo lo reconoce cuando le llama por su nombre: María, ella se le abren los ojos y responde: Rabbí (maestro), seguro fue una mirada de fe, en el corazón es creer, es la certeza que el amor vive más allá del tiempo, que se superó el límite de la muerte, porque ¡está vivo!, es el viviente… pero ella lo quiere retener para sí, ella lo sujeta fuerte, porque no quiere dejarlo ir, Jesús le dice: María suéltame que no he subido al Padre. Es hermoso ella debe dejarlo, ella debe soltarlo, es como si nos expresará Jesús resucitado a todos nosotros, que si no lo soltamos no podemos dejarlo subir, ir al Padre, y si nosotros no soltamos las experiencias del pasado, de la muerte, no podremos realmente amar, si María Magdalena no lo suelta no puede dejarse amar, ya no con un amor para sí, sino con un amor para los demás, ella comprenderá que el amor es soltar, desapegarse del otro, sólo así podremos amar de verdad.
Así, María Magdalena, es Apóstol de la esperanza: “Cómo es hermoso pensar que la primera aparición del Resucitado haya sucedido de manera tan personal. Que hay alguien que nos conoce y ve nuestro sufrimiento y desilusión, que se conmueve con nosotros y nos llama por nuestro nombre” (Papa Francisco).
Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios