Jesús de Nazaret lo tenía claro, su reino no era de este mundo, no funcionaba con las claves de la ambición, de la pretensión hegemónica del mercado, el armamento o la tecnología. Esas tentaciones, las que explican y están detrás de todos los conflictos y guerras, fueron vencidas por él en el desierto ante el maligno seductor que con la mentira pretendía apoderarse de la verdad. La verdad no es de nadie y no se vende, se ofrece y la encuentra el que la busca con la sencillez de la libertad en el amor. La guerra es de la mentira y los que las gestionan son del reino de la falsedad. La verdad es del amor y de la paz.
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Me seduce buscar huellas de ese Reino y de ese rey del evangelio que murió en la cruz, dándonos la verdad en la mayor libertad: tanto amó Dios al mundo que le entregó su hijo para tuviera vida.
Por eso en este domingo de Cristo rey lo reconozco y lo adoro en gestos que no son del mundo pero que ocurren dentro del mundo, en el interior de los sencillos y que se hacen visibles si abrimos los ojos del interior que contempla y se sorprende por la abuelita que echa en el fondo del cepillo del mundo de lo poco que tiene para vivir.
Los comparto con vosotros:
Anoche me llegaba un pequeño vídeo de la carrera de natación, de la olimpiada celebrada en Plasencia, en la que participaba Pedro, joven con autismo profundo, lo había su entrenadora. Le gritaba en el recorrido y lo animaba con fuerza, Pedro quedó el primero y levantaba las manos con alegría. Lo contaba y decía que había sido el primero en atletismo y el segundo en natación, su madre le corregía y le decía que era primero en natación y segundo en atletismo. Él lo volvía a repetir muy despacio para no equivocarse de nuevo. Más de una vez he oído a su madre hablar de él, como su rey, valorando sus pequeñas acciones con únicas y gloriosas. Así por ejemplo cuando por primera vez dijo mamá, lo celebró como una de las mejores victorias de su hijo. Su reino no es de este mundo.
Me acuerdo, al hilo de la viejita generosa del evangelio, del sepelio de Sor Genoveva de Santa Teresa de Jesús, que llegó al convento con 29 años y, después de sesenta de contemplación y vida, se ha marchado al Padre. Ha vivido libremente y ahora se va con su Rey amado para la eternidad. La madre superiora introducía la celebración de ofrenda de su vida con estas palabras: “Hoy nos reúne un acontecimiento que nos conmueve profundamente pero también nos invita a la alegría, hoy celebramos el paso de nuestra hermana Genoveva a su Pascua eterna. Damos gracias a su familia por su generosidad al donarnos a esta alma santa, que ha sido ejemplo y columna de esta casa durante sesenta años y lo seguirá siendo desde el cielo. Cada una de sus hermanas, las que hoy la reciben en el cielo y las que hoy la dejamos aquí en la tierra damos gracias por su humildad, sencillez, silencio, abnegación y constante oración.” De este modo ella desde la clausura ha vivido en la libertad del Reino de Cristo y de su verdad, se ha sentido amada y ha amado radicalmente, no se ha guardado nada para ella. Su reino no era de este mundo.
Angelines me pide que me reúna con su hijo Miguel, uno de los niños que próximamente va a celebrar su primera comunión. He de explicarle con sencillez qué proyecto es el que estamos apoyando desde Cáritas parroquial, la razón es que él nos ha mandado una video invitación, en el que explica que no quiere regalos para él, sino que le acompañemos y daremos dinero para dárselo a los que lo necesitan más que nosotros. Con su gracejo él dice que se lo dará al cura Pepe para que lo haga llegar a ellos. Los padres quieren que se entere bien para que lo explique en la comida que compartiremos el día de su primera comunión y sea protagonista de este hecho de vida. Su reino no es de este mundo
María su compañera de grupo hizo algo parecido. El día que hablamos de que iban a hacer una hucha para tenerla todo el curso y regalarla el día de su primera comunión para compartir con los pobres, ya comenzó a pensar en ello. Tras el taller de fabricación de su hucha personalizada llegó a casa, abrió la que tenía de sus ahorros y dividió en dos partes todo lo que tenía, tanto billetes como monedas. Una parte sería para ella y la otra para los inmigrantes como habíamos dicho en la catequesis. Sus padres la apoyaron y lo celebraron. El regalo especial que ha pedido es que le hagan un vestido de fiesta a su muñeca preferida para que vaya a su comunión, se la ha hecho Lourdes, una inmigrante de Brasil. Su reino no es de este mundo.
Muchos signos se están dando cada día… no cabrían en todas las bibliotecas del mundo. Estos se han escrito para que lleguemos al conocimiento de la verdad, del Reino que Jesús ha iniciado y traído. Él es nuestro rey.