El domingo 28 de febrero, El Salvador elegirá 262 alcaldes y alcaldesas y 84 diputados y diputadas para la nueva Asamblea Legislativa, que tomará posesión el próximo primero de mayo. La campaña electoral se está desarrollando en medio de un clima crispado, cargado de lenguaje confrontado y con pocas propuestas serias para hacer frente a los graves problemas que padece el país.
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Los obispos salvadoreños hemos publicado días atrás un mensaje de diez páginas basado en la propuesta del papa Francisco en su encíclica ‘Fratelli Tutti’ y en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2021, centrado en “la cultura del cuidado”.
En dicho documento, examinamos algunos problemas agudos, como la pandemia, la migración forzada, los atentados contra “la casa de todos” y la cultura de confrontación que contamina la atmósfera que respiramos cada día. Lo que más nos preocupa es precisamente esto: “La situación de confrontación, la falta de diálogo y de tolerancia que está causando tanto daño al país”.
El Salvador, a veces, parece un barco en el que vamos todos, pero sin brújula, sin timón y sin un timonel en el que podamos confiar. Y para hacer más grave el drama, no somos capaces de remar en la misma dirección, buscando el mismo objetivo, es decir, el bien común de toda la comunidad nacional, con preferencia por los más frágiles y marginados.
Caridad en la política
Como Iglesia, somos conscientes de que los Acuerdos de Paz firmados hace casi treinta años no solo acabaron con doce años de una guerra fratricida, sino que constituyen también una “hoja de ruta” que nos llevaría a buen puerto. Lo hemos recalcado en nuestro mensaje episcopal, haciendo también un llamamiento a practicar “la mejor política”, entendida como una de las formas más preciosas de la caridad, porque se pone al servicio del bien común y conoce la importancia del pueblo.
Monseñor Óscar Romero decía que “Dios quiere salvarnos como pueblo”. Y se explicaba: “Dios no quiere masa, quiere pueblo. ¿Qué es la masa?: el montón de gente; cuanto más ignorante, mejor; cuanto más alienada, mejor”. Para concluir con estas sabias palabras: “¿Qué es el pueblo? Es la comunidad organizada donde todos conspiran por el bien común” (Homilía, 5 de enero de 1978).