Tribuna

El voto es de quien se lo gana

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Cien años pasaron desde la introducción del sufragio universal en Estados Unidos hasta que se dedicó un monolito a las pioneras del feminismo que hicieron posible este logro trascendental. Ellas fueron Susan B. Anthony, Elizabeth Cady Stanton y Sojourner Truth. Desde 2020, las tres sufragistas, representadas por la escultora Meredith Bergmann, se alzan sobre el Literaly Walk de Central Park, el corazón verde de Nueva York, uno de los lugares más populares del mundo con 42 millones de visitantes anuales.



Es el único monumento del parque dedicado a mujeres reales, una majestuosa obra de bronce que celebra a las tres activistas que, animadas por una visión profética de la sociedad basada en la igualdad de derechos entre los sexos, en el siglo XIX dedicaron su vida a cambiar la condición femenina en nombre de la emancipación. Lo hicieron desafiando la mentalidad y las leyes patriarcales de la época a través de escritos, discursos, viajes, peticiones, asociaciones, luchas colectivas y acciones provocativas.

¿Quiénes eran Susan, Elizabeth y Sojourner, mujeres de diferentes orígenes y trayectorias unidas por el compromiso civil y las batallas pre-feministas? Susan Bromwell Anthony (15 de febrero de 1820 – 13 de marzo de 1906) nació en el seno de una familia abierta y progresista, de religión cuáquera, que la empujó a cultivar su viva inteligencia, a estudiar y a desarrollar la autonomía. Fue su padre con sus enseñanzas quien llenó el vacío de una educación escolar diseñada para favorecer a los varones. La futura sufragista descubrió el compromiso con la igualdad de la mujer gracias a su maestra Mary Perkins, quien le transmitió una concepción progresista de la condición femenina. En 1840 Susan se convirtió en maestra y activista a la vez. Su primera batalla fue a favor de la igualdad salarial, algo impensable en ese momento.

Tres Mujeres

En 1848 firmó la Declaración de Sentimientos, presentada en la Convención de Seneca Falls, –la primera organizada por mujeres entre las que se encontraba Elizabeth Cady Stanton (con quien en 1869 fundó la National Woman Suffrage Association)–, acto constitutivo del movimiento sufragista en América. Susan amplió su compromiso con la causa antiesclavista, lucha contra el alcoholismo y la segregación. En el semanario The Revolution publicó su lema: “La verdadera República: los hombres, sus derechos y nada más; las mujeres, sus derechos y nada menos”.

En 1872 fue detenida junto con 14 compañeras por violar la ley al votar en las presidenciales. Ante los tribunales se defendió así: “Son leyes hechas por hombres, interpretadas por hombres y administradas por hombres a favor de los hombres y contra las mujeres”. Y al juez que le preguntó si votó como mujer le respondió: “No, como ciudadana de Estados Unidos”, negándose a pagar la multa de cien dólares.

Murió en 1906, 14 años antes de que se introdujera en la Constitución el sufragio universal mediante una reforma que lleva su nombre. Susan fue la primera mujer representada en las monedas de un dólar.

Compromiso civil, igualdad de la mujer también en el ámbito religioso, control de la natalidad, igualdad de derechos en caso de matrimonio y lucha contra la esclavitud. Fue el núcleo de la acción de Elizabeth Cady Stanton (12 de noviembre de 1815-26 de octubre de 1902) que se desarrolló en varios frentes. Abogada federalista, congresista y jueza de la Corte Suprema, vinculó su nombre a muchas batallas por la igualdad; en primer lugar, la del derecho al voto de las mujeres como presidenta de la National Woman Suffrage Association. Abandonó su cargo para poder viajar libremente y apoyar la causa y lo asumió su amiga Susan B. Anthony.

La Biblia de la mujer

Entre 1895 y 1898, Elizabeth también fue autora, junto con otras 26 académicas, de La Biblia de la mujer, una reinterpretación feminista de las Sagradas Escrituras. La publicación provocó una amarga controversia por sus posturas radicales, como la creencia de que la Santísima Trinidad estaba compuesta de “un Padre, una Madre y un Hijo celestiales”. En 1840, Elizabeth se casó con el docente abolicionista Harry Stanton y, en nombre de una relación igualitaria, se negó a hacer el tradicional voto de obediencia a su marido y a abandonar su apellido, que en cambio añadió al del marido. La pareja tuvo siete hijos, los últimos cuatro nacidos según un programa que la sufragista llamó “maternidad voluntaria” y basado en su control total de las relaciones íntimas.

En 1848, en la conferencia de Seneca Falls, Cady Stanton redactó la Declaración de Sentimientos, un manifiesto sobre la igualdad. El documento se posicionaba a favor de leyes igualitarias sobre el divorcio, defendía el derecho de la mujer a rechazar sexualmente a su marido, el reconocimiento de la propiedad y el trabajo femenino, así como las uniones interraciales. Elizabeth murió dieciocho años antes de la introducción del sufragio femenino, tema al que había dedicado tres volúmenes en los últimos años de su vida.

Sufragistas

Isabelle Baumfree (1797 – 26 noviembre de 1883) era afroamericana. Con 46 años, la sufragista decidió llamarse Sojourner Truth (quien vive en la verdad) y, aunque era analfabeta, dedicó su vida a la abolición de la esclavitud. Y esa vida fue durísima según dictó a un amigo que le ayudó a escribir su autobiografía. Fue subastada a la edad de 9 años junto a un rebaño de ovejas por apenas 100 dólares. Fue maltratada repetidamente por su comprador y revendida dos veces más.

Obligada a casarse con otro esclavo anciano, tuvo cinco hijos. En 1827, tras la abolición de la esclavitud, el patrón le prometió la libertad, pero no se la dio. Por eso, se escapó con la hija menor, Sophia, dejando atrás a los otros hijos que, legalmente, no podían ser libres hasta alcanzar la edad de 20 años.

Himno a la igualdad

Trabajó como empleada doméstica en una familia liberal y cuando se enteró de que su hijo Peter, de cinco años, había sido vendido ilegalmente, acudió a los tribunales para recuperarlo. Se convirtió en la primera mujer en la historia en demandar a un hombre blanco ganando la causa.

Habiéndose convertido en metodista, en 1843 cambió su nombre y viajó por América predicando contra la esclavitud, la segregación, la pena capital y por los derechos de la mujer, la tolerancia religiosa y el pacifismo. En 1851 pronunció el famoso discurso, Ain’t I a Woman?(¿No soy una mujer?), vibrante himno a la igualdad.

Alguien interrumpió una conferencia acusándola de ser un hombre: Sojourner respondió abriendo su blusa para mostrar sus senos. En 1864 conoció al presidente Abraham Lincoln. Murió en 1883, cuando el voto femenino era una utopía. Su pasión, su generosidad y su dolor ayudaron a hacerlo realidad treinta y siete años después.

*Artículo original publicado en el número de octubre de 2022 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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