Fui educado en un colegio hoy concertado. Trece años. Debieron estropearme mucho. No me gusta esta ley de educación. No me gusta cómo se ha hecho. Por eso ayer salí a la calle a expresar mi descontento.
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Con el mismo espíritu con que en los años ochenta salí a pedir que se celebrara el referéndum sobre la entrada de España en la OTAN y a rechazar cómo se estaba haciendo la ley de reforma universitaria. Con el mismo espíritu con que he caminado con la gente del campo defendiendo sus derechos en negociaciones europeas, protesté contra reconversiones industriales salvajes o me he manifestado por los derechos del pueblo saharaui (y volvería a hacerlo hoy). Con el mismo con que me opuse a la quema de periódicos cuando la prensa no recogía nuestras movilizaciones.
En aulas concertadas en las que se explicaba qué suponía la deuda externa que castigaba a muchos países, en las que se comentaban los informes de Amnistía Internacional o se hablaba del abuso del varón sobre la mujer dentro del matrimonio cuando muchas legislaciones europeas no lo contemplaban. Con el mismo espíritu con que nos concentramos muchos ratos en silencio cada vez que el terrorismo (ETA casi siempre, aunque no siempre) segaba vidas; el mismo con que llevamos meses lazo azul cuando había secuestrados o pedimos firmas para que se indultara a quienes sin haber tenido formación ni oportunidades habían delinquido engañados por mafias o adicciones.
Protesto contra esta ley de educación como lo hice contra la participación de España en los ataques a Irak o las normas que enviaban a la cárcel a quien se negaba a ir al servicio militar. Con el mismo espíritu con que llevamos décadas pidiendo igualdad, viviendas dignas, buzones, escuelas o infraestructuras públicas en barrios que ni aparecían en los mapas o en la España vaciada de hoy. Con el mismo con que hemos salido a la calle no pocos primeros de mayo o en manifestaciones de pobreza cero.
¡Cuánto daño ha debido hacer la concertada a este país!
Con un enorme respeto a los profesionales de la escuela pública y a su entrega; con admiración a la poco valorada dedicación de muchos educadores de la escuela concertada, NO a esta ley de educación y al estilo con que se ha gestado.