La carretera es estrecha y tiene muchas curvas. El paisaje, marrón, se intercala con riachuelos, arbustos y pinos. Turistas que esperan en los pueblos para iniciar alguna ruta se entremezclan con puestos de fruta, ropa y otros productos. Es sábado y la calzada está llena. A los lados de la carretera hay casas medio derruidas por los efectos del devastador terremoto que asoló la región de Marrakech el pasado 8 de septiembre de 2023 en la provincia de Al-Haouz. Junto a los escombros, muchas tiendas de campaña, algunas más estables y otras hechas de distintos tipos de plásticos, son el cobijo de miles de familias en toda la zona afectada.
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Algunos kilómetros más adelante, entre montañas, aparece el pueblo de Ouirgane. Lugar muy visitado por los turistas y afectado por el seísmo. Hasta aquí, como a cerca de 20 localidades, ha llegado la ayuda de Cáritas, que acompaña a la población más vulnerable y afectada desde que sucedió esta tragedia. Hace unas semanas se inauguró la nueva escuela infantil. Módulos prefabricados preparados con distintos espacios y una zona exterior con columpios y juegos. Vecinos de la zona, miembros de la asociación de mujeres Tamounte y el equipo completo de Cáritas celebraron su apertura.
Un día de fiesta
Se acogió a los invitados con bailes y música típicos del lugar. Tras tomar dátiles y leche, a modo de dar la bienvenida, todos pudieron visitar las instalaciones, disfrutar de un aperitivo con productos típicos, así como de una suculenta comida. Los niños también participaron en esta fiesta, en la que bailaron y jugaron. Además, se plantó un olivo con la colaboración de todos los implicados después de los discursos de inauguración, la firma, la entrega de llaves y una oración.
El proyecto de “Cáritas seísmo” cuenta con un equipo estable de más de 15 personas de distintos países (Marruecos, Francia, España) y formado por frailes franciscanos, voluntarios procedentes de la parroquia y otros del propio país, Hijas de la Caridad y personas contratadas. Un trabajo en equipo, coordinado, y con la certeza de que Dios espera en quienes más sufren. Una de las ayudas fundamentales ha sido la instalación de módulos prefabricados para las familias que se encuentran en tiendas de campaña. Un equipo de Cáritas se encarga de evaluar el espacio, así como de la logística para la construcción. En este proceso, la población local es una de las principales protagonistas. Primero se habla con el alcalde del lugar. Tras recibir el visto bueno, se busca al propietario para que ceda un terreno adecuado para ello. También es necesaria una comunidad organizada y con alguna persona que coordine. Aquí, las mujeres juegan un papel fundamental de nexo entre Cáritas y las comunidades.
Trabajo en red
Posteriormente se llevan los materiales y se contrata a personas de esa comunidad para su instalación. En el mismo espacio se colocan baños, duchas y cocina comunes. Asimismo, se adecúa el terreno, que en ocasiones está muy embarrado o con importantes desniveles. Otra ayuda muy importante ha sido la colocación, también mediante módulos prefabricados, de escuelas como la que se inauguró en Ouirgane.
También es clave la acción de un equipo de asistencia sanitaria que actualmente está formado por una comunidad de Hijas de la Caridad. Ellas acuden a diario a diversas localidades. Además del seguimiento sanitario (donde residen, en otros centros de salud u hospitales de Marrakech), escuchan a las familias y llevan materiales como productos de higiene, ropa o alimentación básica. Otro equipo de voluntarios también visita y reparte estos productos según las necesidades detectadas.
Diferentes fases
Esta actuación de Cáritas forma parte de la primera fase del proyecto que se espera finalice en los próximos meses y que dé paso a una segunda fase en la que se apoye con la recuperación del medio de vida que tenían antes del seísmo (agricultura y ganadería especialmente). Junto a este trabajo centrado en las consecuencias del terremoto, Cáritas Marrakech atiende a migrantes que viven en la ciudad y a quienes están de paso, especialmente africanos de otros países. Asimismo, acompaña a marroquíes que viven con escasas posibilidades.
Las consecuencias del terremoto todavía se palpan. Pero, en medio de las ruinas y de sus precarias condiciones, poco a poco, con la ayuda silenciosa de muchos, una tímida esperanza resurge entre las grietas y los escombros. No están solos ni olvidados. Un nuevo comienzo es posible.