Existe un verso en el hermoso universo poético del sufismo que dice “Fuiste, Eres, Serás Amor, en un tiempo lejano, en un futuro cierto. Sin contar las horas Eres”. ¿Qué eres? Eres Amor, ya que en ti todo se llama Amor. Y así como zoleyjah del maravilloso Rumi, que llamó a todo Amor, desde el incienso hasta el áloe, lo hago también, pues todo en ti se llama Amor. Y puedo pronunciar cincuenta, cien, ciento cincuenta mil palabras y cada una amanece desde ti, cada una retorna a ti en la exactitud misteriosa del resplandor de lo sagrado.
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Amor eres tú que eres el Amor: palabra primera y última. Palabra donde todo comienza en un eterno comenzar. Palabra en la que callo. Palabra en la que digo. Amor párpado abierto. Amor corazón sangrante. Amor que es tu nombre y todos tus nombres: vuelto paloma que revolotea en mi boca transformando mi saliva en vino espiritual para saciar mi sed en tu sed cuando te nombro. Amor que eres amor todo amor y nada más que amor.
En ti todo se llama Amor
En ti todo se llama Amor porque eres espacio luminoso donde se unen las mitades del ser. Música cósmica que perfuma de sentido la realidad. Sublime elección en cuyo seno aprendí a contarle los dedos al infinito. Elección sublime llena de luz, de agua, de aire, de tierra en cuyo transitar todo es unión: unión de espíritus, unión de cuerpos. Unión más allá de toda unión.
Unión que abrazo en silencio para escuchar, desde la Hermosura más antigua, a una santa que me dice que eres amoroso amor, que haces cada cosa por amor y que das cada cosa también por amor. No le pidas otra cosa sino amor, parece decirme, porque si tienes amor tendrás todas las cosas y si no lo tienes te faltará todo bien, pues, hay una verdad antigua que nos viene de la noche más oscura del alma: “el alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa”.
En ti todo se llama Amor, eterna verdad, caridad verdadera, cara eternidad. Amor por el cual suspiro día y noche, noche y día por elevarme hasta el punto de contemplar lo que antes no podía: amor armonía interna, amor sinfonía externa. Amor del amor. Amor-en-sí-mismo. Amor que derrumba desde el amor todos los por qué, todos los para qué, ya que más allá, más acá, detrás de mi amor, sólo tu amor que eres tú mismo, puesto que te amo con amor único y total que es la corriente del amor universal que transita a través de ti, porque en mi amor por ti el amor universal se despierta y encuentra su expresión, por ello: sólo en ti disipo las tinieblas y brilla la verdadera luz. Sólo cerca de ti, dentro de ti, pierdo el temor al aborrecimiento del mundo, puesto que eres Amor y todo en ti se llama Amor.
En tu Amor se conserva el corazón en paz
En la permanencia de tu Amor se conserva el corazón en paz, ningún suceso del mundo desasosiega. Por ello, apaciguado por la sangre de tu Amor, nada me perturba, nada me espanta, todo se pasa. Por ello, absorto en el latir de tu pecho, nada acongoja, pues, venga lo que venga, siempre la gloria del mundo será cosa vana. En tu Amor mi esperanza. En tu Amor los frutos de Vida Nueva. En tu Amor los ojos del alma aprenden a contemplar el árbol frondoso, sin desviar la vista de las flores que le rodean, pues árbol y flores conforman el jardín donde todo lleva tu nombre que es perfume, que es Amor.
De tu Amor aprendo amar a la esposa que me diste para que la amara, para compartir la vida que fue tu primer regalo, para compartir el pan y el vino, la lumbre de la sabiduría. De tu gracia me la diste y a tu gracia acudo para mantenerla lozana. La esposa que me dio tu amor me devolvió a la claridad que me permitió ver cuánto valías y al verlo supe, arropado por el llanto, cuanto valía yo mismo.
Por Valmore Muñoz Arteaga. Director del Colegio Antonio Rosmini. Maracaibo – Venezuela