Cada año, la llegada de la Semana Santa es sinónimo de preparación, y a ello nos invita el tiempo de Cuaresma. Además de la disposición personal interior, son muchas las tradiciones que, con muchos meses de antelación, comienzan a prepararse con gran dedicación.
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Recuerdo, especialmente, de los años en que viví en Andalucía, el esmero con que las hermandades y cofradías preparaban sus pasos de Semana Santa, y todas las celebraciones previas que, ciertamente, ayudaban y ayudan a tantas personas a vivir el Misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo.
Algo que, desde el principio, me llamó mucho la atención fue la particular manera en que los costaleros preparaban la salida de los pasos: desde el costal y la faja que forman parte de la indumentaria, la importancia de la igualá para que el paso esté equilibrado, hasta la sincronización y conexión entre todos ellos.
Me resultaba especialmente impactante verlos ensayar, varios meses antes, por las calles de las ciudades con el paso desnudo para entrenar los avances, retrocesos, entradas y salidas de sus sedes. Todo ello para que, llegado el día, el capataz al mando de la cuadrilla, y auxiliado por sus contraguías, comenzara a dar órdenes a los costaleros que, con una precisión inigualable, le obedecían bajo el paso con fe plena en su voz.
Es ese instante en que se hace el silencio y se escucha un “¡todos por igual!’”, seguido de un “¡a esta es!”, que anuncia que a la próxima llamada –al próximo golpe del capataz con el martillo sobre la parihuela– llega la levantá, “a pulso” o “al cielo”.
Son momentos, qué duda cabe, muy especiales, tanto para aquellos que los han vivido desde casi el seno materno, y lo consideran mucho más que meros ritos, hasta para aquellos que lo puedan ver desde fuera casi como un espectáculo.
Y en esta Semana Santa de 2020, tan especial porque no podremos vivir todos estos momentos, y ni siquiera podremos celebrar el Triduo Pascual, de manera especial me quedo con ese momento –que también es sentimiento– del aviso del capataz: “¡Todos por igual!”.
Esta Semana Santa va a ser muy ‘igual’ para todos, pues todos nos encontramos en circunstancias muy parecidas. Y es que esta situación que vivimos nos hace asemejarnos mucho, nos hace muy iguales. La enfermedad y la debilidad nos igualan, pero también lo hacen la humanidad y la solidaridad, que en estos días afloran por todos lados.
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