Tribuna

¿Es buena la política?

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La política es una ciencia social cuyo fin es iluminar y acompañar la organización de las personas en la sociedad, el político es el que ejerce esta ciencia, para el bien de la misma sociedad. Definiciones llenas de bondad y esperanza que, en abundantes realidades, no se presenta así.

Todos hemos escuchado frases como: ¡No hablemos de política para evitar peleas!. ¡Los políticos no sirven!. Y la misma Mafalda[1] en su historieta, le endilga todos los males criticándola a tal punto, que su amiga Susanita le dice que parece la nuera de la política.

Cuando tenía 20 años y soñaba como todos los jóvenes con cambiar el mundo para bien, empecé a militar en un partido político y quería ser diputada nacional para representar al pueblo. Mi papá me apoyó y me advirtió sabiamente que de llegar, iba a ser empleada de ese pueblo, para el que tenía que trabajar tanto para los que me elegirían como para aquellos que no. Después Dios y la vida me llevaron por otros caminos. Me quedó como hermoso recuerdo el hecho de que se consideraba una riqueza tener un amigo de otro partido. Amigos y amigas que aún, orgullosamente, conservo.

Hace un mes estaba en un curso y uno de los asistentes quería saber de qué idea política era el disertante, un señor trabajador, orgulloso de su familia y sus raíces. Ya algo cansado por la insistencia le contestó: Mis manos para trabajar son mi partido político. Consideré que fue una respuesta coherente, sus manos desde ese lugar, construían la sociedad más allá de su voto. Vamos a votar en determinados momentos pero a mi comunidad, a mi ciudad, a mi país lo nutro cada día con mis buenas acciones. Eso desencadena un estilo de vida que lleva a elegir candidatos que me representen y a los cuales debo pedirle cuentas. Eso es hacer política. Cada día y con el voto, darle el poder de representarme a quien considero mejor para un proyecto de sociedad digna.

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Por eso mismo es irresponsable elegir candidatos por filias o por fobias. Es indigno que compren mi voto con dinero, cargos o promesas irreales. Es de cristiano rezar el voto, pedir iluminación al Espíritu Santo, decir lo que pienso con mansedumbre y no lo es defender lo indefendible y generar brechas.

 A veces se cae en vicios que atentan a la bondad de la política, por ej: los personalismos, un partido no es una persona y una persona no es un partido, se debe considerar también que la sociedad no son mis votantes y mis votantes no son la sociedad, que ganar una elección no significa oficializar ideas propias, igualmente que perder no es oposición sistemática.

 Vuelvo a la pregunta del comienzo ¿es buena la política? Y respondo que sí, como es buena la democracia. Ambas son instrumentos, no son fines, son herramientas, no son trampolines. Todos somos políticos o debiéramos serlo, al buscar lo que es mejor para la sociedad, para la patria aunque eso implique renunciar a tradiciones o a conceptos. Con el trabajo diario de nuestras manos alimentamos esa idea política.

Al pensar en política invito también a pensar en los fundadores de nuestras repúblicas. Eso evitará que nosotros seamos los fundidores.

 

[1] Historieta argentina creada por Joaquín Salvador Lavado más conocido como Quino.