No entiendo cómo personas de buena fe, con una buena formación, pueden acusar al papa Francisco de haber enseñado hasta siete herejías en el capítulo octavo de la exhortación apostólica Amoris laetitia. ¡Siete herejías en un solo capítulo!
Es muy grave acusar al Papa de enseñar herejías. Y muy grave también sembrar la cizaña en medio del pueblo de Dios. Algunos de los firmantes hace ya algún tiempo que están en clara rebeldía frente a la autoridad del Papa. Pero la mayoría pretende vivir en plena comunión católica. El solo hecho de que coincidan con ellos ciertas personas tendría que haberles alertado.
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Sobre los divorciados vueltos a casar
En realidad, las siete herejías giran en torno a un solo punto. Los firmantes acusan al Papa de decir que los divorciados y vueltos a casar que conviven maritalmente pueden vivir en gracia de Dios y recibir los sacramentos de confesión y comunión con normalidad.
En esta acusación son del todo falsos e injustos, calumniadores. El Papa nunca ha dicho eso. Las fórmulas empleadas para reflejar el pensamiento del Papa son sutilmente diferentes y gravemente engañosas, absolutamente falsas.
En primer lugar, hay que tener en cuenta el criterio fundamental en la interpretación de un documento. Cada párrafo hay que leerlo e interpretarlo en relación con el conjunto del documento. Ahora bien, en el mismo documento el Papa afirma varias veces el carácter indisoluble del matrimonio cristiano. En el capítulo octavo no puede negar lo que ha afirmado antes en el primero, en el tercero o en el cuarto.
En el capítulo octavo, el Papa se hace cargo de la situación de aquellas personas casadas por la Iglesia, divorciadas y vueltas a casar, que un día se arrepienten de sus pecados, quieren vivir en gracia de Dios, pero tienen que seguir como están, a pesar de su voluntad, por circunstancias que no dependen de ellas.
El Papa mantiene la doctrina tradicional, reconociendo que la situación de los divorciados vueltos a casar es una situación objetivamente pecaminosa, pero dice que puede haber personas que estén verdaderamente arrepentidas de sus pecados y no puedan desentenderse de la situación pecaminosa en la que viven.
De estas personas, arrepentidas, deseosas de vivir según la voluntad de Dios, pero atrapadas en una situación pecaminosa de la que de momento no pueden prescindir, dice que, por falta de voluntariedad, pueden merecer el perdón y acercarse a la comunión.
La doctrina de siempre
El papa Francisco mantiene la doctrina tradicional de la Iglesia acerca de la indisolubilidad del matrimonio. Y afirma que la situación de los divorciados vueltos a casar es una situación objetivamente pecaminosa, contraria a la voluntad de Dios.
Pero, a al mismo tiempo, se hace cargo de la posibilidad de que existan circunstancias atenuantes y aun eximentes, que libren de responsabilidad y de culpa a algunas personas que están verdaderamente arrepentidas de sus pecados y desean vivir en la gracia de Dios, pero que, en un momento determinado, no pueden cambiar de situación.
Ahora bien, esta ha sido siempre la doctrina de la Iglesia católica. Los acusadores deberían pensárselo otra vez. Con más humildad y un poco más de atención.
No se trata de nuevas doctrinas, sino de aplicar la doctrina de siempre, con verdad y misericordia, a las situaciones concretas de algunas personas que acuden a la Iglesia buscando el perdón de sus pecados y la paz del corazón.