Tribuna

Escuchar es buscar

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Tres verbos. Cada uno contiene una inmensidad. Cada uno es portador de una significación extrema y de una manifestación plena de sentido. Cada uno es en sí mismo una acción explícita, concreta y única. Para los cristianos, cada palabra hecha verbo es el Verbo hecho carne. Es Jesús.  Es una persona que sale al encuentro. Alguien que escucha. Alguien que es. Alguien que busca.



Y venimos transcurriendo este tiempo de nuestra humanidad −tan desgarrada y vacía, tan descolocada, tan dolida y colmada de incertidumbre− colgados a palabras que se dicen pero no significan o significan pero no adquieren sentido.

Escucha

Sabemos que la producción de sentido no es algo a lo que estemos acostumbrados en estos tiempos, donde la información corre por tantos canales y sólo es eso: información con números y datos duros, decires al paso, opiniones en la inmediatez, pareceres, interpretaciones personales, ideológicas y caprichosas, desinformaciones y deformaciones, discursos vacíos y atrofiados.

En medio de todo esto, ya nos acostumbramos a hablar de que no nos escuchamos. Emergen talleres de escucha activa y propuestas de entrenamientos para aprender a escuchar.  Salimos al cruce diciendo y hablando de la necesidad de la escucha. Los políticos dicen que hay que escuchar al pueblo. Los filósofos se desgastan intentando las nuevas palabras creyendo que construyen nuevos paradigmas.  Los creyentes hacemos gala de que estamos preocupados por la escucha.  Y así, seguimos igual, andando sobre nuestras palabras, esas que luego se gastan y las descartamos.

Escuchar

Es

El verbo es tiene la omnipotencia de hablar siempre en presente. Todo es. Todo se hace presente en el instante donde emerge victorioso el único tiempo del que somos dueños y que nos invita a ser.

Nada como la palabra amén, que significa “así es” y no como solemos repetir “así sea”. Amén es ya, es ahora mismo. Es el instante que se propone siempre eterno. Es la concreción explícita y osada de creer en un Dios que es, hablando y obrando en presente continuo sobre esta humanidad toda.

Busca

Y el verbo buscar, se erige como un pedestal ante cada uno de nosotros y nos interpela de manera personal. Nos llena de preguntas con los por qué buscamos, qué buscamos, cómo buscamos, dónde buscamos, para qué buscamos. Cuál es la búsqueda de cada uno y cada una. ¿Buscamos?

Hay una invitación especial y única en este verbo que nos impulsa a una acción desmedida y valiente ante la inminente sorpresa de lo que estamos por encontrar. Esa que no se acaba en la imagen de lo que buscamos. No es lo mismo buscar algo que hayamos perdido y sabemos de qué se trata, que lanzarnos a la aventura de una búsqueda sin saber qué es aquello que estamos llamados a encontrar.  Buscar es indagar, mirar, ver, tocar, tantear, contemplar, meditar, salir, caminar, curiosear, experimentar, pensar, reflexionar, rezar, orar, mantrar, gustar, aborear, oler, olfatear, percibir, intuir, oír y escuchar.

Buscar es escuchar porque se trata de auscultar la vida, de ir más allá de mí para llegar a lo profundo y sagrado de la existencia. Buscar dentro mío para escucharme de verdad. Buscar al otro para escucharlo más allá de mis prejuicios. Buscar es escuchar esa respuesta que emerge entera y presente, única y sagrada, dotándonos de lo que a todos y todas nos da sentido: el Amor, que trasciende toda imaginación y toda debilidad, toda pobreza y  toda enfermedad del cuerpo, del alma o del espíritu. El Amor que produce sentido a nuestra existencia cuando se conjugan la verdad, la bondad y la belleza.

Buscar es escuchar a Dios. Y si hay algo en vos que no puede hoy, que tus pensamientos no te dejan o que no te permite creer, por lo menos date a la búsqueda auténtica de una escucha de vos, bien adentro tuyo, que te permita la duda siempre presente en el corazón y la mente de los hombres y las mujeres de todos los tiempos de toda de la humanidad.

Buscarme es escucharte. Buscarte es escucharme. Y en cada escuchador o escuchadora hay dos corazones latiendo al unísono.

Por eso, más que hablar de la escucha, empecemos a buscar latidos engarzados en el Amor que vence al tiempo.