Tribuna

Esperando el “se hizo la luz” en Haití…

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Hoy, martes 9 de febrero en Puerto Príncipe, me levanto con la primera lectura que nos ofrece la Eucaristía. Tenía que ser la del Génesis 1: “La tierra era soledad y caos”… Me he quedado un rato pensando y, en muy poco tiempo, he podido “actualizarla” en mi hoy; algo así como “Haití es un caos”. Me resuenan las palabras del presidente de la República, Jovenel Moïse, quien ayer, tras lanzar el carnaval de Jacmel, decía a todo el pueblo haitiano que él estaba en el poder y seguiría un año más por derecho y porque “se Gran Mét ki mete m la…. Se li sèlman ki decide pou lavi mwen”; es decir, “es Dios quien me ha introducido aquí… Solo Él es el que decide mi vida”.



Sus palabras vienen acompañadas de la noticia del arresto de un grupo de personas, que podríamos considerar de “alto nivel”, que pretendían dar un golpe de Estado para derrocar al que consideran que ha finalizado su mandato. Y, posiblemente, acabar con su vida.

Controvertido artículo constitucional

Yo me he permitido “interpretar” una frase bíblica y, por lo visto, aunque no sé si de la misma manera, él se ha permitido interpretar la voluntad de Dios al introducirlo en la presidencia del país. Esa misma interpretación que están haciendo varios actores de la vida pública, incluido él, del artículo 134-2 de la Constitución haitiana, fuente de todas las controversias surgidas hasta el momento, al tratarse de un artículo que delimita el mandato presidencial a cinco años y que, según unos, ya ha finalizado, y según otros, todavía no.

No es cuestión aquí de ver quién tiene razón, pues, aunque aparentemente y a mi parecer extranjero, la tiene Moïse, si me ciño a la lectura del artículo, él mismo, al cesar (amparándose en la misma Constitución) a diputados y senadores en enero de 2020, aduciendo que sus funciones habían cumplido los cinco años fijados (cosa que es verdad, pues subieron al poder antes), sin embargo, le está dando un poder a base de decretazos sin ningún tipo de control democrático. Y aquí entra el quid de la cuestión…

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Situación de postración

Desde mi punto de vista, ¿qué es lo que realmente se está cociendo? Para mí, es una cuestión más de fondo, estructural, endémica. No se trata de interpretar una ley, sino de leer, escuchar y discernir qué me está diciendo la situación de miseria, de paro y de continua violencia que se vive en las casas y calles de este país. Se trata de interpretar, hacer una exégesis profunda de por qué las bandas, 70 más o menos conocidas, nutridas de gente joven, son las que gobiernan la calle a sus anchas, atemorizando a la población con secuestros continuos y amenazas permanentes.

Es el poder por el poder. La palabra “servicio” no existe en este ámbito corrupto. La sombra de Petrocaribe, los millones embolsados, se ciñe sobre muchos y no es cuestión de bajar del pedestal ahora, quitándose aforamientos que cubran los “deslices” del pasado. Me pregunto si es la misma Constitución a la que mira el poder presidencial en esta otra situación.

Preguntas sin respuesta

Hoy, martes 9 de febrero, todos, absolutamente todos, nos hemos levantado con la misma incertidumbre con la que ayer nos acostábamos. ¿Podremos salir hoy? ¿Abrirán los bancos, los comercios? ¿Hasta cuándo aguantaremos con huelga general? ¿Los colegios, cerrados también otro día más?

Y, mientras te haces estas preguntas, ves cómo la gente sale, buscando comida, trabajo… Se levanta con la esperanza de que este mismo Dios, interpretado y muchas veces manipulado, nos diga: “Se hizo la luz”. Muchas otras cosas son Haití. Ojalá, algún día, también salgan de estas tinieblas en las que las hemos envuelto. ‘Haiti Chèri’, dice la canción…