Tribuna

Espero que ahora sí le llegue el reconocimiento a Manuel de Unciti

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Manuel de Unciti, sacerdote y periodista fallecido enero 2014

ANTONIO PELAYO | En el ya muy lejano 1969, Manuel de Unciti y yo sustituimos al recién nombrado obispo auxiliar de Sevilla, Antonio Montero, en la redacción religiosa del difunto periódico Ya (dos en vez de uno, dada la envergadura del sustituido). Hasta que me fui a París, en 1976, fueron siete años de estrecha colaboración y de amistad. De él aprendí muchas cosas, y por eso le estaré siempre agradecido.

Fui muchas veces a la casa-residencia madrileña de la calle Rosa Jardón donde Manolo acogía a estudiantes de Periodismo, de cuya formación humana y cristiana se ocupaba con ahínco y celo. Esa casa le costó mucho dinero y algún que otro disgusto, pero le proporcionó también muchas satisfacciones, porque sus “chicos” prosperaban en la profesión y les iba colocando en buenos sitios. Recuerdo solo algunos nombres: Homero Valencia, Carlos Veira, Joan Cantavella, Miguel Ángel Velasco… la lista sería interminable.

Siempre he pensado que la jerarquía española fue mezquina y cicatera con Unciti. Ni le reconoció sus méritos ni le ayudó en su esfuerzo por mantener abierto ese vivero de periodistas cristianos o, simplemente, profesionales con dimensión ética.

Ahora que se nos ha ido, le renuevo mi afecto y espero que, como sucede en nuestros país, post mortem se le reconozcan su generosidad, su celo sacerdotal, su simpatía, su sentido eclesial. Era, por cierto, un vasco genuino, con todas las cualidades propias de sus gentes. Te recordaré, Manolo.