Fue Rosa Ruiz y no Amaral quien nos ayudó a refrescar nuestra revolución. No fue en el contexto de un festival de música ni ante miles de personas. Fue en la casa que las Religiosas de la Asunción tienen en Madrid y ante la veintena de representantes del movimiento de Profesionales Cristianos. Veníamos de Zaragoza, Mérida-Badajoz, Bilbao, Madrid, Canarias y Palencia. En diferido estaban presentes también Zamora, Mallorca y Valencia. No hizo falta grandes artificios, juegos de luces o cuerpo de baile. El desnudo ocurrió en el interior de cada cual. A la teóloga y psicóloga del Centro San Camilo de Madrid le bastó respetar -volver a mirar- nuestra tradición cristiana para regenerar la efervescencia en nuestra Comisión de Inicio de Curso que vivimos el pasado fin de semana.
- PODCAST: Sínodo a prueba de dubia
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Nos moviliza el Misterio, nuestro modo de vivir en el Espíritu. Es Dios quien se dona gratuitamente y nos atrae. Libremente, por lo recibido, vamos hacia Dios. Emblema novedoso ninguno: fe, esperanza y caridad. El distintivo nos transforma en comunidad confiada y confiable, que espera y genera esperanza y que ama y se deja amar. Nuestras armas no son más que el reflejo de un pan de molde reciente, una camisa tendida o la pintura de un banco que acaba de ser pintado. Puede sonar ñoño y probablemente infantil, pero pocas cosas hay más revolucionarias que quien se sabe tierno habitado por Dios. La revolución valiente nace de una espiritualidad honda que se expresa en ternura y cuidado.
El buen samaritano
Como público entregado, en estado álgido, aunque realista con la situación de nuestras diócesis, nos pusimos a programar la rebeldía del cuidado en nuestros ambientes personales y profesionales. En el horizonte intuíamos al buen samaritano, al leproso que se dejaba tocar y a la mujer de los perfumes. Acordamos impulsar el Cuaderno de Vida y la Lectura Creyente de la realidad. Nos reservamos momentos de especial cuidado de la oración y la espiritualidad en Adviento y en Cuaresma. Anotamos avivar la comunicación entre los distintos sectores profesionales y entre quienes comparten momentos vitales similares.
El horizonte: ayudarnos desde las propias experiencias de ternura en la profesión, en el uso de la tecnología, en la vivencia del género y en la participación en espacios sociales y eclesiales. Tuvimos también especialmente presente a nuestro movimiento hermano JEC (Juventud Estudiante Católica). No solo porque su nuevo presidente -Rubén- nos acompañó, sino porque en este curso queremos cuidar de modo especial la comunicación y el enriquecimiento mutuo. También encontramos tiempo para repasar y ajustar el presupuesto a nuestros empeños y recordarnos fechas en el calendario.
Nos reconocimos comunidad en la eucaristía, al recibir el pan tierno partido. Nos refrescamos en la oración con el agua fresca que viene de quien, como la Samaritana, se encuentra con Jesucristo. A pecho descubierto, porque frágiles en Dios nos sabemos fuertes:
…Siento que llegó nuestra hora
Esta es nuestra revolución
Somos
Una luz cegadora
Fuerte más brillante que el sol… (Amaral)