Tribuna

Está y… ¡en calma!

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“Despierta el mundo lleno de ilusión, mirando al cielo, recibiendo al sol, con ganas de encontrar otra oportunidad. Despierta el alma de la humanidad, buscando calma donde hay soledad. Son tantas las tormentas que vemos pasar, despierta esperando una señal” (Sosa, Patricia – Despierta el mundo, 2007)



Es una canción que invita a la solidaridad, a la alegría, a salirse de “lo conocido” para ser rostros felices que contagian el sentido de la vida en lo cotidiano de la existencia.

En este XII° Domingo de la vida pública, queremos contemplar los textos para “despertarnos” y salir de nuestras seguridades para anunciar el gozo de estar salvados en Cristo… y hacerlo con caras de redimidos: alegres y en calma.

“Le pertenece el tiempo”

“Al atardecer de ese mismo día, les dijo” (Mc. 4, 35)

El atardecer es una escena bastante recurrente en el Evangelio y que en los relatos pascuales es el momento donde se manifiesta el Resucitado. Lo revela Lucas en el relato de Emaús (Curia, Christian, 2024, pág. 29).

En la liturgia del lucernario el ministro, indicando sobre el Cirio, afirma “Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. A él pertenece el tiempo y la eternidad” (CEA – Misal Cotidiano, 2011, pág. 516).

En la Escritura, varias veces se hace alusión a que la acción de Dios acontece cuando todavía está oscuro, al principio de la jornada, durante el día y cuando empieza a anochecer… Es una presencia y experiencia de fe que invitan a la confianza en que él está. La primera lectura parece que se lo recuerda a Job con la imagen del Dios que hasta controla el mar.

En la pedagogía de Dios, la centralidad estaría puesta en su presencia y acción incluso cuando oscurece, cuando hay tormenta, etc. ¡Es el Dios presente, calmado y que serena!

En varias corrientes religiosas las ansiedades humanas, estereotipan a Dios con sus propios criterios y tiempos. En la experiencia de fe cristiana, se nos invita a vivir la experiencia de una Trinidad que no tiene ansiedad, que cree en las personas, en los tiempos y procesos, que no acelera la voz de nadie, que no filtra ninguna imagen para que sea “más bonita”, que no llama y manda mensaje a la vez, que quiere que el lunes ya sea viernes, que ya lleguen las vacaciones…

¡Pareciera y solo pareciera, que Dios no quiere tener todo controlado y que no desespera cuando las personas son libres!

En el principio… durante todo el día… cuando todavía está oscuro… al atardecer… ¡Es un Dios que está en calma! Por eso nos repite como jaculatoria: ¡No temas, no teman! ¡Son amados en todos los momentos de su existencia!

Del otro lado

“Crucemos a la otra orilla” (Mc. 4, 35)

Luego de las parábolas, Jesús invita a sus seguidores a ir a la otra orilla. ¿Una propuesta de cambio?

Nos animamos a decir que si y a salir de los propios lugares de seguridad.

Y pareciera que, para Marcos, salir de un lugar para ir al otro, en el recorrido se transita por tormentas y dificultades.

Y es justamente ahí, donde se nos estimula a contemplar a un Dios que no provoca situaciones de peligro o de dolor, sino que está sereno y en calma junto a las personas. Si, el Dios de Jesús, no incita con cuestiones difíciles o tempestades. No pone a prueba, sino que está junto a nosotros en el camino de la vida incluso, cuando está oscureciendo o tenemos esas tormentas que todo lo ponen en peligro.

Es quien nos exhorta a ir del otro lado… y especialmente a las orillas existenciales de nuestra vida, de toda persona. Pero para ello, pareciera que nos propone confiar más en su presencia y acción para transformar nuestros criterios. Ir a la otra orilla, quizás no implique, hacerlo para que “vuelvan” a la orilla contraria, sino para que en esas circunstancias ayudemos a dar a luz la presencia de Dios, que siempre está.

Pareciera que Jesús, nos alienta como iglesia a dejar nuestras comodidades y seguridades para ir al encuentro del otro donde se encuentra: y no para que venga a nuestros criterios y esquemas, sino para acompañar la manifestación de Dios en esas historias.

Más que empático, es sym-patico

Marcos nos relata una experiencia de fe donde hay un Dios que es sinodal: “Crucemos…” Pareciera ser algo muy sugerente. No es aquel que da una orden para que otros hagan, al mejor estilo de miembros de una religión. ¡Es el Dios que hace junto con la humanidad! ¡Es el Dios que está con las personas realizando (co – realizando) su propuesta! Nueva paradoja de la pedagogía de Dios: su voluntad está en sintonía y compañía de lo humano. Pareciera que no es el Dios que tiene todo “armado” para que los demás realicemos.

Y en ese cruzar a la orilla se narra la situación de la tempestad. Y es justamente ahí, donde aparece un Dios más que empático, porque por su fidelidad a la humanidad la “sympatheia” divina, es una compasión hacia las demás personas. ¡Dios no reemplaza ni se pone en lugar del otro! Sino que está junto a… o juntos en… La Trinidad se compadece.

¿Miedo a lo des/conocido?

Desde la perspectiva de la “sympathia” Trinitaria, en el relato de la tempestad calmada podemos contemplar una cierta situación eclesiástica. Para aquellos pescadores, en su mayoría, ir de una orilla a otra era algo frecuente y conocido.

En cierta corriente interpretativa se ha considerado a la “barca” como signo de la iglesia hasta llegar a establecer un logo del año de la fe con ella incluida.

Pareciera que tanto la barca como ir a la orilla es algo conocido… Y, en el recorrido se levanta una “tormenta” que la afecta “llenándola de agua”.

Paradoja de las alegorías. La barca es lo seguro. Ella se encuentra ante lo “desconocido” y muchos de los que estaban ahí sienten miedo. Pareciera ser que, muchas veces, nuestras acciones pastorales se enfrentan ante esa misma situación. Por lo general tenemos miedo “a lo nuevo, lo desconocido”.

En el relato, una tormenta sacude la barca, la novedad de algo que está fuera de ella, nos invita a reflexionar que a lo que se tiene miedo, más que a lo desconocido, es a que lo seguro (la barca) se caiga o se hunda. Es decir, muchas veces las rigideces pastorales más que ese temor tenemos miedo a que lo conocido deje de existir. Y todo lo construido con esa embarcación ya no nos de la protección que suponíamos. ¿Será por eso que la pregunta de los discípulos es “no te inquieta que perezcamos”?

Quizás, y solo quizás, como estructura eclesiástica más que miedo a lo desconocido tememos a que lo nuevo nos “descoloque”, a que nuestras estructuras creadas se les note que ya son “caducas” (CELAM – DA, 2007)(#365).

Paradoja del evangelio. En ese mismo relato Jesús está dormido en la barca. ¿Será que hasta a Jesús le aburre la estructura iglesia que piensa saber todo? Podríamos analizar esa situación desde esta perspectiva: lo conocido es lo que provoca que nos durmamos en “las estabilidades de nuestras construcciones” (Oesterheld, Jorge , 2020) y lo desconocido, tal vez, sea el mismo Evangelio. Jesús se duerme en la barca como tantas personas se aburren o duermen con las propuestas que les hacemos como seguidores de él. Sin embargo, es presentado como aquel que no teme ni a que la barca se hunda ni a la novedad que ha provocado la crisis… Evidentemente quien confía en la acción y presencia de Dios no teme. Sino que asume protagonismo (se pone de pie y hace callar a la tormenta) y se entrega a la pedagogía del Abba/Imma.

¿Catequesis y evangelio embarcados?

Embarcarse tiene como primera acepción “introducir personas, objetos, animales, etc., en una embarcación, tren, avión u otro medio de transporte” (RAE – embarcar, 2024).

Y desde esta definición podríamos decir que si. Muy a menudo, introducimos la propuesta del Reino (Evangelio) en el esquema de la barca. Es decir, lo embarcamos para que esté dentro del esquema establecido.

Evidentemente, nuestras iniciativas pastorales provocan somnolencia hasta en el mismo Jesús, quizás por eso necesitamos un fuerte “viento” que nos sacuda y provoque una configuración desde la novedad del Evangelio.

Cuando Jesús anunciaba el Reino, su propuesta era novedosa y hasta en cierto punto impredecible, porque lo hacía de una manera tan nueva que causaba estupor en quienes lo oían.

Hoy cuando predicamos tenemos todo pre escrito, lo leemos en tono monocorde, sentados en poltronas, y sin entonaciones, sin hacer vibrar o hacer arder el corazón (Cf. Lc. 24, 32). Y es tan predecible que hasta con anticipación se imprimen ejemplares para que otros ya lo tengan.

Catequesis desacramentalizada

Hemos embarcado tanto a la catequesis, que cuando la pensamos lo primero que se nos viene a la cabeza es que es “para que la gente se convierta y reciba los sacramentos”. Y evidentemente, la barca encorsetó la propuesta mistagógica.

La catequesis es hacer resonar en el corazón del creyente la propuesta siempre novedosa del Reino predicado por Jesús, por eso, es un “itinerario catequístico permanente, en un espacio comunitario eclesial, para que los creyentes encuentren el sentido a la vida desde Jesús” (CEA – JEP, 1988) (#50-51)

Desde la segunda lectura de este XII° Domingo durante el año, Pablo nos recuerda que “si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo” (2ª Cor. 5, 17), es decir, que podamos construir una catequesis impregnada del Reino y de la Pascua.

Plegaria

“Bendito seas, atardecer de la apertura, porque en ese momento en que nuestras vidas
parecían encerrarse y alejarse de los otros, ahí tu presencia nos conmueve hasta las entrañas.
Bendito seas, atardecer de la apertura, por tantas señales de amor
que se brindan en nuestro diario convivir junto a otros en el mismo lugar de siempre.
Jesús, amor que calma, te pedimos que tu modo de estar
nos siga motivando a ser una iglesia despierta y atenta a los signos de los tiempos
Que también, en nuestras manos y lado a lado, simpáticamente, sigamos siendo motivo de alegría” (Curia, Christian, 2024, págs. 31-32)

Felices desde la Pascua de la Vida Nueva… y que ella nos impulse a vivir con caras de redimidos.

Bibliografía

CEA – JEP. (1988). ‘Juntos para una evangelización permanente’. Buenos Aires: Oficina del Libro.
CEA – Misal Cotidiano. (2011). ‘Misal Romano Cotidiano’. CABA: Oficina del Libro.
CELAM – DA. (2007). ‘Documento de Aparecida’. Buenos Aires: Oficina del Libro.
Curia, Christian. (2024). ‘El gusto de vivir. Desde la vida del Resucitado un itinerario pascual’. CABA: Claretiana.
Oesterheld, Jorge . (2020). ‘El mensaje de las iglesias vacías’. Madrid : PPC EDITORIAL.
RAE – embarcar. (2024).
Sosa, Patricia – Despierta el mundo. (2007).