Tribuna

Está y… es alteridad

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“Yo soy lo que soy no soy lo que ves. No soy cuna de oro ni simple moisés.
Soy el desamparo del corazón, de aquel que pelea y no tiene voz
Soy la mano que te quiere ayudar, no hablo solo de mí cuando digo que soy.
Te hablo de ese lugar donde nace el amor que sueñas” (Axel – Somos uno, 2015)



En un ambiente impregnado de guerras, hay personas que buscamos estar unidas, anhelamos la armonía de corazón con quienes amamos, queremos ambientes de vida (trabajo, familia, amigos, etc.) que sean espacios donde la unidad supere la división, la concordancia esté por encima de las discrepancias, la valoración del otro como tal supere y anule la utilidad…

El XXVII Domingo de la vida pública, las lecturas de la liturgia suelen ser interpretadas como una justificación del sacramento del Matrimonio religioso. Desde otra mirada, quizás impregnada de teología queremos vislumbrar en que todo signo es una experiencia para encontrar allí indicios de un Dios que quiere hacerse uno con la humanidad, que busca la unidad de y entre las personas, que favorece la fraternidad universal.

Un Dios cercano

En el libro ‘Te Creo’ (Curia, Christian, 2013) compartí una reflexión sobre el relato yahvista (J), Gn. 2, 4b – 25 de la creación. Se lo considera así porque en “esta tradición llama a Dios Yahweh. Se inicia en los siglos IX y VIII aC. Pertenece al Sur de Palestina y se centra en el reino de Judá. Subraya la cercanía de Dios con la humanidad y lo describe en términos antropomorfos, del griego antrophos, hombre, y morpheé forma, es decir, lo presenta actuando y reaccionando como persona humana (La Biblia Católica para jóvenes, 2005, pág. 63): como alfarero, cercano, que sería como un artesano que modela a Adam de la tierra. Este término “Adam” sería en principio el género humano, la humanidad y no una persona concreta o un individuo.

Alteridad como Don

“No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude” (Gn. 2, 18)

En el relato de la creación de la humanidad podemos encontrar muchas interpretaciones, algunas clásicas y otras que fueron surgiendo con la reflexión o aportes del estudio exegético. Queremos detenernos en la acción de Dios en donde el autor bíblico coloca dos situaciones: contempla la situación (no es bueno que el hombre esté solo) y realiza buscando superar lo contemplado (darle la ayuda adecuada).

Yahweh crea un ser semejante en dignidad. Por eso, la otra persona se le “es presentada” no le da dignidad un individuo, ya la tiene por ser obra del Creador. Aquí podríamos contemplar la importancia del prójimo en el proyecto divino.

La realidad de la otra existencia es un don. Y se manifiesta ante nuestras vidas como un regalo… Continuando con la reflexión de la semana pasada, Dios no es poseído por nadie ni quiere la posesión de las otras creaturas, por tal motivo, se presentan como “otras” personas, otras creaturas (Curia, Christian, 2024). Podemos decir que hay una reciprocidad entre quien recibe la presencia, quien se hace presente y aquel amor que las vincula. En la fe cristiana esta correlación es entre la humanidad y la Trinidad. Pareciera que este relato, acentúa la dignidad humana: la persona es social y posee dignidad, es regalo: no es posesión de nadie: yo – tu – él. ¡Son autónomos!

Ayuda divina

Una situación paradojal que nos presenta el relato J: Dios busca la ayuda adecuada. Y esa ayuda: es humana.

Quizás, esta interpretación, nos impulse a vivir la fe como una acción en donde la asistencia de Dios es mediada por la voluntad humana… Y así superar el espiritualismo pietista que espera que Dios haga todo y nos de las señales de su acción. ¡Esas señales se manifiestan en la alteridad y la comunión!

Un Dios que no deja heridas

“Un profundo sueño…. Y cerró con carne el lugar vacío” (Gn. 2, 21)

El sueño es considerado un espacio de revelación que destaca la gratuidad de Dios. Ninguna persona otorga al otro su dignidad, nadie da el “ser” al otro. Solo podemos reconocer que las otras personas existen, independientemente de nosotros.

El texto también destaca el gesto de amor de Yahveh que, al sacar la costilla, no deja heridas (Ruiz de la Peña, José Luis, 1996). Podríamos contemplar aquí una de las características de su obrar: llena de sentido la vida. Al experimentar su presencia en la historia personal y comunitaria nos damos cuenta de que no hay vacíos. Él no deja heridas físicas, ni psíquicas, ya que nos quiere sanos y libres. Las heridas pueden ser, y de hecho son, producto de nuestra historia. ¡Dios no provoca ni permite el mal! Dios nos crea libres.

Dios Abbá/Imma sana aquello que se deja abrazar por su presencia amorosa, a pesar y a través de los medios humanos. Es la fuente de la Vida. La ‘solitariedad’ es vivir sin sentido, encerrarse y no descubrir a los demás ni a Dios. El solitario es quien vive de manera quejosa y reprochando todo. La soledad es la vida abierta que se ofrece y entrega, descubriendo la presencia salvadora de Dios, la compañía gratificante de los hermanos y la belleza en el mundo que rodea. Es intimidad para crecer en los otros lazos que se dan en las relaciones.

Unidad, una búsqueda

“forman una sola carne” (Gn. 2, 24)

La unidad entre personas, más allá de los vínculos de amor entre ellas, es una señal de la alianza que el Creador asume con la creación. Él se une con su obra, incluso, su pasión es la plenitud de lo creado.

Es un componente sinodal, es decir, juntos. No hay una absorción de una parte, ni cancelación de lo contrario, ni sumisión… En la unidad existe la diversidad. Ella se forma porque lo distinto busca unirse en un proyecto común: vida cotidiana, acción pastoral, proyecto de vida, etc.

Jesus Y Mesa

¡Somos Santos!

“Porque el que santifica y los que son santificados, tienen todos un mismo origen” (Heb. 2, 11)

El santo santifica, participa sus dones, porque más que una actitud ética/moral, la santidad es la acción de lo Divino en la existencia. Es certificar con nuestra vida una realidad amplia y profunda. Por un lado, don que es ofrecido a todo ser humano y que ya, por este ofrecimiento, participa de la santidad. Y, por otro lado, vocación que hace suscitar, brotar, emanar, lo que la presencia de Dios ya está haciendo en nosotros y en el mundo para vivir hacia la plenitud. Como llamado es una invitación a una adhesión libre.

En la fe cristiana somos santos porque el Resucitado nos ha “recapitulado en él” y, a la vez, es manifestar cómo los valores y el proyecto Jesús, el Cristo, transforman y dan sentido a todo. Él, que es el Pan de Vida (Jn 6,35), nos vivifica.

El Dios Santo comunica su santidad a todo cuanto es acariciado por su presencia (Curia, Christian, 2022, pág. 33)

¡Somos el sueño de Dios!

Por eso, él no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Heb. 2, 11)

Ser creados remite a una “experiencia abisal” porque todo está en referencia al Creador y porque Él no deja de ser quien es, al participarnos la existencia y hacernos a su imagen y semejanza (Torres Queiruga, Andrés, 2013).

Se denomina abisal a un espacio geográfico del océano que estaría entre los 4000 y 6000 metros de profundidad. Es una zona donde “las condiciones son extremas y que alberga, sin embargo, una gran riqueza de vida” (BBC News Mundo, 2024)

La fe cristiana tiene y convive con experiencias abisales: ser creados a imagen/semejanza del Creador, ser santos por su acción, ser partes de una unidad en la diversidad, vivir la encarnación y la inculturación, asumir el estilo de Jesús… y en ser considerados “hermanos” del Salvador del Mundo y que por esta identidad (creados santos y hermanos), la Trinidad no se avergüenza de nosotros, al contario, ¡somos su sueño!

Plegaria

En esta oportunidad queremos elevar nuestra oración en comunión con dos prefacios de plegarias eucarísticas que la Iglesia latina celebra:

Trinidad Santa y creadora:

“En ti vivimos, nos movemos y existimos,
y mientras peregrinamos en este mundo,
no solo experimentamos cada día las pruebas de tu amor,
sino que poseemos desde ahora el anticipo de la eternidad.
Así habiendo recibido las primicias del espíritu
por quien resucitaste a Jesús de entre los muertos,
esperamos gozar eternamente de la Pascua.
Por él, tu hijo, nos has guiado al conocimiento de tu verdad
para hacernos miembros de su cuerpo,
mediante el vínculo de una misma fe y un mismo bautismo.
Por él has derramado en todos los hombres tu Espíritu santo,
admirable reconstructor de la unidad en la diversidad de dones que habita en tus hijos
y anima y conduce a toda la Iglesia” (CEA – Misal Cotidiano, 2011, págs. 836, 850)

Felices desde la Pascua de la Vida Nueva… 

Bibliografía

BBC News Mundo. (2024).
CEA – Misal Cotidiano. (2011). ‘Misal Romano Cotidiano’. CABA: Oficina del Libro.
Curia, Christian. (2013). ‘Te creo. Una propuesta pastoral desde Jesús’. Buenos Aires: Claretiana.
Curia, Christian. (2022). ‘Una aventura maravillosa’. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: PPC – Bonum.
Curia, Christian. (27 de Septiembre de 2024).
La Biblia Católica para jóvenes. (2005). ‘La Biblia Católica para Jóvenes’. Madrid: Verbo Divino.
Ruiz de la Peña, José Luis. (1996). I’magen de Dios. Antropología Teológica fundamental’. Madrid: Sal Terrae.
Torres Queiruga, Andrés. (2013). ‘Repensar la Santidad. Concilium. Revista internacional de Teología’, 27.