¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves? (Divididos, 2016)
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En estos días de Navidad se presenta a la fe cristiana uno de los desafíos más elocuentes. En primer lugar, porque implica superar la mirada meramente descriptiva para ahondar en la perspectiva contemplativa: encontrar ahí la presencia del Misterio de fe que se ha revelado. En segundo lugar, porque al “encontrar” significaría que no lo hemos llevado, sino que se hace visible, palpable, audible, degustable ante nuestra mirada. Y el tercero, porque el Dios de Jesús rompe los parámetros tradicionales que tanto religión como sociedad tenemos de lo divino y de lo humano.
Por estos desafíos es que queremos reflexionar la Navidad como un espejo… no solo para ver lo que se nos revela, sino para vernos en lo revelado que nos hace palabra para los demás.
Dios Visible
y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios (Is. 52,10)
Así finaliza la primera lectura del día de Navidad. Esta aclamación estaría condicionada por las acciones previas: los pies del mensajero de la paz, despertarse, vestirse de bella indumentaria, sacudirse el polvo, porque ya están viendo que Dios está regresando.
Quizás nuestros esquemas, vestimentas viejas, el polvo de la historia y de tradiciones que se acumulan como capas geológicas nos impiden ver lo que está ante nosotros.
Celebramos un Dios que se hace humano, tan auténticamente humano que con simplemente eso rompe el paradigma de lo divino: ¡ver a Dios es ver a la humanidad! ¡es ver a los peregrinos, inmigrantes, a las familias poco convencionales (María y José), a los extranjeros (Magos de oriente), a los pobres (pastores), a la creación (animales), nuestra debilidad engrandecida (un niño), los harapos de lo cotidiano (pesebre)… porque allí está Dios, está la salvación!
Dios pronunciador
Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo (Heb. 1, 1-2)
Y Jesús nos da señales… La voz de Dios es análoga e interior a la vida de cada persona y comunidad, está antes de un escrito y se revela en los signos de los tiempos. Es tan fuerte esta vivencia que a menudo pasa desapercibida frente a nuestra contemplación. (Curia, Christian, 2018, pág. 31)
En navidad esa voz se hace balbuceo, berreo de un recién nacido, pronunciable con un “nombre”. Y así se hace reconocible, capaz de ser interlocutor. “Nuestro nombre es una relación con otros y con alguien que interviene, actúa y fraterniza” (Curia, Christian, 2024, pág. 27).
Dios al ser “pronunciador” de nuestra humanidad manifiesta su interioridad: La Trinidad es relación, ella se vincula entre sí, con las personas y con la creación.
Dios imaginable
Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser (Heb. 1, 2)
El vocablo reflejo o imagen (tselem) indicaría una representación plástica que suele aplicarse a las esculturas talladas que en muchas culturas hacían de los dioses. Los seres humanos somos creados como la imagen, re-presentantes, de Dios (Curia, Christian, 2013, pág. 75).
Al ser pronunciable e imagen, se nos despliega una representación digna de admirar: todo ser humano es el tú del otro y todos somos interlocutores con el Dios entre nosotros: “Fuera de la Biblia, el hombre hace dioses a su imagen, en la Biblia Dios hace al hombre a su imagen. La fe en Yahveh no ha visto jamás a Dios como un antropomorfo, más bien ha visto al hombre como teomorfo” (Ruiz de la Peña, José Luis, 1996, pág. 45). Es decir, no un Dios a la forma humana, sino una humanidad a la manera de la Trinidad…
Jesús como espejo de la humanidad nos revela ese don y vocación. La mejor manera de ser cristiano es ser humano.
Dios pronunciable
Al principio existía la Palabra (Jn. 1, 1)
La voz suena y suscita reacciones. Cuando emitimos un sonido generamos una provocación en otros. Incluso cuando pasa desapercibido. La palabra es creadora de humanidad y, muy a menudo, de fracturas fraternas que generan situaciones de oscuridad, de tiniebla, de caos…
La revelación nos invita a contemplar que la Trinidad se hace pronunciable y el Verbo hace visible su voz. Ella hace eco (Catequesis) en la vida, en el mundo que, por momentos, camina en tinieblas. La Trinidad es pronunciable en lo cotidiano de la existencia y así provoca luz, claridad… incuso cuando no “damos más” porque “las sombras son transitorias… vendrá un nuevo día, cuando el sol brille iluminará hasta la claridad” (Jackson, 2002).
Al ser pronunciable, la Trinidad manifiesta que es luz de las gentes, luz de la claridad, luz del mundo…
- 1. Junto al Abba/Imma
y la Palabra estaba junto a Dios (Jn. 1, 1)
Podríamos interpretar esta afirmación de Juan, no tanto ubicándola en un tiempo o espacio, sino como “estar orientados” o de procedencia, y a su vez “se trata de un estar juntos en el sentido de una relación de confianza. Entre el Verbo y Dios existe una comunión profunda (vs.18; Jn. 17, 23). Es una revelación de la sinodalidad trinitaria “el uno y el otro tiene, asimismo, el sentido de en el uno y el otro” (Biblia online – Logos, 2024).
- 2. Junto al ser humano
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn. 1, 14)
La Palabra eterna se hace carne. La carne se hace portadora de eternidad.
Lo que no tiene lugar o ubicación (divino) se coloca entre la humanidad. Lo que estaba allá, ahora está aquí: entre nosotros.
Durante siglos se ha predicado que en el pesebre vemos a Dios… Y en la revelación se nos manifiesta que en ese lugar: vemos nuestra humanidad. El pesebre es signo de la revelación, y a su vez el espejo donde nos vemos.
Mientras en algunos lados dicen: “La Navidad es Jesús”, la Palabra/Voz nos manifiesta que Navidad es la humanidad, porque Dios está junto/entre con las personas.
Dios iluminable/iluminador
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre (Jn. 1, 9)
Según el texto mateano (Mt. 2, 9) una luz se posa iluminando el lugar donde está el niño. Juan nos recuerda que la luz es la Palabra y viceversa. La vida ilumina a la palabra, ella proclama la Vida. Es una voz/palabra que acompaña lo cotidiano de la existencia.
Es una voz/palabra que pone un poco de luz entre tantas situaciones oscuras.
Es una voz/palabra que conmueve la existencia y puede anudar nuestras gargantas con expresiones corporales que los vocablos cotidianos no lograrían expresar.
La voz/palabra para la Trinidad tiene un valor fundamental porque “En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Jn. 1, 4).
Fascinante misterio de amor en la Navidad: voz, palabra, vida se hacen pronunciables, y al pronunciarlas iluminan a cada persona. En esta celebración se nos presenta por medio de señales (luz, palabra, pesebre, estrella, magos, pastores) que la Voz de Dios se hace palabra humana y el vocablo humano tiene la posibilidad de ser eco (catequesis) de la Palabra de Dios.
Iglesia peregrina de la esperanza
En esta Navidad del año 2024 se abren las puertas del Jubileo, prescindiendo de la exactitud del cálculo cronológico (Juan Pablo II – TMA, 1994) (#15), por los 2025 años del Nacimiento del Nazareno y, a la vez, los 1700 años del Concilio de Nicea que reafirmó la consustancialidad del Verbo (Homousios): Jesús verdadero Dios y verdadero ser humano.
Es una oportunidad histórica de ser iglesia que se configura con la revelación. Es decir, comunidades de fe que se hacen visibles, pronunciables, que son imaginables, que están orientadas y en confianza con Dios y las personas, que se dejan iluminar y proclaman la Buena y Alegre Noticia que para Dios lo humano es espejo de su misterio. De lo contario, es decir, si predicamos que lo humano se opone a Dios, estamos separando lo que la Trinidad ha unido y llevando tinieblas más que claridad.
Plegaria
Un niño berrea en la noche oscura, la historia madura se ha partido en dos,
un buey y un burrito retienen su aliento frente al Dios con hambre que recién nació.
Una madre Virgen ofrece su pecho, ofrece su leche al verbo de Dios,
y acuna en sus brazos el misterio inmenso al Dios que en su seno rostro le tejió (bis)
Rosado entre pajas sonríe el Niñito, regalo de carne que Dios nos dejó,
y un buey y un burrito contemplan absortos al Dios que se duerme después que mamó.
Y una madre Virgen lo vela en sus sueños, aparta las pajas que puedan pinchar:
Conserva tu sangre, ser de mis entrañas, hay tiempos y tiempos, mejor no pensar (bis)
El puente de carne dormita en pañales, amor hecho abrazo entre el hombre y Dios;
la estrella cansada concluye su viaje con guiños de luces al verlo al Señor.
Reyes y pastores tomadas las manos, bailan una ronda con María y José.
No hay ricos ni pobres, juntito al pesebre, todos son hermanos del Dios de Belén (bis)
Felices desde la Pascua de la Vida Nueva…viviendo esta Navidad como espejo/palabra peregrinando en la esperanza, porque la promesa ya se ha cumplido.
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Bibliografía
Biblia online – Logos. (2024). Obtenido de https://online.bibliadeestudio.org
Curia, Christian. (2013). Te creo. Una propuesta pastoral desde Jesús. Buenos Aires: Claretiana.
Curia, Christian. (2018). La #vida nos da #señales. Buenos Aires: PPC.
Curia, Christian. (2024). El gusto de vivir. Desde la vida del Resucitado un itinerario pascual. CABA: Claretiana.
Divididos – ¿Qué ves? (2016). Obtenido de https://www.youtube.com
Jackson, Peter (2002). Discurso de Sam en Las dos torres [Película]. Obtenido de https://www.youtube.com
Juan Pablo II – Tertio Millennio Adveniente (10 de Noviembre de 1994). Obtenido de https://www.vatican.va.
Ruiz de la Peña, José Luis. (1996). Imagen de Dios. Antropología Teológica fundamental. Madrid: Sal Terrae.