Tribuna

Está y… es libertad

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También yo lo espero -dijo Gandalf -, lo mismo que todos los que viven en este tiempo. Pero no depende de nosotros. Todo lo que podemos decidir es qué haremos con el tiempo que nos dieron. (Tolkien, J. R. R , 2017, pág. 73)



Mithrandir y Frodo, luego que Bilbo Bolsón le deja la casa a su sobrino y viajara a Rivendel, conversan sobre el anillo que también le había donado su tío. En ese diálogo descubren que ese objeto dorado era el “anillo de poder”. Luego Gandalf explica el origen y cuál es la misión de este pequeño Hobbit para vencer al Señor Oscuro o Sauron.

Es ahí donde Frodo expresa una especie de lamentación por los tiempos oscuros y el crecimiento de Sauron. Y justo en ese momento, es donde el Mago manifiesta la frase que comienza este artículo.

Pareciera ser una invitación a vivir la libertad en la vida, en los tiempos que vivimos.

Con esta experiencia literaria y cinematográfica, queremos contemplar los textos del II Domingo de la vida Pública de Jesús (Tiempo Ordinario).

Dios invita

Llama por el nombre

El profeta Samuel narra la convocatoria de Dios a su vida y cómo este lo llamó. Ser mencionado por nuestro nombre es signo de reconocimiento. Para Dios no somos seres anónimos ni un simple DNI (certificado de nacionalidad), para él somos capaces de dialogar con su presencia y con su voz. Y esto lo posibilita el nombre que en aquella época fue Samuel… hoy somos cada uno de nosotros. Pareciera ser una constante en la pedagogía de Dios: considerarnos, reconocernos. Lo hace con Samuel, Moisés, José, María, Pedro, María de Magdala, etc.

Surge la respuesta

  • a. Aquí estoy… Aquí soy… Aquí crezco

Samuel y el salmo expresan un “Aquí estoy”. No es una respuesta evasiva, no es “allá está”, ni la afirmación muy repetida en experiencias “ahí voy” que tarda en ir. Es un “aquí”… en este lugar, en este momento, en esta historia, en esta comunidad, en esta situación.

“Estoy”… En algunas culturas y lenguajes el verbo ser y estar es el mismo. Podemos contemplar que la respuesta brindada a Dios no solo sería una ubicación sino una identidad: Aquí soy. Es decir, en ese lugar, en este momento, en esta historia con sus avatares: soy, estoy.

La respuesta de Samuel lo hace crecer (1º Sam. 3, 19). Estar y ser, sería una exigencia para crecer. Y es en esa experiencia donde la Escritura nos recuerda que Dios está ahí, aquí, allá (1 Sam. 3, 19).

La respuesta del salmista se ubica luego de manifestar que Dios “no quiere sacrificios ni ofrendas”, sino escuchar su voz, su propuesta para liberar.

  • b. Aquí estamos

Samuel está. Elí está. El Espíritu está. Jesús está.

Eli acompaña y aconseja.

El Espíritu está y nos transforma en “templos”, habitáculos de su presencia, portadores de su acción.

Jesús está e invita.

Considerando esta mirada, la presencia de Dios es fraternal, no es intimista ni para escondernos en sus llagas. Y en Jesús es una presencia que invita al seguimiento libre. Y acepta que los dos discípulos de Juan se queden con él durante el tiempo que lo consideren.

Libertad

Es libertad

  • a. Buscada y encontrada

En los textos de Samuel y el Evangelio, podríamos contemplar a un Dios que está y se deja buscar. Samuel escucha el llamado, lo discierne con Eli y busca a quién lo llamó.

Jesús, de pasada, es seguido. Y se da vuelta para ver quiénes lo siguen. Pregunta: ¿Qué buscan? Luego de escuchar, invita a ir y ver el lugar donde vive.

  • b. Fraterna

Andrés comparte su encuentro con otros. No se lo queda para que él mismo crezca. Lo comparte con quien es allegado a su corazón: su hermano Simón. Juntos llegan.

  • c. Contemplativa

Juan, el bautista, mira al transeúnte (Jesús, que pasaba).

Jesús gira y mira a los discípulos de Juan que lo siguen.

Ellos van a ver dónde vive el maestro.

Andrés ve a su hermano. Jesús mira a Simón.

Pareciera haber aquí una característica de la libertad y del discipulado: ver a otros.

  • d. Transformante

Samuel se transforma por la voz escuchada. El salmista es transformado para “hacer la voluntad” de aquel que puso cánticos en su boca, es transformado en “proclamador de salvación” y no de sacrificios ni holocaustos.

El cuerpo se transforma por la presencia del Espíritu. Los discípulos de Juan, el bautista, se transforman en seguidores del Mesías. Simón es transformado en Pedro.

Fe libre, liberadora y autónoma

“El camino del cristiano es una senda de crecimiento en la libertad. Cuanto más nos acercamos a Cristo, más libres nos hacemos. Hemos sido rescatados de la esclavitud para vivir a la manera de hijos. Nuestra relación con Dios es garantía y expansión de libertad” (De Vos, Frans, 2002, pág. 66)

La fe cristiana se caracteriza por ser, estar y crecer junto al Maestro. La respuesta a Dios sin libertad se transforma en un adoctrinamiento y ritualismo vacío, en un proceso de esterilidad pastoral (CELAM – DA, 2007)(# 278), en una religión intimista, ideología, ONG piadosa o asistencial (Francisco – Homilia, 2013), etc.

Los cristianos vivimos la libertad desde el Dios revelado por Jesús que, en un acto libre crea, participa y sostiene en la existencia, haciéndonos hijos y hermanos, anunciadores de Salvación ya realizada, favorecedores de encuentros, convocándonos a participar gustosamente de su amor derramado en nuestros corazones, nos invita a cenar con Él que está a la puerta y llama, espera que lo invitemos a entrar no fuerza el ingreso y siempre propone.

La fe en Cristo, nos impulsa a llamar por el nombre a los seres humanos nuestros hermanos, a estar, a ser, a crecer con ellos y desde ellos, a buscar a las personas, a contemplar dónde están y cómo se dejan encontrar en nuestra historia, en nuestra vida, en toda existencia.

Ir y ver dónde vive el maestro, es una invitación a la transformación: ya no más sacrificios, ya no más ghettos, ya no más activismos estériles, sino estar, vivir, crecer, ver y contemplar la libertad con la que Dios nos trata y que nos propone para que la asumamos como estilo de vida (espiritualidad). Con esa experiencia que nos relata el Evangelio Jn. 1, 35-42, podríamos contemplar algunas escenas que nos presentan a Jesús que:

  • está más allá de donde estamos (los discípulos estaban con Juan, el bautista)
  • toma la iniciativa: se volvió.
  • invita: vengan y lo verán.

Quizás desde estas escenificaciones, más que ser una Iglesia que busca que la gente venga, podríamos contemplar que él está más allá de nuestras realidades y esquemas… solo él invita “vengan” a donde él está, a nosotros nos correspondería ir detrás de él y compartir con otros…

Los discípulos de Juan, hicieron su propio camino, recorrido, fueron y vinieron… siendo autónomos en su búsqueda de fe.

Plegaria

Trinidad Santa, es bello y fascinante darte gracias,
porque estás siempre y en todo lugar, llamándonos a la vida por nuestro nombre,
por medio de él nos reconoces y nos reconocemos como hermanos e hijos tuyos.
Te damos gracias, porque al estar nos haces “ser y crecer,
nos configuras con vos y tus anuncios de liberación y salvación.

Trinidad que nos creas libres y autónomos,
te pedimos que seamos una comunidad a este estilo,
que evitemos la uniformidad, el adoctrinamiento militante, el ritualismo vacío,
que nuestra forma de ser iglesia favorezca el proyecto de liberación personal
y comunitario en un ambiente de auto realización,
que al asumir el estilo del Nazarenos rompamos todo ambiente subyugador.


Bibliografía

CELAM – DA. (2007). ‘Documento de Aparecida’. Buenos Aires: Oficina del Libro.
De Vos, Frans. (2002). ‘Pensar la Catequesis’. Buenos Aires: Claretiana.
Francisco – Homilía (14 de Marzo de 2013).
Tolkien, J. R. R . (2017). ‘El Señor de los anillos. I. La comunidad del anillo’. Buenos Aires: Minotauro.