Tribuna

Está y… multiplica

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“Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de conciencia en el que se creó” (Einstein, Albert)



Pareciera ser una frase muy significativa e icónica de este físico alemán de origen judío. En algunas de las interpretaciones que se hace es que para las trasformaciones o cambios que se quieren realizar, se necesitaría una perspectiva diferente a la del paradigma vigente o del problema en cuestión.

En este XVII Domingo de la vida pública, queremos contemplar las lecturas considerando esta inspiración del autor de la teoría de la relatividad espacial. Uno de los motivos, porque intuimos que las citas propuestas, rompen con algunos paradigmas religiosos muy arraigados en la práctica o predicaciones. Creemos que Dios no anula la iniciativa humana, sino que la multiplica.

Multiplica la presencia

“En aquellos días, acaeció que un hombre de Baal Salisá vino trayendo al hombre de Dios primicias de pan, veinte panes de cebada y grano fresco en espiga (2º Rey. 4, 42)

Llega un ser anónimo. Y desde allí se produce una multiplicación. Dicha operación pareciera realizarse por tres componentes: presencia humana, material, presencia/promesa divina.

Pareciera que existe un Dios que necesita de la labor humana, y no distingue de dónde viene. Es una persona que lleva sus primeros logros y frutos: panes y granos frescos.

En el texto del evangelio de Juan, se narra que hay un niño, discípulos, una multitud, etc., y Jesús que actúan juntos.

Quizás esta imagen, nos ayude a multiplicar la experiencia de un Dios que nos tiene en cuenta para romper la mentalidad/espiritualidad de una divinidad indiferente. Y, por otro lado, destrozar el modelo de un “ser humano sometido y que solo tiene que aceptar”. Aquí en los milagros (Eliseo y Jesús), la acción humana es protagonista “sinodalmente” con la voluntad de Dios.

Multiplica la oferta

El hombre de Baal Salisá lleva “algo”, parece poco ante al hambre que estaban pasando: había 100 personas. Matemáticamente 20 elementos para 100 da un número muy bajo (0,20). En el Evangelio se narra que hay un niño con 5 panes y 2 pescados frente a unos 5.000. Sin embargo, el milagro se realiza, desde lo ofrecido, no desde afuera. Algunas corrientes económicas en situaciones similares pueden dar varias respuestas o búsquedas: unas dirán confísquese a otros para dárselo a quienes les falta, otras dirán reduzcamos la cantidad de comensales para que lo que hay alcance, etc.

Pareciera que Dios no está encapsulado en posturas ideológicas de economía y política partidaria. Él multiplica la oferta para que, desde lo ofrecido, alcance para todos y además abunde. Hay un elemento común en ambas experiencias de fe: la oferta humana y la acción Divina. Es decir, no le quita a otros ni disminuye comensales. Pero tampoco es un intermedio.

Quizás esto último, nos invite a romper con el paradigma de un Dios asistencialista que hace cosas extraordinarias sin considerar la situación cotidiana en la que vivimos. En las multiplicaciones, nos presentan a Dios que considera y tiene en cuenta tanto a las personas en sus situaciones y en lo que ellas aportan para la transformación. Y, por otro lado, no se menciona que la divinidad haya puesto un requisito para recibir lo que se va compartir, ni que algunos solo pueden recibir el pan, el pescado o los granos de una manera espiritual… ¡Dios multiplica la oferta, multiplica los lugares en la mesa de la fracción del pan! Y no pone condiciones.

5 Panes 2 Peces

Multiplica abundantemente

“Jesús dijo a sus discípulos: Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada (Jn. 6, 12 – 13).

Al principio de la escena algo parecía poco. Y al final de la misma hay abundancia. Una resonancia que nos queda de esta experiencia de fe, es que el evangelista no pone el acento tanto en “cómo” lo hizo, sino en las consecuencias que quedaron. Y a simple vista lo que nos queda es que hay exuberancia. Por un lado, de quienes comieron (estaban satisfechos), por otro lado, de canastas repletas de pedazos sobrantes.

Quizás esta imagen del texto evangélico favorezca romper con el paradigma de un Dios que ofrece algo, pero no todo. En varias corrientes religiosas cristianas se presenta a un Dios que perdona el pecado pero no la culpa, que se brinda de manera sacramental enteramente a unos y otros de manera espiritual, que a unos los consagra de manera especial y a otros con un sacerdocio de segunda, que un ministro ordenado tiene más dignidad que una persona laica, que un cristiano tiene más acceso a la gracia que otro que no lo es… etc. ¡En Jesús se nos revela una Trinidad que es abundante en su acción de revelarse y dialogar con los seres humanos!

Multiplica la mirada y la atención

“Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para darles de comer? (…) Cuando todos quedaron satisfechos” (Jn. 6, 5; 12)

Retrato maravilloso que nos presenta Juan… Un Dios atento a la humanidad y que hasta se pregunta cómo ayudarla o qué hacer por ella. Por la pedagogía de Jesús, en este signo, ponemos el acento en esta imagen: Dios mira a las personas y a la realidad. Frente a posturas espiritualistas que presentan a un ser humano que tiene que mirar hacia lo divino, Juan reluce que Dios mira hacia las personas. En una antropología negativista donde el ser humano tiene que alzar la mirada hacia lo alto, Jesús levanta la mirada hacia lo humano. Para una religiosidad que presenta a un ser humano que tiene que bajar la mirada cuando la presencia de Dios se realiza sacramentalmente, Jesús nos revela a un humano que se hace visible para ser contemplado y que invita a mirar hacia las personas, porque las situaciones existenciales son el punto de partida de todo proceso evangelizador y catequético (CELAM – MED, 1968) (VIII, 6).

Iglesia multiplicadora

“(Algunas personas) no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y ruina; van diciendo que nuestra época, comparada con las pasadas, ha ido empeorando; y se comportan como si nada hubieran aprendido de la historia, que sigue siendo maestra de la vida, y como si en tiempo de los precedentes Concilios Ecuménicos todo hubiese procedido con un triunfo absoluto de la doctrina y de la vida cristiana, y de la justa libertad de la Iglesia. Nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades, avezados a anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos estuviese inminente. En el presente momento histórico, la Providencia nos está llevando a un nuevo orden de relaciones humanas que, por obra misma de los hombres pero más aún por encima de sus mismas intenciones, se encaminan al cumplimiento de planes superiores e inesperados; pues todo, aun las humanas adversidades, aquélla lo dispone para mayor bien de la Iglesia” (Juan XXIII – GME, 1962)

La iglesia y su pastoral se encuentran en, lo que concierne a mi perspectiva, en una encrucijada y llena de problemas. Dado los cambios rápidos y profundos (Concilio Vaticano II – GS, 1965) (#5 – 10) que vivimos nos encontramos en la paradoja que mencionamos en la cita de Albert Einstein. Estamos viviendo una decadencia de un paradigma eclesial. Y ante dicha situación se presentan caminos alternativos: uno del restauracionismo o inmovilismo (volver a un pasado) que se ha visto en los últimos pontificados desde fines de la década del 70 del siglo pasado, otro un status quo (dejar todo como está) que se comienza a vislumbrar en la actual corriente eclesiástica porque pasamos de ser críticos a una iglesia aduana pastoral a una limitación en lo que no se debate y, un tercer camino es el de reforma (Curia, Christian, 2018, págs. 143-144).

Para que ese último camino se realice, es necesario hacerlo desde otro paradigma al actual, sino estaremos intentando responder con los mismos criterios que produjeron el problema.

Sin ánimo de ser la voz, sino una más entre todas, quisiera que lo meditado esta semana nos ayude a ser una iglesia que:

  • Multiplica la presencia como signo de la acción de Dios y no para militar y convencer.
  • Multiplica la oferta tanto de ministerios como de respuestas a las exploraciones humanas, porque muchas veces lo que las personas buscamos no es solo una palabra religiosa, sino un gesto o incluso un acompañamiento de un profesional.
  • Multiplica abundantemente la gracia: para ello sería necesario vivenciarnos como contemplativos de la misma, no sus administradores.
  • Multiplica la mirada y la atención hacia la realidad, para salir de nuestro esquema de considerarnos el centro del mundo.
  • Multiplica la mediación. Dios multiplica desde la realidad y lo transforma en abundante. Ser iglesia a su estilo, es asumir nuestro rol de mediadores, no de protagonistas de la acción de Dios con las personas.
  • Multiplicar la sonrisa… una iglesia alegre que vive la abundancia de la multiplicación de Dios es un signo elocuente que está más atenta a la humanidad que a sus propios modelos heredados. En un mundo agobiado, con ansiedades, angustias, temores, preocupaciones… los cristianos poseemos una experiencia de una Trinidad que está al lado de la vida, de toda vida, sosteniéndola, animándola, multiplicando sus propios talentos y dones.

Plegaria

“Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados, (CEA – Oración por la patria, 2019)
hambrientos y por momentos entristecidos.
Necesitamos vivir y revivir la multiplicación de tu presencia y acción en la vida,
para que todas las personas encuentren en nosotros motivos para seguir esperando,
para ser una comunidad de fe que no excluye a nadie y privilegia a los seres humanos,
especialmente a los débiles, pobres y sufrientes.
Juan Pablo I, Papa de la Sonrisa,
“Que nuestra vida siga siendo amaneceres para los demás,
como signos de esperanzas para un mundo nuevo, libre, fraterno y alegre,
que corramos al encuentro de las personas
para resaltar al viviente, para entrar, ver y creer
que “la hermosura tan antigua y tan nueva” nos invita a ser hospitalarios, como ella. (Curia, Christian, 2024, pág. 24)

Felices desde la Pascua de la Vida Nueva…

Bibliografía

CEA – Oración por la patria. (25 de Mayo de 2019).
CELAM – MED. (1968). ‘Documento de Medellín’. Medellín: Paulinas.
Concilio Vaticano II – GS. (12 de Diciembre de 1965).
Curia, Christian. (2018). ‘La #vida nos da #señales’. Buenos Aires: PPC.
Curia, Christian. (2024). ‘El gusto de vivir. Desde la vida del Resucitado un itinerario pascual’. CABA: Claretiana.
Juan XXIII – GME. (11 de octubre de 1962).