Tribuna

Está y… se hace profecía y oración

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“Oh Dios, que buen vasallo, si tuviese buen señor” (Gelabert Ballester, Martín, 1997, pág. 7)



Don Rodrigo Díaz de Vivar, fue conocido como ‘El Cid Campeador’. Ubicado históricamente en la España del siglo XI (1048 – 1099). Entre sus datos biográficos se encuentra que fue persona de confianza del rey Alfonso VI (1040 – 1109). Según cuentan las narraciones, a Don Rodrigo, muchas personas de la corte del Rey le tenían recelo y buscaron la manera de bajar esa reputación para que el soberano tomara alguna medida contra este líder militar. Fue así que Don Alfonso, tomó la decisión de desterrarlo entre fines de 1080 y principios de 1081.

Luego de un periplo llega a Burgos. Parece que su arribo fue tan rumoreado que los habitantes de ese poblado hacían lo imposible para ver quién era. Cuando lo divisaban muchos burgaleses exclamaban la frase que da inicio a esta columna.

En esta oportunidad, queremos reflexionar desde algunas resonancias de las lecturas del IV Domingo del Anuncio del Reino (Tiempo ordinario) y sumarle un pequeño aporte a la propuesta realizada por Francisco sobre el año de la oración para este 2024 cuando afirmó el domingo próximo pasado, que este tiempo pre – jubilar es: “un año dedicado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo. Nos ayudarán también los subsidios que el Dicasterio para la Evangelización pondrá a nuestra disposición” (Francisco – Ángelus 21 de Enero, 2024). Fue una propuesta que se ha compartido en redes por medio de #AñodelaOración o #añodelaoración2024.

Profecía

“El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo” (Deut. 18, 15)

Configurada

a. Identificados (Primera lectura)

La profecía es un don, un regalo, una gracia. Y a su vez es una transformación de quien acepta y quiere vivirla. Ser profetas nos hace “como él”, con quien nos ha invitado a la aventura de compartir su propuesta de alianza, fidelidad y nos configura con los hermanos en sus realidades, búsqueda y anhelos.

Ser profetas, por medio del bautismo, es una invitación a identificar nuestro corazón con aquel misterio de amor que nos convoca.

b. Portadores (1ª Lectura y Evangelio)

Los profetas somos las personas que, identificadas con quien nos elige, buscamos discernir y proponer las palabras que Dios quiere compartir: “Pondré mis palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande” (Deut. 18, 18). Todo portavoz vive una tensión significativa. Por un lado, busca comunicar las ideas principales de quien lo convocó para tal misión y, por otro lado, que sus vocablos busquen comunicar lo recibido. En toda tensión, siempre hay dificultad y muchas veces las debilidades personales juegan su papel. Por eso, incluso en esos momentos, el portavoz lo es.

Jesús es presentado como el profeta que anuncia y realiza gestos “como quien tiene autoridad” (Mc. 1, 22).

Ser profetas, por medio del bautismo, nos hace portadores de Jesús…

Profecia

Orante

“la oración es como el aire que se respira” (De Vos, Frans, 2019, pág. 58).

Por lo general, en otras diócesis, la oración es vivida como una acción, gesto o fórmula para dar inicio o cierre a actividades personales, laborales, pastorales, reuniones, etc.

  • a. Connatural

Sin embargo, en la vida de la comunidad de fe y la celebración del Misterio que profesamos, alabamos y anunciamos, tanto en la liturgia de las horas, como en las conmemoraciones… y en la perspectiva del Padre de la Catequesis renovada en Argentina (Frans De Vos), la oración se vive como la connaturalidad de quienes nos vemos acompañados y transformados por la siempre presente cercanía y ternura de la Trinidad.

  • b. Misterios que se nutren

Ella es el espacio, clima y actitud de diálogo entre los misterios que se nutren en el amor (sociedad, persona y Dios), y es un proceso vital profundo, liberador y transformante que nos invita a respirar (inhalar y exhalar) desde, en y junto a la vida social y trinitaria.

  • c. Sinodal

Los creyentes – ministros oramos juntos como parte de una comunidad humana, para que, descubriendo el sentido de nuestra vocación profética, nos acompañemos y alentemos, potenciemos y suscitemos caminos de liberación, generemos y favorezcamos una identificación de gratitud con la Trinidad para vivir en comunión y armonía con las dimensiones de la existencia.

  • d. Encuentro de la Vida para la vida

La oración es encuentro con los demás, y favorece una vida de servicio y caridad, de alegría y buen humor, profundidad existencial, solidaridad, dilatación del corazón, con todas las personas en sus deseos, búsquedas, anhelos, tristezas, angustias, etc.

La plegaria se transforma en experiencia de fe porque hace brotar la novedad del Evangelio. Por lo tanto, se busca evitar todo aislamiento de la vida social. Ella surge del diálogo entre la vida cotidiana con la Trinidad que favorecerá el encuentro, la fiesta y la caridad.

  • e. Peligros: intimismo y pietismo

La oración supera el intimismo yoísta y moralizante, el aislamiento y el pietismo, etc. que solo busca una información a Dios de lo que nos pasa (como si él no supiera) o que le pide cosas para que “yo pueda”.

  • f.  Propuesta de oración

La oración es fruto del encuentro y expresión de amor que une a las personas encontradas. Es consecuencia de haber sido buscado (la Trinidad) y respuesta que los orantes (humanos) damos pasando una experiencia que va de lo tremendo a lo fascinante, y de allí a la familiaridad entre nosotros y con la Trinidad (Curia, Christian, 2022, págs. 22 – 30).

Tomando como testimonio la oración del Padre Nuestro, sería provechoso re/incorporar la experiencia eclesial de la oración compartida por Jesús (Curia, Christian, 2022, págs. 57 – 60):

  • Nombrar a alguien: Padre, Jesús, Espíritu Santo, santos, etc. (Padre)
  • Decir una o varias cualidades de la persona a quien nos dirigimos: bueno, bello, noble, redentor, santificador, etc. (Nuestro… que estás en el cielo, santificado sea tu nombre)
  • La acción humana: petición, suplica, acción de gracias, etc. (Venga tu reino… hágase tu voluntad… Danos hoy… Perdona nuestras ofensas… no nos dejes caer en tentación … y líbranos del mal)

Que la oración nos siga transformando y haciendo portavoces identificados con Jesús, para que incluso en nuestro destierro o desierto, mirándonos podamos reconocer que somos amados.

Quizás hasta la oración nos permita vivir la experiencia del Cid Campeador, pero transformándola en más evangélica: ¡Oh Dios Bello, que buen hijo/hija, que profeta nos has enviado, porque es como vos!

Plegaria

Trinidad Santa, que vives con nosotros,
que nos haces gustar la connaturalidad de estar inmersos e injertos en vos.
Eres nuestro creador y nosotros nos identificamos como tu pueblo, el pueblo de todos.
te damos gracias y te bendecimos porque unís cultura y oración,
porque haces de nuestra plegaria un espacio y una forma de vivir,
porque nos ayudas a discernir comunitariamente el sentido de la vida,
porque sos como el aire que respiramos,
porque dialogar con vos es participar en la vida social y trinitaria,
porque fomentas en nosotros un proceso vital, liberador y transformador.

Te pedimos que continuemos siendo profetas que te aclamemos vítores,
porque eres la Roca que nos salva;
que vivíamos en tu presencia dando gracias,
y que agradeciendo vivamos en tu presencia.
Queremos aclamarte con buenas noticias a nuestros hermanos.
Que nuestra oración nos configure con vos para escuchar tu voz y las voces de nuestros hermanos, para no endurecer nuestro corazón y vivir indiferentes a la vida.
Que tu presencia nos ayude a evitar el pietismo y el intimismo religioso
para expresar que somos una comunidad de peregrinos y que estamos junto a las demás personas.


Bibliografía

Curia, Christian. (2022). ‘Una aventura maravillosa’. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: PPC – Bonum.
De Vos, Frans. (2019). ‘Metodología Catequística’. Buenos Aires: Claretiana.
Francisco – Ángelus 21 de Enero. (21 de Enero de 2024).
Gelabert Ballester, Martín. (1997). ‘Jesucristo, revelación del Misterio del hombre. Ensayo de antropología teológica’. Madrid: San Esteban.