Pregón Pascual
“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz intensa; habitaba en tierra de sombras y la luz resplandeció” (Is. 9,2)
De pronto…
amaneció de noche
y nadie supo explicar el fenómeno:
los astrólogos estaban en otra galaxia,
los sabios no encontraban argumentos convincentes
y los sacerdotes andaban ocupados
en las cosas del templo.
De pronto…
amaneció de noche
y se hizo la luz,
con sol radiante:
los niños interrumpieron sus sueños,
los pájaros abandonaron sus nidos
y de los sepulcros salieron vivos los muertos.
De pronto…
amaneció de noche
-sucedió en la Pascua judía-
y las mujeres
que fueron a embalsamar
el cuerpo de Jesús,
que murió crucificado,
encontraron el sepulcro vacío.
El ángel que custodiaba la tumba les dijo:
“Se que buscáis a Jesús el crucificado
pero no está aquí, ha resucitado”.
De pronto…
amaneció de noche
y Jesús se apareció a las mujeres:
“No tengáis miedo, les dijo,
alegraos conmigo
y comunicad la Buena Noticia
a propios y extraños”.
De pronto…
amaneció de noche
y con la claridad del día
se descubrió el misterio:
Jesús Resucitado
-el Hijo de Dios, el Mesías-
iluminó al mundo
para quitar el miedo a la vida
a la muerte
y al infierno.
(“Yo soy la luz de mundo, dice Jesús;
el que me sigue no camina en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida. (Jn.8,12).
De pronto…
amaneció de noche
y hoy como ayer
Jesús Resucitado
enciende por la noche
las farolas de las plazas
y de los corazones
para que creamos
que con Él y en Él
-vivos y muertos-
hemos resucitado.
(Si creemos y nos queremos
es que el Señor resucitó).
La sombra de la pandemia
no ha logrado oscurecer
el resplandor
del amor que Dios nos regala
a manos llenas,
del amor dado y recibido entre tanta gente,
de la fe fortalecida durante la gran crisis,
de la certeza en que el Señor resucitó
y de la esperanza en un futuro mejor
para todos sin excepción.
(Se avisa de que por problemas técnicos
la llegada del “futuro mejor para todos” tiene demora).
¡Feliz Pascua Florida y Dolorida!