Recientemente, la Universidad Católica Argentina, en colaboración con la Comunidad de Sant’Egidio de Buenos Aires, ha promovido en el marco de un ciclo de coloquios sobre la santidad y los jóvenes: “Se puede ser santo y joven”, un encuentro que ha presentado aspectos desconocidos, sobre todo en Argentina y América Latina, de la figura de Floriber Bwana Chui, joven congoleño de la ciudad de Goma, asesinado en 2007 por haber rechazado un soborno a cambio de dejar pasar una partida de arroz en mal estado, que habría dañado la salud del pueblo. La historia dramática de Floribert hay que contextualizarla en la historia convulsionada en que se encuentra, desde hace muchas décadas, la República Democrática del Congo.
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En esta perspectiva, asume un valor muy importante haber podido dar a conocer la vida y los valores de una firme fe cristiana a los jóvenes y público en general de nuestro país, de quien, como Floribert con sus 26 años, ha donado su vida para resistir a la corrupción e indicar a las nuevas generaciones congoleñas, y no solo, el valor de la integridad. Esto mismo ha señalado en una apasionada entrevista, el obispo emérito de Goma, Mons. Teophile Kaboy, que en 2016 inició el proceso diocesano para la futura beatificación del joven mártir congoleño, hoy declarado Siervo de Dios. Sabemos que la corrupción es un fenómeno mundial que también en estos últimos tiempos de pandemia ha asumido en América Latina tal magnitud , al punto de amenazar la estabilidad de sistemas democráticos latinoamericanos, ya tan golpeados por políticas, muchas veces, autoritarias y populistas.
Espíritu evangélico y amor por los pobres
En el coloquio de la UCA se ha escuchado el testimonio del padre Francesco Tedeschi, italiano, postulador general de la causa de beatificación de Floribert, quien ha evidenciado las fuertes raíces cristianas del joven mártir, su espíritu evangélico, su profundo amor por los pobres, que le había sido comunicado a través de la amistad brindada por la Comunidad de Sant’Egidio a comienzos del 2000.
Su servicio generoso a los niños de la calle de la ciudad de Goma había madurado en Floribert el deseo de no poner sus preocupaciones personales por encima del pedido de los más pobres. Esta integridad de Floribert brotará con fuerza cuando será promovido en su trabajo como inspector de la Aduana. En este puesto de responsabilidad Floribert vivirá la elección evangélica, como ha subrayado Francesco Tedeschi, entre Dios y el dinero, eligiendo donar su vida en pos del bien común, que en este caso era la salud del pueblo.
Es importante destacar el análisis que durante el coloquio ha realizado el historiador italiano Francesco De Palma, autor de una biografía sobre Floribert, remarcando el contexto de inestabilidad permanente del país congoleño, desde de los tiempos de la independencia con la muerte del primer ministro Lubumba, pasando por la larga dictadura de Mobutu, que cambia hasta el nombre del país por Zaire, hasta el gobierno de Laurent Kabila y luego de su hijo Joseph.
El martirio de Floribert
Son décadas donde hay un saqueo sistemático de los recursos naturales de ese país africano, como los minerales preciosos, donde crecen también los choques étnicos entre decenas y decenas de grupos armados. El resultado de este clima de inestabilidad y de caos es el empobrecimiento del país, la búsqueda por parte de los jóvenes de encontrar un futuro en el enrolamiento de los grupos guerrilleros y en la participación de negocios ilícitos. En este clima de inestabilidad va ubicado, como ha notado el historiador italiano, el martirio del joven Floribert.
En los días previos a su desaparición, Floribert había sido amenazado y le habían ofrecido un soborno con miles de dólares. Esta oferta, si hubiera sido aceptada por el joven, habría significado un futuro tranquilo y sin problemas para él. En este sentido, como ha explicado el padre Tedeschi, Floribert evidencia su integridad y sus valores cristianos. Pocos días antes de su martirio, Floribert consulta a una amiga religiosa si es justo o no aceptar estos sobornos y una vez confirmada su elección de no ceder a estas propuestas, se encamina con coraje sorprendente, como ha comentado el obispo Kaboy de Goma, hacia el martirio.
Floribert será encontrado dos días después del secuestro y su cuerpo presenta heridas y golpes de tortura. La entrega de su vida ha engendrado una nueva generación de congoleños donde la búsqueda de la plata fácil no es más el verdadero objetivo de sus vidas.
La antorcha de la integridad, como ha afirmado el obispo Kaboy, ilumina de perspectivas nuevas la vida de estos jóvenes, y cuando alguien en Goma y en los alrededores quiere infiltrar el virus de la corrupción, se han escuchado respuestas contundentes: “Nosotros somos como Floribert”. La integridad de la vida, la honestidad, ha ingresado en la conciencia de muchos. Su ejemplo de vida asume un valor universal y representa un llamado concreto a la resistencia contra el demonio de la corrupción, siempre al acecho.