Francisco comparte en la encíclica ‘Fratelli Tutti’ las preocupaciones latentes sobre una comunidad internacional, y su regulación normativa, manifiestamente preocupante y mejorable. El Papa es contundente y crítico con el escenario actual, con desafíos que se multiplican, y en el que resulta imprescindible modificar el rumbo de algunas dinámicas muy nocivas.
- EDITORIAL: Un mundo patas arriba
- A FONDO: ‘Fratelli Tutti’: fraternidad con F de Francisco
- DOCUMENTO: Texto íntegro de la encíclica ‘Fratelli Tutti’ del papa Francisco (PDF)
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La encíclica analiza cuestiones tan presentes como la multiplicación de los conflictos, tanto internos como internacionales, el auge de los nacionalismos excluyentes, los excesos de la globalización en su versión de colonización cultural, la proliferación de diversas variantes de populismo, los excesos del neoliberalismo económico, la política como marketing partidista, la xenofobia, el individualismo o la crisis de valores como la solidaridad, la fraternidad o la empatía y su traslación a las instituciones internacionales.
Reformular la ONU
En el 75º aniversario de la creación de las Naciones Unidas, Francisco subraya que la reforma del sistema resulta esencial para imponer “límites jurídicos precisos que eviten que se trate de una autoridad cooptada por unos pocos países… que sea deslegitimizada… y que pueda ser vista como el desarrollo y la promoción de la soberanía del derecho, sabiendo que la justicia es requisito imprescindible para obtener el ideal de la fraternidad universal” (punto 173).
El creciente desajuste entre el debilitamiento de los Estados frente a los poderes económico-financieros demanda la creación de organizaciones internacionales fuertes, bajo el principio de igualdad soberana, y con capacidad sancionadora para fijar límites imprescindibles. Mientras que el derecho debe asegurar la consecución de principios y valores básicos (erradicación del hambre, bien común mundial, y defensa de derechos humanos básicos) frente a los intereses particulares de las potencias.
La sociedad presenta “fallas estructurales” que no pueden parchearse con soluciones rápidas y ocasionales. La fuerza de los acuerdos multilaterales mantenidos de acuerdo al ‘pacta sunt servanda ‘–el cumplimiento de los acuerdos– evitarán “la tentación de apelar al derecho de la fuerza más que a la fuerza del derecho” (punto 174) y no puede ser suplida –sino complementada– por la excelente labor ya desarrollada por las organizaciones de la sociedad civil.
El “dogma de fe neoliberal” no puede sustraer el papel de los Estados y de las instituciones internacionales en la red de las relaciones internacionales (puntos 168 y 126). Los “derechos sin fronteras” (punto 121) apelan a una globalización de los derechos humanos y a la ciudadanía universal, frente a las actitudes xenófobas que impiden una “cultura de la tolerancia” (punto 192). Sin olvidar el cuidado de “la Casa común” (punto 117) apelando al derecho internacional del medio ambiente.
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